La inauguración, en el día de hoy, de la nueva sesión parlamentaria fue precedida por una reunión tensa del consejo de coalición este pasado lunes, 3 de septiembre. La citada reunión dio pie para que algunos observadores políticos hicieran previsiones pesimistas sobre el futuro del Ejecutivo. Los temores resultaron infundados incluso a juzgar por los titulares en la prensa sobre el tema: “La coalición GERB–Patriotas Unidos mantiene su composición” (diario Trud), “Los Patriotas Unidos permanecen en el Gobierno”, “La coalición sigue estable después de los nuevos dramas” (Agencia de noticias Mediapool). No obstante, inclusive semejante desenlace es motivo de reflexiones inquietantes.

A la reunión extraordinaria del consejo de coalición se llegó después de un accidente de tráfico con un autobús cerca de la ciudad de Svogue la semana pasada, en el que murieron 17 personas y más de 20 resultaron heridas. Las acusaciones de que el accidente fue resultado de una infraestructura vial deficiente, y que la reacción de las autoridades correspondientes fue inadecuada causaron las dimisiones de los ministros del Interior, de Transportes y del Desarrollo Regional. El viceprimer ministro Valeri Simeónov reprobó las dimisiones denunciando que el país está siendo gobernado de forma autoritaria, y hasta se mostró crítico con el Gobierno y el grupo parlamentario de los Patriotas Unidos, una coalición de la que él mismo forma parte. El hecho de que un accidente de tráfico, por muy grave que fuera, genere conmociones en la gestión de todo un país es preocupante en sí mismo. Las controversias políticas en torno al accidente han sacado a flote conflictos internos en el seno de los Patriotas Unidos, el pequeño socio de coalición del partido GERB en el gobierno, y generan temores de inestabilidad. Es también preocupante la facilidad con la que, en una sesión informativa después de la reunión del consejo de coalición, las fuertes conmociones fueron explicadas como problemas en la comunicación entre el GERB y los Patriotas Unidos. Esto sugiere, a su vez, que existen problemas internos realmente graves pero que su solución ha sido aplazada. Está por ver hasta qué punto son ciertas esas sospechas cuando, en los próximos días, se discutirán las tres dimisiones ministeriales diferidas. Desde el GERB llegan señales de que a fin de cuentas las dimisiones no serán aceptadas.

Sin embargo, todo lo sucedido da también lugar a reflexiones positivas. Obviamente, cualesquiera que sean los conflictos internos éstos no conducirán a la ruptura de la coalición gobernante. Y aunque no se descartan algunos cambios en la composición del Ejecutivo, los mismos no se harán debido a la presión política sino porque el primer ministro Borisov lo habrá decidido por conveniencia política. Es casi seguro que no habrá ni cambio de gobierno ni elecciones parlamentarias anticipadas tal y como lo preveían algunos pronósticos apocalípticos. No se notan cambios en la correlación de las fuerzas políticas, tampoco hay motivos que justifiquen semejante desarrollo de las cosas. Bulgariasigue el curso de su desarrollo normal y predecible, que es el mejor escenario posible dadas las circunstancias.