Muchos de los llamados conciertos de gala en que actúan las divas más encumbradas de la ópera se asocian más al esplendor y el dinero que a la música. Por esto no soy un partidario de tales conciertos. Sin embargo, el concierto de Krassimira Stoyanova aquí en Zagreb lo recordaré de por vida, precisamente por la música y el excelso arte de la soprano búlgara de fama mundial. Krassimira Stoyanova no hace casi nada para mantener su estatuto de diva operística valiéndose de recursos mundanos como estilo de moda o comportándose como una estrella inabordable. Ella es una auténtica diva del arte vocal y de la profunda comprensión de la música que interpreta.

La primera señal de su entrega al arte y no al brillo externo que acompaña la visita de una gran estrella ha sido el programa que Krassimira Stoyanova ha elegido. En la primera parte se ha presentado con dos perlas del repertorio operístico eslavo, encarnándose en el papel de Tatyana en la “Escena de la carta” de la ópera Eugenio Oneguin de Tchaikovski y en la “Canción de la Luna” de “La Sílfide “ de Dvorak. Fue un intermezzo bien seleccionado y divertido la “Marcha egipcia” de Johann Strauss hijo, interpretada por la Orquesta Sinfónica de la Radio y Televisión de Croacia bajo la batuta de Tonci Bilic, la cual condujo al público al aria de la heroína egipcia Aida. El aria famosa “Ritorna Vincitor” elegida para colofón de la primera parte elevó aún más el grado de las expectativas sobre el resto de la velada. El concierto culminó con la interpretación magistral de “Io son lumile ancella”, el aria de Adriana Lecouvreur del primer acto de la homónima opereta de Cilea, la cual fue una descripción precisa del credo de Krassimira Stoyanova: el de ser servidora humilde al arte. El público fue cautivado asimismo por otra aria muy popular “Ebben ne andró lontana “de Wally de la ópera “La Wally” de Catalani. Sin embargo, lo que grabó este concierto profundamente en mi memoria, lo que me dejó sin aliento y llenó de lágrimas mis ojos fue la gran escena de “Otello”, de Verdi: la Canción del Sauce de Desdémona que concluye con la divina pero, al mismo tiempo, tan profundamente humana y trágicamente emocional, Ave María.

Sólo un artista grandioso de la talla de Krassimira Stroyanova es capaz de hechizar al auditorio, incluso sin la ayuda del escenario y el decorado operísticos y de sumergir a todos los oyentes en la tragedia del protagonista operístico únicamente al hacer gala de su voz y su reencarnación artística en el papel. Krassimira Stoyanova ha recreado todo el drama con un control estupendo de su voz. Cada tono denotaba sentido, color y emoción.

Quienes hemos presenciado el debut en Croacia de Krassimira Stoyanova nos hemos sentido extraordinariamente felices al enterarnos de que no deberemos aguardar mucho tiempo para la próxima cita con una de las sopranos indudablemente más famosas de nuestra época. La diva volverá en diciembre del año en curso al escenario de la Sala de Conciertos “Vatroslav Lisinski” de Zagreb para actuar en el “Réquiem” de Verdi.

Versión en español por Mijail Mijailov