Un año después de su última exposición en la galería “Matiz” de Sofía –“El anciano y los tres mares”–, y 40 años después de haber estado en la ciudad con que sueñan todos los pintores –París–, Luben Zidarov una vez más expone obras en el mismo lugar. Mejor dicho, los lugares son dos: el primero es en París donde finalizó su exposición en enero y, el segundo, su próxima muestra en la galería “Matiz”.

Un artista por vocación debe ser un ser extraño en la realidad de su día a día o en la realidad de su imaginación. Luben Zidarov siempre ha podido estar en dos lugares a la vez. Para él la percepción directa refleja no tanto la imagen, sino el perfil de la emoción provocada por el encuentro con ésta. Zidarov siempre ha dicho que su primer contacto con París había despertado el artista visual en él, escondido detrás de la presencia del ilustrador. Esta exposición es un homenaje hacia la ciudad del arte y hacia el mundo, para el que esta honra aún tiene importancia. Fiel a la tendencia tradicional de hacer de las palabras y las imágenes un juego, Luben Zidarov nuevamente bromea con la marcha inalterada del tiempo: la “armonía inversa” del París descuidado de hace cuatro décadas y el joven pintor apresurándose hacia sus descubrimientos artísticos y el sabio creador que inesperadamente encuentra su juventud en la imagen de una ciudad renovada, conocida y desconocida, vieja y joven, como el propio arte y la necesidad de él.

Versión en español por Ludmila Sávova