Noveno festival de filmes dedicados al montañismo

Publicado el 22/12/09 09:21

A finales de noviembre se celebró aquí en Bulgaria la novena edición del Festival de filmes de montañisno. Su sede fue como en ocasiones anteriores la ciudad de Bansko, ubicada en el sudoeste del país, al pie de la hermosísima montaña Pirin, cantada en tantos y tantos versos.
Tiene esa novena edición la particularidad de brindarle carácter ya internacional al acontecimiento y del área hispanohablante contó con la participación de tres países: Chile, Venezuela y Perú.
Vamos a hablarles a continuación de la presencia chilena en el festival de Bansko, ya que por así decirlo tiene su gota de sangre búlgara.

“Sí, se trata de la película documental, titulada Las huellas del Chaitén, una producción de Chilevision e Imago, de 2009.
Pero, y ahí viene lo que no puede dejar de atraer nuestra atención: su director es un artista búlgaro, Iván Tsibulka.
Iván estudió y se graduó en la escuela de cine de Berlín, en la República Democrática Alemana, país hoy desaparecido y que viene a ser la parte oriental de la Alemania actual.
Entonces conoció ahí a una compañera de facultad, chilena, Lily Gálvez, residente en aquel país junto a muchos otros exiliados chilenos. Posteriormente Ivan y Lily se casaron, vinieron a vivir a Bulgaria, y luego, con la llegada de la democracia a Chile, se radicaron en el país sudamericano.
Hoy ambos siguen trabajando de documentalistas y también profesores universitarios en sus respectivas especialidades.
Volviendo ahora a Las huellas del Chaitén, el documental dirigido por nuestro compatriota Ivan Tzibulka con que Chile participó en el Noveno festival de cine de Bansko, debo decirles que me dejó muy emocionada. La historia es la siguiente: en mayo de 2008 el volcán Chaitén, en el sur de Chile, despierta después de muchos años y se produce una tremenda erupción. El pueblo queda altamente afectado, la población es oportunamente evacuada y queda a la espera del desarrollo de los acontecimientos naturales.
El filme se ocupa de los destinos de esa gente que ha dejado en el pueblo de Chaitén su casa, sus recuerdos, su trabajo, en definitiva, su vida . Y tiene que rehacerla en otro poblado o bien volviendo a Chaitén.
Es realmente impactante la tenacidad de esas personas, su coraje en el impulso por volver a Chaitén, por hacer revivir el pueblo sepultado bajo las cenizas.
Hay sin embargo decisiones que no dependen de la voluntad humana. Los científicos llegan a la conclusión de que volver a Chaitén es peligroso y las autoridades deciden construir la nueva ciudad de Chaitén a unos 10 km de la antigua.
Sin dejar de lado la belleza de los paisajes, los aspectos técnicos de la película, para mí, lo que me llega más de cerca, es ese apego al terruño, esa voluntad de hacer su vida a su manera, de ir en busca de la felicidad que el director ha visto en los habitantes de la destruida cuidad de Chaitén. Y esa parece ser la actitud de Ivan Tzibulka, una actitud de admiración y cariño, para con los chilenos y para con su patria de adopción”.

По публикацията работи: Maria Pachkova

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