El primer domingo tras la Resurrección de Cristo honramos la memoria de uno de los 12 apóstoles de Jesús: Santo Tomás, conocido como “el Incrédulo”. Cuando Cristo resucitó y se apareció a sus discípulos, Tomás no se encontraba con ellos. Cuando más tarde le contaron “Vimos al Señor”, él replicó, “Si no veo en sus manos las heridas de los clavos y no meto mi mano en su costado, no lo creeré”. El primer domingo después de la Resurrección, Jesús se apareció de nuevo a sus discípulos, y esta vez Tomás sí estaba entre ellos. Cristo se dirigió a él y le dijo, “Pon aquí el dedo y mira mis manos, dame la mano y ponla en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente. ¿Por qué me ves, crees? Bienaventurados sean los que creen sin ver”. Al ver las heridas del Salvador, Santo Tomás se convirtió en uno de los más abnegados discípulos de Cristo. “Tomina Nedelia”, el Domingo de Santo Tomás, es el último día de la semana después de la Semana Santa, llamada Semana Luminosa. Los búlgaros lo llaman también “Domingo Vacío”, porque está “vacío” de trabajo: en los siete días no se trabaja. El Domingo de Santo Tomás las mujeres vuelven a pintar huevos y los ofrecen a las almas de sus parientes fallecidos. Este día celebran su santo los llamados Tomá (Tomás), Tomislav y Tomislava.