A los tres meses de haber asumido el poder, el tercer Gobierno del primer ministro, Boiko Borisov, hizo público su Programa de Gestión hasta el final de su mandato de cuatro años. Ya desde los primeros días del Gabinete del partido GERB, de coalición con los partidos nacionalistas, la oposición fue criticando furiosamente a los gobernantes increpándolos de carecer de un programa de actuaciones en la política, la economía, la esfera social, la defensa, la seguridad, etc. Sin embargo, justo al cumplirse los cien días desde el comienzo de su gestión, el Gobierno ha aprobado y hecho público tal programa.

El documento, de 128 folios, reclama un análisis atento y pormenorizado, pero incluso el repaso de los capítulos básicos del mismo ofrece una idea de las intenciones y los pasos que los actualmente gobernantes consideran de importancia para el país. Si dejamos de lado los capítulos dedicados a las relaciones con la UE y con el mundo, a la Ecología, la Defensa y la Seguridad, la Cultura y la Sanidad, la Educación y la Justicia, ámbitos que de por sí se merecen sendos análisis aparte, podemos decir que el programa de gobierno enfatiza, básicamente, en las medidas y las tareas en la esfera social y la economía, a las cuales se han dedicado 8 del total de 21 capítulos y en las cuales ya se está trabajando “cada día”, tal y como lo exige el primer ministro de Bulgaria.

Estabilidad financiera, déficit presupuestario cero y un crecimiento económico estable y sostenible acompañado de un mejoramiento del bienestar material de la población conforman el leitmotiv y la razón de ser de las medidas previstas. No hay nada novedoso en ello, puesto que semejante política en Bulgaria había sido promovida, con éxito variable, por todos y cada uno de los tres Gobiernos de Boiko Borisov. Lo que ahora despierta cierta curiosidad es la atención que se dedica al mercado de capitales y a su estado embrionario que retrasa el desarrollo económico. Resultan otra novedad importante la serie de medidas que apuntan a reducir la presión administrativa y burocrática sufrida por el empresariado. El Ejecutivo se propone limitar esta presión con el ofrecimiento por parte de la Administración Pública de un número creciente de servicios electrónicos. En este contexto hay que destacar, asimismo, la existencia de ciertos esfuerzos tendentes a una desregulación, respecto a la cual se presume que también beneficiaría a los hombres de negocios. Van encauzados en esta dirección también los esfuerzos de las autoridades por facilitar la existencia e incentivar a las PYME, que forman el grueso de las empresas netamente búlgaras. El traspaso del Banco Búlgaro de Fomento del Ministerio de Finanzas al de Economía es indicativo en este sentido, ya que obedece a la idea de que esta entidad financiera obre justamente a favor de las microempresas, las pequeñas empresas y las empresas familiares búlgaras.

El dramático descenso en picado de las inversiones extranjeras que se está notando actualmente tampoco se le ha escapado a la atención del Gabinete. Éste intentará invertir la tendencia ofreciendo preferencias, creando zonas francas y potenciando la competitividad de las empresas en Bulgaria, sean éstas extranjeras o nacionales. Esto incentivará las exportaciones y el consumo interno de los cuales se espera sean los motores principales del crecimiento económico, que registraría un aumento de más de un 3 % anual hasta el año 2021.

Al sector de Energía corresponde un capítulo especial en el Programa de Gestión del Gobierno. Y con razón, pues, actualmente en este sector se están observando desarrollos muy importantes y, además, el primer ministro en persona, tiene planes y ambiciones muy grandes en este terreno. Se trata, antes que nada, del gas natural que vaya sustituyendo gradualmente al carbón usado por las centrales termoeléctricas y así se reduzca la contaminación ambiental. Por cierto, es algo en lo cual también ha venido insistiendo Bruselas. Además, se vuelve cada vez más apremiante la necesidad de diversificar los suministros de gas con el fin de reducir la dependencia exclusiva de Rusia, transformándose Bulgaria en peculiar centro repartidor de gas en el Sureste de Europa. Tampoco se ha omitido el problema relacionado con la energética nuclear y en este sentido hasta se hacen referencias a la materialización del proyecto, congelado por el Parlamento, sobre la construcción de una segunda planta nuclear en Bélene, a orillas del río Danubio.

Al Turismo también se le ha dedicado un capítulo aparte y esto se debe, obviamente, al hecho de que este sector genera casi un 15 % del PIB. Lo esencial en este terreno es consolidar a Bulgaria como destino turístico de clase superior en todas las épocas del año y potenciarla como destino turístico de patrimonio histórico y cultural extraordinario.

En última instancia, se puede decir que todas estas medidas e intenciones obedecen al objetivo de que, en 2021, los búlgaros sean personas más acaudalas, más sanas y de mejor nivel educacional. Para ser más concretos, podemos indicar que el salario mínimo interprofesional debería ascender a 330 euros, y el salario medio, a 760 euros. No es gran cosa, pero habida cuenta de que actualmente el monto de estas categorías de sueldos es de 236 y de 520 euros, respectivamente, se nota que el objetivo merece felicitaciones y deseos de que se corone de éxito.

Versión en español por Mijail Mijailov