La ley sobre el Presupuesto Público anual es una de las leyes más importantes de Bulgaria para el respectivo año y por tal razón sus, discusión y aprobación, son objeto de amplio interés no sólo por parte de las fuerzas políticas, los expertos financieros y los diputados sino también por parte de los ciudadanos de a pie. Este año el Ministerio de Hacienda ha presentado un proyecto de Presupuesto al que ha definido de “aburrido”. Los opositores del Gobierno lo calificaron, a su vez, de “Presupuesto del estatus quo” y de congelación de las reformas. Desde este punto de vista, nadie esperaba especiales sucesos dramáticos en torno a su discusión y aprobación. En realidad, sin embargo, sucedió todo lo contrario. El Presupuesto emocionó a todo el mundo por los giros y sorpresas inesperados que se produjeron en el de por sí camino trillado del documento desde el Ministerio de Hacienda hasta el Parlamento. Nadie esperaba que las elecciones presidenciales, de por sí ordinarias, del pasado mes de noviembre fueran a provocar una crisis gubernamental por la dimisión del Gabinete del primer ministro, Boiko Borisov. El Gobierno dimisionario puso mientes en si podía retirar del Parlamento también su proyecto de Presupuesto Público pero, en última instancia, tras muchas peripecias y colisiones políticas, el documento fue aprobado a finales de la semana, el día en que el PE aprobaba Los Presupuestos de la UE para 2017. No obstante, la crisis gubernamental continúa y algunos espera que la misma se convierta también en política.

El actual jefe de Estado, Rosen Plevneliev, deberá designar un Gobierno provisional que habrá de operar con el presupuesto heredado. Al menos no lo tendrá que hacer durante mucho tiempo, hasta finales de enero, cuando tomará posesión de su cargo el presidente electo, Rumen Radev, quien muy probablemente sustituirá a este Gobierno provisional por otro designado por él, para que rija los destinos del país hasta la celebración de las elecciones parlamentarias anticipadas a finales de marzo o a comienzos de abril de 2017.

También este Gobierno deberá atenerse a lo plasmado en la heredada ley financiera básica, a la cual no podrá alterar por la inexistencia de un Parlamento operante. Sin embargo, el Gobierno nuevo tras las elecciones parlamentarias anticipadas, deberá con toda probabilidad actualizar el presupuesto del país a raíz de las circunstancias cambiadas o simplemente guiado por consideraciones propias. De manera que lo que los diputados búlgaros acaban de aprobar y lo han dejado a los gobiernos y Parlamento subsiguientes, no tendrá una prolongada fecha de caducidad, envejecerá precozmente y es poco probable que se cumplan realmente algunos de sus parámetros y promesas esenciales.

Por lo que hace al propio Presupuesto, desde el punto de vista macroeconómico y social, la variante del Ministerio de Hacienda, aprobada sin cambios sustanciales, no se distingue por nada especial: se prevén una leve desaceleración del crecimiento económico, más dinero para la seguridad y la Defensa, abstención de contraer nuevas deudas externa, un déficit completamente aceptable y aumentos casi insignificantes de los pagos y subsidios sociales. En la economía no hay drama alguno, el drama reside en la confusión y el caos políticos en los que se ha visto metido el país justamente cuando todo parecía bueno y estable.

Versión en español por Mijail Mijailov