Voluntad manifiesta, resolución, compromiso, colaboración, convergencia y una cooperación más estrecha, conforman una parte del léxico empleado por las partes búlgara y francesa, durante la visita a Bulgaria del presidente galo, Emmanuel Macron. Ha sido la primera visita de un jefe de Estado francés desde hace 10 años, la cual, a juicio del presidente de Bulgaria, Rumen Radev, tiene carácter emblemático y marca una etapa nueva en el desarrollo de los contactos bilaterales.

Emmanuel Macron arribó a Bulgaria en el marco de su primera gira europea tras tomar posesión de su cargo en mayo de 2017. El tono de las relaciones cambiadas fue dado antes de la visita, con la visita del primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, al Elíseo, el pasado 6 de junio, cuando el presidente de Francia aceptó agradecido la invitación de visitar Bulgaria, mientras Boiko Borisov expresaba al dirigirse a él: Gracias a su espíritu enérgico llevaremos a Europa adelante. Será una Europa unida y fuerte, pero no se olviden Vds. de la periferia.

Precisamente en este espíritu se desarrollaron las conversaciones del presidente francés con los más altos representantes del Estado búlgaro, quienes tuvieron una sincronización y unidad de ideas envidiables tanto en lo tocante a los asuntos importantes para Bulgaria como en lo relativo a los temas que el presidente de Francia quiso debatir con ellos actuando como un líder europeo auténtico. Es hora de poner fin a la división que se viene estableciendo entre Este y Occidente, entre los que forman parte de la Eurozona y los que están al margen de ésta, dijo con claridad Emmanuel Macron.

¿Se ha quedado Bulgaria satisfecha por la visita del presidente de Francia? Sí, visiblemente, tras los compromisos anunciados en lo tocante a los temas sensibles, en lo concerniente a la adhesión al espacio Schengen -tras una reformación inmediata del sistema con la participación de Bulgaria- y a la adhesión al Mecanismo ERM II, conocido como Antesala de la Eurozona. A juicio del presidente galo, Bulgaria tiene el pleno derecho de participar de manera activa en el proceso de la convergencia en el terreno de la economía y de las finanzas en la Eurozona. Esto es igualmente válido con respecto a la integración plena de Bulgaria en el Sistema Europeo de Defensa, algo que ha explicado la presencia de representantes de la industria armamentística de Francia, deseosos de participar en dos de los proyectos de modernización de las FF.AA. de Bulgaria. Se trata de dos navíos patrulleros modulares y del suministro de 198 vehículos de combate para la infantería.

El tema de la cooperación y del intercambio comercial bilateral fue abordado tanto en las conversaciones con el jefe de Estado como con el primer ministro de Bulgaria. Pese a los esfuerzos y cierto progreso en el último decenio y la presencia en Bulgaria de 200 empresas francesas con 16 mil funcionarios, Francia, por sus 1900 millones de euros invertidos en este país, sigue ocupando el modesto noveno puesto en la clasificación de las inversiones extranjeras en Bulgaria. Las cosas podrían cambiar si la compañía “Total” encontrara gas en el mar Negro, pero, de momento, el saldo económico-comercial permanece negativo, arrojando un déficit de 365 millones de euros en 2016.

Como era de esperar, en las conversaciones con Rumen Radev y Boiko Borisov fue abordado también el tema de la próxima presidencia búlgara del Consejo de la UE, en la que no sólo Bulgaria, sino toda la región de los Balcanes cifran grandes expectativas. Los Balcanes Occidentales y, sobre todo, las personas jóvenes de esos países, deben recibir una señal clara sobre su porvenir europeo, dijo Boiko Borisov. Por su parte del presidente de Bulgaria, Rumen Radev expresaba con meridiana claridad: Si Europa no ofreciera una perspectiva europea a los Balcanes Occidentales, éstos ofrecerían una “perspectiva balcánica” a Europa.

Y si Bulgaria se ha quedado contenta con el recio compromiso asumido por Francia en lo tocante a los temas delicados para aquélla, también el presidente galo se ha ido satisfecho por el apoyo de Bulgaria a la reformación de la controvertida “Directiva para los trabajadores desplazados”. Cabe decir a estas alturas que tras la serie de conversaciones con los dirigentes de Austria, Chequia, Eslovaquia y Rumanía a este respecto, e incluso tras el “tiroteo” verbal con Polonia, que ha sido apenas en Bulgaria cuando ha trascendido que hay que distinguir claramente entre un trabajador desplazado  -en el sentido de la Directiva de 1996- y un trabajador transportador -Directiva de 1993-. El presidente de Francia se manifestó en contra del dumping social, y el presidente de Bulgaria se fue incluso más lejos al estigmatizar el dumping fiscal y el dumping corporativo por violar ambos el principio general de “igual remuneración por igual tarea”.

En Bulgaria el presidente más joven de la V República de Francia hizo gala de nuevos estilos de comportamiento y de expresión que revelaron claramente el deseo de consolidar y ampliar la cooperación entre Francia y Bulgaria en el marco de una UE renovada. Emmanuel Macron fijó, asimismo, plazos para la solución de cada uno de los problemas abordados y expresó, de manera directa, que Bulgaria, a pesar de ser un país pequeño, sí tenía, decididamente, su peso a la hora de tomar decisiones en Bruselas. Algunos analistas, pecando de optimistas, incluso se preguntaron, si acaso Bulgaria no sería el nuevo gran aliado de Francia en los Balcanes. Todo lo que se ha pactado será cumplido, ha asegurado Emmanuel Macron. Nosotros, pondremos punto final a este comentario, echando mano de una frase pronunciada por él: Es hora de poner manos a la obra.

Versión en español por Mijail Mijailov