La gloria militar búlgara

El 6 de mayo celebramos en Bulgaria el día de San Jorge, según el calendario de la Iglesia Ortodoxa Búlgara, la más difundida en este país. Es el día de San Jorge el vencedor, el día del triunfo del bien sobre el mal. En su génesis encontramos también la influencia de algunas fiestas paganas relacionadas con el renacer primaveral de la naturaleza y el afluir de energía vivificante a ella. En el santuario de la religión ortodoxa, este día se convierte en símbolo de la valentía y la nobleza guerrera, del honor y la caballerosidad.
Desde hace siglos, San Jorge es protector de los guerreros y guardián de sus virtudes. Una vez que bajo el reinado del príncipe Borís, en el siglo IX, Bulgaria adopta el cristianismo, esta fiesta ocupa un lugar privilegiado en el santoral búlgaro.
Se ha hablado y escrito mucho de las hazañas de los soldados búlgaros a través de los siglos. Entre tantos extranjeros, lo hicieron en el siglo XVI el historiador sevillano Pedro Mejía, y en el siglo XX, el coronel Manuel Lon, también español, este último como acreditado oficial de España ante el Cuartel general Búlgaro en la Primera Guerra Balcánica, de 1912, y en la Primera Guerra Mundial, de 1916 a 1918.
No hay una sola bandera búlgara que haya sido capturada en combate por los enemigos. Los soldados búlgaros no han perdido muchas batallas, pero Bulgaria sí ha perdido muchas guerras, por culpa de sus políticos y diplomáticos, no de sus oficiales y soldados.
La Edad Media es testigo de numerosos triunfos búlgaros en campos de batalla. A comienzos del siglo VIII el kan búlgaro Térvel salva Europa de la invasión de los árabes, que habían asediado Constantinopla y poco faltaba para que la tomaran. Y cuando en la otra península meridional europea, la Ibérica, los árabes habían irrumpido pocos años antes para invadir las actuales tierras españolas y llegar a Francia. Esta fue una victoria memorable de las tropas búlgaras que impidieron a los musulmanes atenazar a toda Europa. De no haber sido el soberano búlgaro Térvel, hoy día los almuecines árabes cantarían desde sus numerosísimas mezquitas en el centro de Londres y Madrid, de París y Praga, según se expresara un historiador británico hace muchos años.
A comienzos del siguiente siglo, el noveno, otro soberano búlgaro, el kan Krum, que los bizantinos llamaron Krum, el Terrible, llegó a los muros de Constantinopla para castigar la alevosía de los emperadores bizantinos y poco le faltó para que tomara la gran ciudad. En aquella época, había tres grandes potencias en Europa: Bizancio, el imperio de Carlomagno y la Bulgaria de Krum. Y tres grandes ejércitos.
Medio siglo después, otro soberano búlgaro, Simeón el Grande, ya cristiano, sería uno de los caudillos militares más importantes de Europa y su estado viviría su Siglo de Oro de la cultura y del poderío militar.
A comienzos del siglo XIII, la Cuarta Cruzada de los caballeros de Europa Occidental se dirigió a los Santos Lugares para rescatarlos de los sarracenos, o sea los árabes. Sin embargo, los cruzados se detuvieron en las tierras de Bulgaria y Bizancio, decidiendo que era más fácil pelear por aquí que en los desiertos de Palestina. Y aquí intervinieron otra vez las armas búlgaras. Los cruzados irrumpieron en Bulgaria para saquearla, pero el zar búlgaro Kaloyán les dio batalla campal en la que fue derrotada la flor de los caballeros de Occidente, según un cronista occidental testigo de la batalla. El emperador de los cruzados, Balduino de Flandes, fue tomado prisionero por los búlgaros y fue encerrado en una torre en Tarnovo, capital de la Bulgaria de entonces.
La victoria del rey búlgaro Kaloyán en Adrianópolis sobre los cruzados hizo que Europa hablase de ellos con espanto y respeto, según escribiera mucho más tarde el célebre Voltaire.
Otro hecho interesante: en la segunda mitad del siglo XII, las tropas del zar búlgaro Ivailo echaron a los temibles tártaros de las tierras búlgaras y balcánicas, cuando toda la costa norte del Mar Negro y otras muchas tierras europeas temblaban de horror ante sus hordas.
Después de oponer una tenaz resistencia a otras temibles hordas, las de los turcos otomanos, a fines del siglo XIV Bulgaria fue dominada por los sultanes y perdió su independencia política por cinco largos siglos. En todo este medio milenio, los búlgaros no dejaron de rebelarse con las armas en la mano contra sus subyugadores turcos. En 1878, lograron su libertad, peleando por ella en las filas del ejército ruso que combatió contra Turquía y la derrotó.
Recién formado, el ejército búlgaro se ve obligado a pelear por su patria en la guerra que Serbia le declara a Bulgaria en 1885. Las tropas búlgaras comandadas por tenientes y capitanes, hacen recular a los agresores serbios.
El ideal de la unificación de Bulgaria, desmembrada por las potencias, mantiene alta la moral de los soldados búlgaros en las dos Guerras Balcánicas, de 1912 y 1913, y en la Primera Guerra Mundial. Y en la Segunda Guerra Mundial, Bulgaria participa en la coalición antihitleriana en la última fase de la contienda, dando muestras de heroísmo y audacia en la liberación de Yugoslavia y Hungría de la ocupación nazi.
Y para citar unos hechos curiosos, es de patente búlgara el primer bombardeo aéreo en la historia militar. Lo practicaron dos aviadores búlgaros que lanzaron bombas sobre la sitiada fortaleza turca de Edirne, en 1912. Es búlgara también la primera mujer aviadora militar especializada en vuelos de reconocimiento.
Pero esto es historia. Hoy en día, los soldados búlgaros tienen nuevos ideales y objetivos: aportar su grano de arena a la salvaguardia de la paz en la Tierra.

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