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El año politico búlgaro 2018

Foto: BGNES
En Bulgaria, el año político 2018 tuvo un comienzo tempestuoso y va terminando en forma idéntica. Por cierto el final del 2018 ha resucitado el recuerdo del furioso año 1968 cuando Europa Occidental se vio inundada por las revueltas estudiantiles y juveniles. Medio siglo después, la capital francesa estuvo sacudida por manifestaciones callejeras, enfrentamientos, escaparates rotos y coches quemados. Antes de esos sucesos Bulgaria amanecía y anochecía con autopistas cortadas y calles y plazas bloqueadas. Pero vamos por partes.

El año arrancó con la petición de una moción de censura al Gobierno de coalición del primer ministro Boyko Borisov, promovida por el opositor Partido Socialista Búlgaro, por no haber sido zanjada la corrupción o, para ser más exactos, por faltar una política para contrarrestar la corrupción. Aquella moción de censura no prosperó. No fue nada nuevo ya que hasta la fecha en la historia más reciente de Bulgaria nunca hubo una moción de censura que se coronara de éxito. Lo nuevo, eso sí, fue que la oposición la promoviera inesperadamente en el momento en que Bulgaria acababa de asumir la presidencia del Consejo de la Unión Europea (UE). Se sucedieron otras mociones de censura: por problemas en la seguridad, en junio, y por fracasos en la sanidad, en octubre. En el período entre ellas, hubo protestas, y muchas. Las iniciaron las madres de hijos con discapacidades insistiendo en que el Estado aplicara un enfoque justo y diferenciado frente a las necesidades de los niños discapacitados y las de sus familias. La pancarta “El sistema nos/los mata”, enarbolada por las madres, se convirtió en eslogan también de las posteriores protestas masivas de un número cada vez mayor de ciudadanos descontentos con la profundización de las disparidades sociales.

Durante el verano, las conmociones en la coalición gobernante, que se tradujeron en las dimisiones de varios ministros, sólo añadieron más leña al fuego. Luego vino la dimisión del viceprimer ministro Valeri Simeónov, quien además es el líder del Frente Nacional para la Salvación de Bulgaria, un socio de coalición en el Gobierno. Sin embargo, aquella dimisión no puso freno a las protestas. Lo que ha quedado patente es que el problema no reside únicamente en los bajos salarios, los altos precios de la energía primaria y los impuestos, sino que hay una falta de diálogo con las autoridades que repiten hasta el hastío su programa preelectoral, y los programas de la oposición no ofrecen soluciones alternativas.

A finales del otoño, desde Bruselas llegó la buena nueva de que la Comisión Europea (CE) evalúa positivamente los esfuerzos de reforma de Bulgaria. Según el informe sobre el progreso de Bulgaria, si este país continúa esforzándose por cumplir las diecisiete recomendaciones del informe del año pasado sobre el Mecanismo de Cooperación y Verificación, en 2019 el monitoreo podría ser suprimido. En palabras de Frans Timmermans, vicepresidente primero de la CE y comisario europeo de la Mejora de la Legislación, Relaciones Interinstitucionales, Estado de Derecho y Carta de los Derechos Fundamentales, el Mecanismo podría considerarse suspendido de forma provisional en tres de los seis indicadores problemáticos: la independencia del poder judicial, el marco legislativo y la delincuencia organizada. De hecho, ninguno de los Gobiernos anteriores ha podido llegar hasta aquí. En vísperas de hacerse público el informe, Bulgaria dio un salto de león: importantes hombres de negocios de repente se vieron imputados por diferentes delitos. Algunos escaparon al extranjero, siendo buscados por Interpol, otros entraron en prisión por lavado de dinero, crimen organizado, fraude fiscal o malversación de fondos de la UE. En la Agencia para los Búlgaros en el Extranjero fue descubierto un grupo criminal que vendía la ciudadanía búlgara. Hasta aquí todo bien, pero aún queda por ver si habrá sentencias condenatorias.

La presidencia del Consejo de la UE, ejercida por Bulgaria desde el 1 de enero hasta el 1 de julio, obtuvo una evaluación positiva fuera y dentro del propio país. En el marco de la Europresidencia búlgara, los países miembros llegaron a un acuerdo en casi 80 del centenar de proyectos de ley en un momento en que las contradicciones internas en la UE se fueron exacerbando. Algunos de estos proyectos son muy importantes. Por ejemplo, en el ámbito económico se llegó a un acuerdo para reducir los riesgos en el sector bancario, así como sobre un producto de pensiones paneuropeo y los pagos transfronterizos, entraron en vigor los nuevos instrumentos de defensa comercial de la UE. Como un éxito indiscutible de la Presidencia búlgara se valoran asimismo las cumbres de los países balkánicos, Turquía incluida. Grecia y Macedonia llegaron a un acuerdo sobre el nombre de la ex República Yugoslava, la CE recomendó comenzar las negociaciones de adhesión de la República de Macedonia y Albania.

El 2018 se ha caracterizado por la activación de la política exterior de Bulgaria, marcada por una serie de visitas del presidente Rumen Radev, el primer ministro Boyko Borisov y la ministra de Relaciones Exteriores, Ekaterina Zajárieva, a países de Europa, Oriente Medio y ultramar. Las visitas del Primer Ministro a los países balkánicos, así como a Marruecos, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Libia fueron de suma importancia.

Y ya que comenzamos por las protestas, concluyamos con la aprobación, a mediados de diciembre, por mayoría absoluta en el Parlamento, de la ausente Ley de Asistencia Personal para Personas Discapacitadas, catalizador inicial de aquéllas. Al cabo de 190 días, las madres desmontaron las tiendas de campaña de la protesta. Si en 2019 se vayan a apaciguar los ánimos es algo que dependerá de la determinación de los gobernantes tanto en Bulgaria como en cualquier país de la UE, donde las supuestas medidas sociales de los gobernantes incrementan la riqueza de unos pocos y empobrecen a otros muchos. En el contexto de las caídas de la aprobación de presidentes de Estado y de Gobierno, de una UE en proceso de reformación y sin líderes descollantes y de las inminentes elecciones al Parlamento Europeo, es difícil hacer previsiones.

Versión en español por Daniela Radíchkova

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