Hasta horas avanzadas de la noche del jueves, la cumbre en la ciudad búlgara de Varna entre líderes de la UE y Turquía, prevista para el próximo 26 de marzo no estaba todavía confirmada de manera definitiva. El 22 de marzo en Bruselas Boiko Borisov, primer ministro de Bulgaria y Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, han convenido en que la cumbre es indispensable con vistas a la normalización de las relaciones entre la UE y Ankara, y el premier búlgaro ha llegado casi a calificar esta cumbre nada menos que como oportunidad última para conservar el diálogo con Turquía. Pese a la incertidumbre en torno a la celebración o no de esta reunión al más alto nivel, la parte búlgara no ha cesado los preparativos para ella con la esperanza de que pueda aportar serenidad a los contactos de la UE con Turquía. En última instancia, en su sesión en Bruselas en la noche de ayer jueves, se ha decidido que sí habrá una cumbre de la UE con Turquía en la ciudad marítima búlgara de Varna, a pesar de las actuaciones, condenables a juicio de la UE, de Turquía en el Mediterráneo y en el Egeo. Así la cumbre ha resultado posible si bien más complicada.

Hacia el momento de la anunciación de la iniciativa de celebrar tal cumbre durante la Presidencia búlgara del Consejo de la UE,el Gobierno de Boiko Borisov tenía en cuenta una normalización de las relaciones, en tanto que ahora concibe esta cumbre nada menos que como una última posibilidad para la conservación del diálogo entre la UE y Turquía. Fundamentos no le faltanр ya que en el corto tiempo desde aquel momento hasta la fecha, las tensiones entre Turquía y la UE, en vez de disminuir, han ido registrando una escalada. La semana pasada el presidente turco Recep Tayyip Erdogan acusó a la UE de falta de sinceridad y de honestidad por no estar cumpliendo su compromiso en conceder a Turquía 3 mil millones de euros en el marco de la llamada transacción de los migrantes. La UE, a su vez, se solidarizó con acusaciones lanzadas por Grecia y Chipre contra acciones ilegales de Turquía en la zona del Mediterráneo Oriental y en el mar Egeo. La tirantez se vio complementariamente exacerbada por la detención de soldados griegos que, patrullando en la zona de la frontera greco-turca habían entrado por equivocación en territorio turco.

El jueves, 22 de marzo, el primer ministro de Bulgaria ha comentado que en medio de la situación creada,él se está planteando un objetivo único, igualmente muy arduo de conseguir: garantizar la prolongación del acuerdo sobre los migrantes y hacer efectivo el apoyo financiero prometido a Turquía por la UE. Por lo que hace a una petición para la liberación de los soldados helenos arrestados en Turquía, Boiko Borisov ya ha remitido un mensaje al presidente turco expresando la esperanza de que el problema lo aborden los dos a solas en Varna.

La prórroga del acuerdo pactado sobre los migrantes depende, de hecho, del pago por parte de la UE de los recursos pecuniarios prometidos. La UE ya ha cumplido su compromiso de ofrecer tres mil millones de euros para los años 2016 y 2017.

Según Ekaterina Zajarieva, ministra búlgara de Asuntos Exteriores, el segundo tramo del respaldo financiero, del orden de tres mil millones de eurosр se vincula con el apaciguamiento de la situación en Siria, algo que no ocurre todavía, y hay , además, algunos desfases en la información los cuales se podrían superar en Varna.

Sin embargo, el cometido de Bulgaria como país peculiar mediador en la cumbre de Varna, se está complicando no sólo por la renuencia existente en algunos Estados europeos al diálogo con Turquía sino también por otras varias circunstancias. En el interés de sus buenos lazos con Turquía,Bulgaria se abstiene de plantear ante Ankara asuntos relacionados con el respeto de los derechos humanos en el vecino país del sur, un tema frecuentemente debatido en el seno de la UE, pero estos últimos días la Unión de Jueces de Bulgaria, que es la organización más importante de magistrados en el país, ha instado a Borisov a que interceda ante el presidente turco por el acato de los derechos en Turquía.

También ha tenido pretensiones con respecto a las posiciones del premier búlgaro, el opositor Partido Socialista de Bulgaria, BSP, por sus siglas en búlgaro, que hace un par de días ha insistido en que en Varna el primer ministro Borisov condene la reciente declaración de Recep Tayyip Erdogan de que “Kardzhali forma parte de las fronteras espirituales de Turquía”, por considerar tal declaración como una provocación contra la soberanía y la integridad territorial de Bulgaria. Desde el Partido Socialista exigen asimismo que en Varna ante el presidente turco sea planteado el tema sobre las indemnizaciones para los refugiados de la Tracia del Edirne, una causa que también han abrazado Los Patriotas Unidos, pequeño socio de coalición en el gabinete Borisov.

Así, en vísperas de su celebración, la cumbre en Varna entre la UE y Turquía, ya aparece cargada de expectativas no sólo en el plano internacional sino también en el interno, y el primer ministro Boiko Borisov no oculta que se siente preocupado por este hecho. Cómo será el resultado es algo que se podrá ver dentro de tres días pero se puede asegurar desde ya que, por las dificultades que han ido acompañando los preparativos para la cumbre, cualquier éxito de la misma habrá de ser celebrado.

Versión en español por Mijail Mijailov