Justo en el momento en que se había aplacado la polémica en torno al Convenio de Estambul −que regula la protección contra la violencia doméstica−, que mantenía polarizada a la sociedad en dos extremos opuestos, a favor y en contra de este documento, ahora la atención pública se ha vuelto a centrar en otro problema que se ha mantenido pendiente de solución durante años.
Ahora ha cobrado protagonismo en el orden del día el tema sobre el lenguaje del odio que resuena tanto en la calle como también desde la tribuna encumbrada del Parlamento de Bulgaria. Es un odio que afecta de manera directa o indirecta a cada uno de nosotros pero lo que es aún más de temer es que el grueso de los búlgaros ya se han vuelto tolerantes ante las manifestaciones de una agresión verbal y hasta han llegado a concebirla como una forma para emitir una opinión y como un elemento de la libertad de expresión.
Casualmente o no, un día después del 14 de febrero, Día de San Valentín, en la Universidad de Sofía “San Clemente de Ohrid” se organizó un foro internacional, primero en su género, bajo el lema “Sofía dice “No” al lenguaje del odio y el extremismo”. El objetivo de esta conferencia, celebrada al comienzo de la Presidencia búlgara del Consejo de la UE, apuntaba a mostrar sin ambages que Bulgaria se opone, hasta al nivel más alto, a todas las manifestaciones de intolerancia, intransigencia y a todos los intentos por lesionar y limitar la dignidad y libertad ajenas.
Figuraban entre los organizadores de la conferencia la asociación “Marginalia”, la “Sociedad de Internet en Bulgaria” y el Ayuntamiento de Sofía, apoyados por la “Shalom”, organización de los judíos en Bulgaria y el Instituto “Goethe”. Estaban entre los participantes el embajador de EE.UU. en Bulgaria, Eric Rubin, la embajadora de Israel, Irit Lilian, la alcaldesa de Sofía, Yordanka Fandukova, representantes de diferentes ONGs.
Bulgaria ha obtenido recientemente el estatuto de país de enlace con la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto y muy en breve accederemos a país miembro oficial de esta organización, señaló en su intervención Guorg Gueorguiev, viceministro búlgaro de Exteriores. De la declaración de Denitsa Sacheva, viceministra de Educación, ha trascendido que se baraja la posibilidad de incrementar las horas de educación cívica en las escuelas búlgaras como una medida preventiva contra la propagación del lenguaje del odio.
La alcaldesa de Sofía ha negado que las autoridades municipales hayan autorizado la celebración de un desfile de partidarios de ideas neofascistas y ha agradecido a la organización “Shalom” su colaboración en acciones de limpieza de fachadas urbanas de inscripciones y signos símbolos del odio. La única manera para que determinada comunidad pueda avanzar y evolucionar es la de que la misma se mancomune en torno a objetivos constructivos. Aunarse contra algo es capaz de granjearse con rapidez partidarios, puede alcanzar altos resultados de corta duración pero no es capaz de generar un desarrollo estable con vistas al futuro. Sí, es cierto que el odio y la agresión provocan un contagio fácil, que constituyen frecuentemente la respuesta más fácil pero siempre conducen por un camino erróneo, dice Yordanka Fandukova.
Visto a través del prisma de los medios informativos, el lenguaje del odio, de un problema público, ha pasado a convertirse en un asunto ético y estético al que se han enfrentado reiteradamente los periodistas de mayor experiencia de los medios informativos electrónicos.
En el marco del foro de Sofía Irina Nédeva, periodista del Programa “Horizont” de Radio Nacional de Bulgaria, ha expresado sus impresiones directas sobre el peligro de que el lenguaje del odio sea retransmitido directamente por los medios informativos. Si en 2013 hemos alertado de fenómenos peligrosos en el entorno mediático, por esporádicos, hoy en día comprobamos un número muy mayor de tales manifestaciones agresivas en los medios informativos, señala Nédeva y agrega: El odio a las personas étnicamente diferentes, a las minorías sexuales y religiosas, se ha instalado de un modo totalmente acrítico en los medios informativos. Vale la pena poner mientes en cómo este fenómeno se ha hecho posible y en qué contexto −social y político− esto ha ocurrido. Estimo que esto es importante, ya que el lenguaje del odio es un estigma para el periodismo profesional. Es una de las múltiples causas por el descenso de la credibilidad de los medios informativos −algo que venimos notando desde ya mucho tiempo− por la falta de difusión profesional de información veraz y de calidad sobre los procesos políticos y los fenómenos sociales, y de todo cuanto está ocurriendo en nuestra vida.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES
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