El 19 de julio se cumplen cien años del nacimiento de un gran búlgaro, el suboficial Dimitar Spisarevski. Fue promovido capitán a título póstumo y, luego, en 2009, ascendido a coronel de las Fuerzas Aéreas de Bulgaria. Spisarevski se ha quedado en la historia por su extraordinario arrojo y su abnegación durante su primer, y último, vuelo de combate. El 20 de diciembre de 1943 durante la II Guerra Mundial, bombarderos estadounidenses efectuaban, una vez más, bombardeos nocturnos contra Sofía. Tras haber agotado todas sus municiones, Spisarevski embistió con su aparato contra uno de los bombarderos norteamericanos y a consecuencia de aquella colisión salvó la vida de numerosos ciudadanos inocentes.

Además de recoger un pasado glorioso, la historia aérea de Bulgaria tiene también su futuro en la persona de la nueva generación de pilotos de primera magnitud. Uno de éstos es el capitán Boris Maslarov. Su amor por la aviación se gestó ya en sus años de infancia cuando vio aviones, por vez primera, en el cielo sobre Velingrad, su ciudad natal.

Recuerdo que estaba sentado y veía con la mirada fija en ellos, los aviones que nos sobrevolaban, mientras mis amigos decían algo. Yo no los oía en absoluto, no quitaba los ojos de los aparatos que me habían cautivado. La profesión de piloto militar es muy seria y responsable, te obliga en cada momento a que des lo mejor de ti. Son justamente el dinamismo, la adrenalina y la gran precisión en el manejo del aparato los que te mueven a que te sientas vivo y cabal. En ocasiones incluso me pregunto si yo mismo he elegido esta profesión, o bien, ésta me ha elegido a mí.

El camino hacia la materialización del gran sueño cruza por la formación en la Facultad de aviación de la Universidad Militar Nacional “Vasil Levski” en Veliko Tirnovo y las horas de vuelo de instrucción en el grupo de instrucción de vuelo “Gueorgui Benkovski”, en la ciudad de Dolna Mitropolía. Hoy, el capitán Maslarov forma parte de los “Seis Magníficos”. Es uno de los primeros seis pilotos de élite incluidos en el nuevo programa de formación de pilotos de cazas.

¿Qué es lo que uno siente a los mandos de un avión militar?

Me resulta muy difícil describirlo con palabras. Se trata de un aparato muy potente, el vuelo es muy dinámico, las cosas suceden muy velozmente y el tiempo para reaccionar es sumamente corto. Los pilotos más avezados siempre nos enseñan que el pensamiento del piloto invariablemente debe adelantarse al avión para que así pueda estar preparado para cualquier contingencia.

Divisada desde la cabina del piloto de un caza Mig-29 Bulgaria aparece así: Se ve como una pequeña perla en medio de un azul inmenso. Es simplemente maravillosa. Despegas, te remontas, miras hacia abajo y das las gracias por la existencia de este país.

¿Qué significa la causa de ser un piloto militar de las Fuerzas Aéreas?

Toda persona tiene en su vida alguna causa en que cree y a la cual se atiene. Yo he confiado en la causa de ser piloto del Ejército de Bulgaria. Tengo fe en Bulgaria y estoy resuelto a defenderla. Ésta es mi misión, la de servir a mi patria.

Para el capitán Maslarov las duras condiciones de trabajo no sólo en Bulgaria, sino también a escala mundial sirven para la cohesión del colectivo y le mueven a uno a que confíe en el compañero que tiene a su lado. El piloto agrega que actualmente son muchos los búlgaros jóvenes que se muestran interesados por esta responsable profesión.

Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: FFAA