Afirma que fue a Ibiza por una corta temporada, pero que ya lleva 10 años ahí. Su silueta, cogiendo su guitarra y con el pelo al viento, se resalta sobre  el cielo ardiente que cubre la isla. Además de tocar música, el búlgaro Oggie Marinski es experto en bailar con fuego, y a menudo se le puede ver en un espectáculo ardiente. Como bailar con “poi” (una pelota atada a una soga para hacer malabarismos con fuego) no es típico de Bulgaria, me siento tentada de preguntarle cómo descubrió el fuego.

 Es una larga historia, sonríe Oggy. Además de llevar 10 años viviendo en España, también viví 15 años en China. De hecho, ahí es donde comenzó todo el asunto. Viviendo en China viajé a Tailandia, donde veía a la gente bailar en sus islas y me encantó. Pero me dije que yo nunca podría hacer eso. Al cabo de unos años, sin embargo, un chico me mostró elementos del baile con fuego. Empecé a entrenar, pero en serio: soy un poco fanático en todo lo que hago. Durante dos o tres años entrené en mi casa. Una vez les enseñé a mis amigos chinos lo que había aprendido y comenzaron a invitarme a hacer shows. Así es como empecé.

Sobre la sensación de dominar el fuego, explica: La gente piensa que el fuego es peligroso porque es un elemento; yo también lo pensaba, y al principio tenía miedo. Pero cuando lo controlas no es peligroso, solo lo parece, se ríe Oggie. Mientras hago el espectáculo entro en trance y el tiempo es muy subjetivo tanto para mí como para el público. Son 10 minutos y parece que haya pasado media hora.

Oggie Marinski fue a China como estudiante de la primera promoción de Filología China de Bulgaria. Luego dejó las actividades filológicas y trabajó durante años como agente inmobiliario. Sin embargo, a sus ojos, el país asiático está cambiando.

Ya no es la antigua China que conocemos por libros y películas. Se ha convertido en más América que la propia América. Y después de los Juegos Olímpicos de Beijing, me fui, dice Oggie. Encontró por sí mismo otra tierra prometida: Ibiza. Junto con el baile con fuego, también volvió a él la música, que había entrado en su vida cuando de niño su abuela le enseñó a tocar la armónica. A los 10 años empezó a tocar la guitarra. Hoy toca música clásica, rock y flamenco, aunque admite: No lo llevo en mi corazón. El flamenco es una forma de pensar y de vivir.

Como Ibiza es la meca de la música electrónica, ese tipo de música también lo sedujo, y anticipa que su próximo proyecto será en este estilo. Encuentra un lugar para expresarse en clubs, fiestas o simplemente en la parte occidental de la isla al atardecer. Pero se toque lo que se toque, no funciona sin inspiración, y cada creador encuentra la suya propia.

La inspiración viene de tocar, dice Oggie. Cuando toco me inspiro, pero se va acumulando gradualmente. Y por supuesto, también viene de la vida exterior: la naturaleza, las impresiones del mundo. Tengo la suerte de estar en un lugar así, porque Ibiza es muy colorida y aquí hay muchas fuentes de inspiración.

Todo el que ha estado en Ibiza quiere volver, añade Oggie Marinski. Para los turistas es una isla de fiesta, para el resto, algo diferente. Es un lugar pequeño en el que nos conocemos todos. Estoy hablando de quienes vivimos aquí todo el año. Cuando los millones de turistas se van, lo que queda es el espíritu de Ibiza, dice Oggie. ¿Pero cuáles son sus prioridades en la vida y qué lo impulsa hacia adelante?

Lo primero que me viene a la mente es la libertad. La libertad de seguirme a mí mismo, mi instinto interno, por así llamarlo, no a la sociedad, ni a los amigos, ni consejos de esto o aquello. Así que en los últimos años no me he alejado mucho, reconoce Oggie. Hay demasiado ruido afuera. Ahora vivo solo en el bosque, así es como me puedo escuchar lo que me pasa y me esfuerzo al máximo por seguir a mi “yo” interior. Para mí, este es uno de los mayores valores a nivel personal.

Versión en español por Marta Ros
Fotos: Archivo personal