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El viajero Pétar Vanev: “Todo comienza con el primer paso”



Pétar Vanev es el primer búlgaro que recorrió el sendero Cresta del Pacífico –que discurre de México a Canadá atravesando tres estados de la costa oeste de los Estados Unidos– , así como El Sendero de los Apalaches. Su pasión por los viajes fue provocada por el libro autobiográfico de la estadounidense Cheryl Strayed, titulado Salvaje, que cuenta la historia de la autora que decidió recorrer el sendero Cresta del Pacífico para reencontrarse a sí misma. Inspirándose en sus experiencias, Pétar empezó a recopilar información, y en 2017 decidió estar listo para asumir el reto y recorrer a pie los 4.240 kilómetros del sendero Cresta del Pacífico porque si no hubiera dado este paso, lo habría lamentado, dice y agrega que su experiencia fue insignificante pero la preparación fue lo más adecuada posible. Poco después de regresar a Bulgaria, en el mercado salió su libro Sendero a través del fuego y el hielo, en el que describe en detalle sus experiencias. El libro se convirtió en una guía para todos los soñadores valientes que decidieron seguir sus pasos.

La ruta del sendero Cresta del Pacífico atraviesa desiertos, montañas altas, bosques y su desnivel alcanza hasta los 4.000 metros. Pasa a través de zonas con diferentes características climáticas y grandes diferencias de temperatura. Por eso, Pétar aconseja que es bueno tener dos tipos de equipamiento: uno para el clima frío y otro, para el caliente.



Por El Sendero de los Apalaches la lluvia fue un problema
–comenta el viajero– . Ahí hay que saber cómo mantener secas las pertenencias. El cambio brusco de altitud con ascensos y descensos continuos, senderos empinados cubiertos de piedras mojadas y resbaladizas entrañan riesgos a cada paso.



Según Pétar, planear todo el recorrido es una tarea ardua debido al elemento de imprevisibilidad. Es bueno que el viajero disponga de un plan aproximado que sea, además, flexible. Es por eso que Pétar Vanev no puede decir con exactitud cuántos kilómetros ha recorrido. Señala que en el primer trayecto recorría una media de 25 a 30 kilómetros por día, y en el segundo, de 30 a 32 kilómetros.

Partiendo a miles de kilómetros de distancia, lejos de sus seres queridos, Pétar sentía cierta ansiedad.



Como un viajero inexperto, tenía muchos temores, principalmente a lo desconocido
–confiesa– . No obstante ello, no dejé que eso me impidiera tomar la salida. A partir de allí, cada paso que daba me hacía avanzar. Todo comienza con el primer paso. Y así, hasta el final del primer trayecto.



Durante el periplo, Pétar conoció a jóvenes de 18 años y personas mayores de 70 e incluso 80 años de edad que le inculcaron la confianza de que hay buena gente dispuesta a ayudar sin esperar nada a cambio. El viajero tuvo que superar varios obstáculos:



Semejante travesía es un gran desafío para la física y la psique
–explica Pétar– . Cuanto más nos autodesafiamos, nos volvemos cada vez mejores en lo que hacemos y nos convertimos en una copia mejor de nosotros mismos. Cada nuevo reto nos brinda una nueva experiencia que podemos usar en el futuro. El cuerpo se adapta a la carga y entonces el reto se convierte en un juego de la psique. Por eso uno debe ser fuerte y tener confianza en sí mismo y en la capacidad de motivarse en los momentos de desesperación y duda para afrontar los peligros que pueden impedirle realizar su sueño.



Pétar está convencido de que, además de fuerte carácter y motivación, el viajero debe tener fuentes concretas de inspiración y confianza para poder seguir adelante, tales como fotografías de familiares y amigos.



Su primer viaje Pétar Vanev financió por sí mismo, y el segundo se hizo realidad gracias a los patrocinadores. Según su experiencia, encontrarlos y persuadirlos es la parte más difícil del proyecto.

El viajero revela cuál es su siguiente meta, además de publicar un libro sobre el Sendero de los Apalaches.



Todavía me queda la última ruta de la Triple Corona del senderismo conformada por el sendero Cresta del Pacífico, El Sendero de los Apalaches y la Divisoria Continental
–explica Pétar– . Es un recorrido de unos 12.700 kilómetros de longitud. El último paso, el más largo, es la Divisoria Continental. ¿Será esta la travesía más desafiante y peligrosa?, esto espero descubrirlo en 2019. La Triple Corona no es una recompensa material, sino una evaluación de las capacidades del ser humano. Creo que si consigo hacerlo, también otros podrán si realmente lo desean.

Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal

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