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Pelagea Vídinska dictaba la moda en el Principado de Bulgaria

| Actualizado el 26/05/20 07:04
Foto: Pixabay

Después de la Liberación de Bulgaria del dominio otomano, la nueva capital del país, Sofía, tardó apenas unas pocas décadas en transformarse en una ciudad de instalaciones modernas, calles amplias y edificios impresionantes. El contacto con la cultura europea, las universidades y los viajes influyeron en muchos ciudadanos, que formaron un estrato de personas con un gusto refinado y una mente abierta a las ideas progresistas del Viejo Continente. Dando rienda suelta a su forma de concebir al mundo, los habitantes de Sofía se fijaban cada vez más en su apariencia y a menudo consultaban las revistas de la capital de la moda, París.

A principios del siglo XX, en las mayores ciudades del país ya se cosía ropa a la manera francesa, pero la legisladora de la moda en el Principado de Bulgaria era una: Pelagea Vídinska, nacida en 1896 en el seno de la familia de un militar. De su estudio salían los atuendos para las damas de la alta sociedad. Entre ellas, descollaba la zarina búlgara Juana de Saboya.

La joven Pelagea obtuvo su apellido por el nombre de Vidin, la ciudad danubiana donde había sido destinado su padre. Hombre perspicaz y adinerado, envió a su hija al Colegio de Salónica para obtener lo mejor del sistema educativo y aprender los idiomas europeos que más se hablaban en aquel entones. Ya que dominaba francés y alemán, Pelagea pudo comunicarse en pie de igualdad con las casas de moda que dictaban las tendencias en los países europeos.

Las décadas de 1920 y 1930 fueron marcadas por muchas mujeres diseñadoras, no solo en Europa sino también en Bulgaria −dice Elitsa Pavlovich, autora del proyecto Las Ilustradoras− . Así que Pelagea Vídinska fue parte de un movimiento mucho más grande en la moda y no estaba cerrada únicamente en las fronteras de Bulgaria. Mantenía contactos con París y presenciaba desfiles de moda en la capital gala. No sabemos si conocía personalmente a las grandes diseñadoras de la época, incluidas Jeanne Lanvin y Coco Chanel, pero sin duda vio sus creaciones.

No existe información sobre qué despertó el interés de Pelagea Vídinska por la moda, pero aparentemente poseía un don que le ayudó a darse cuenta de que atenerse ciegamente al estilo parisino no era aplicable en un país que se encuentra en la encrucijada entre el Oriente y Occidente. Conociendo bien los trajes tradicionales búlgaros, un día cosió sus bordados en la ropa secular.

Desde los albores de su carrera, Pelagea Vídinska estableció contacto con las casas de moda más importantes de Francia. En una entrevista con una revista de moda, la modista habló sobre el gran éxito que sus vestidos cosecharon en París, agregando que una famosa casa de moda gala le encargó elaborar ropa con bordados al estilo búlgaro.

Cada vez que regresaba de París, Pelagea Vídinska preparaba una colección con las más novedosas tendencias en vestuario femenino. Ha quedado en la historia su pasarela de 1928 en el Teatro Real de Sofía con la participación de 20 maniquíes. La primera parte contenía trajes civiles y trajes típicos con los nombres de Macedonia, Ojrida azul, Lovech,Shope, Boyarda, y la segunda presentaba trajes inspirados en la moda parisiense. Independientemente de lo que elaboraba, usaba solo telas de primera clase y cuidaba de la línea de la prenda. No es casual que en ella confiaran estrellas de la talla de Mimi Balkanska, conocida como “la reina de la opereta” de Bulgaria.

Descollaba por su talento, ya que la moda es arte −comenta Elitsa Pavlovich− . Ya que estaba bien educada en términos de su trabajo, esto le permitió hacer una amalgama interesante entre los vestidos clásicos de cintura baja y las chaquetas específicas, por un lado, y, por otro, las trenzas y los bordados búlgaros. También tenía don de negocios y creó su propia casa de moda absolutamente sola, un logro excepcional para una mujer que no podía contar con la ayuda financiera o moral de un marido, algo que era importante en aquella época.

Llamaban a Pelagea Vídinska la Coco Chanel búlgara, tal vez porque ambas iniciaron su trayectoria en la moda al mismo tiempo, siempre vestían elegante y eran intransigentes en lo que a calidad y gusto se refiere. A diferencia de la diseñadora francesa, cuyo imperio de la moda prosperó, la modista búlgara lo perdió todo después de 1944, año en que en Bulgaria se estableció un régimen prosoviético. Hasta el final de sus días vida en 1960, se ganó la vida como figurinista en el Teatro Nacional de Sofía y se le permitió elaborar los trajes tradicionales búlgaros del Conjunto Folclórico "Filip Kutev".

Versión en español de Hristina Táseva



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