Optimismo sí, pero en una dosis relativamente moderada, es lo que recoge el pronóstico presupuestario trienal aprobado estos días por el Gobierno junto con los parámetros macroeconómicos básicos para los próximos tres años, hasta el 2020. Al mismo tiempo, los expertos del mayor banco en Bulgaria han manifestado firmemente que 2018 será un año récord desde el punto de vista del crecimiento económico de un 4,4 %, el cual, según el Ejecutivo, llegará a apenas un 3,9 %. Así y todo, este aumento colocará a Bulgaria en el grupo de los tres primeros países por este indicador en la UE. Se aproxima a ello también la opinión del Banco Nacional de Bulgaria que igualmente encara con gran optimismo el crecimiento de la economía en 2018 y señala que éste llegaría a un 4,2 %. Se considera asimismo de manera unánime que en lo sucesivo se producirá un descenso gradual de los ritmos de crecimiento económico que, no obstante, seguirán siendo buenos, del orden de un 3,8 % y un 3,7 % en el próximo par de años.

Este año y hasta finales del período trienal pronosticado, la inflación se irá acelerando sin por ello llegar a amenazar el poder adquisitivo y el nivel de vida de la población, puesto que no rebasará el porcentaje bastante modesto de un 1,9 % al final del período. Este nivel resulta favorable para la economía, sobre todo sobre el telón de fondo de la deflación que hasta ahora ha sido desalentadora para los círculos de negocios. Paralelamente al aumento de la inflación y del PIB, irán subiendo también los salarios, concretamente el salario mínimo interprofesional fijado con normativa especial del Gobierno .De los actuales 260 euros, este salario deberá pasar a 305 euros mensuales, a partir del 1 de enero de 2021. El aumento provocará automáticamente un aumento de los pagos sociales e, indirectamente, un salto de los sueldos en el sector no gubernamental. Hasta ahora éstos han ido aumentando en casi un 10 % anual y con toda probabilidad este incremento se mantendrá, ya que la diferencia entre la remuneración del trabajo en Bulgaria y en Europa es en una relación de 1 a 5. Este retraso, querámoslo o no, deberá ser recuperado a fuerza de la lógica económica. En este sentido es sumamente importante resaltar que la parte correspondiente al Presupuesto Público consolidado dentro del PIB, o sea, los recursos que el Estado está recaudando en concepto de impuestos y tasas pagados por los empresarios y los ciudadanos, y luego está repartiendo en forma de subsidios y ayudas estatales, irá bajando gradualmente y llegará a un 36,1 %. La reducción en cuestión significa que el Estado otorga una libertad aún mayor a los empresarios y a los ciudadanos en la gestión que más les convenga de sus finanzas. Es ésta una tendencia positiva, máxime sobre el telón de fondo de la conservación del nivel de los impuestos actuales y, concretamente dicho, del impuesto plano unitario del 10 % para los hombres de negocios y las personas físicas.

Cabe asimismo esperar una evolución positiva en lo concerniente a la deuda pública, que irá bajando gradualmente para llegar al nivel de un 18%, aproximadamente, del PIB. Se trata de un logro óptimo que le asigna a Bulgaria un puesto en la cabecera de los países europeos menos endeudados. Algunos expertos estiman que debería subirse asimismo el ráting crediticio del Estado puesto que, además, el déficit presupuestario irá disminuyendo gradualmente para desaparecer por completo en 2020 cuando los ingresos y gastos del Estado se volverán iguales.

Los pronósticos de una mayor moderación hechos por el Gobierno con vistas al desarrollo de la economía se explican con el agotamiento de las posibilidades de que el consumo interno impulse el aumento del PIB. Esto se vincula íntimamente con uno de los problemas esenciales cuya solución se buscará en el futuro.

Se trata del déficit de mano de obra y del “recalentamiento” en el mercado laboral. Se espera que la tasa de desempleo llegue a un 5,7 %, y, para el último año del pronóstico a mediano plazo, se prevé que baje aún más, situándose al nivel de un 5,4 %. El crecimiento económico suele ser acompañado tanto de un aumento del capital como de un incremento del número de las personas ocupadas. Resulta, sin embargo, que en Bulgaria ya no hay mano de obra asalariada disponible capaz de apuntalar el crecimiento ulterior. Y es justamente por esta razón por la que los gobernantes en este país aparecen como unos optimistas bastante comedidos de cara al porvenir de la economía nacional.

Versión en español por Mijail Mijailov