La primera visita del jefe de Estado serbio Aleksandar Vucic a Bosilegrad y la región que se realizó en los últimos 97 años, y con la cual fueron echados los cimientos de un ambicioso programa encaminado a resolver los problemas en el país, se ha convertido en un motivo de detención de dos ciudadanos de origen búlgaro. El caso ha provocado una amplia repercusión en Bulgaria y el Ministerio de Exteriores ha reclamado una explicación del embajador serbio acerca las causas de la detención que “provocó una reacción negativa en Bulgaria”.
“Como persona nacida y criada en Bosilegrad quería decirle al presidente Vucic que en esta ciudad hay muchos problemas. Evidentemente nuestro deseo de llamar su atención a los problemas en Bosilegrad no le gustó a alguien, señala Daniela Mijailovic, una de las personas que fueron detenidas antes de la breve visita del Vucic en su ciudad natal. Para Radio Bulgaria esta joven madre ha explicado: “El hecho de que el presidente haya elegido llegar a bordo de un helicóptero muestra que probablemente sabe que las carreteras que conducen a Bosilegrad no están en buenas condiciones.
Si hubiera utilizado un coche hubiera visto cómo se viaja a Bosielgrad. Fuimos detenidos tras una denuncia de alguien de que habíamos violado el orden público o de que habíamos perturbado al presidente con nuestras pancartas. En las pancartas estaba escrito que reclamamos la dimisión del alcalde Vladimir Zajariev, que nos atormenta la pobreza y que estamos hambrientos”.
En una carta abierta enviada a la defensora del pueblo y a distintos ministerios, la cual no fue seguida por una respuesta, los vecinos de Bosilegrad informan de los problemas ecológicos en la región que no han encontrado una solución durante varios años y que están provocados por el funcionamiento de la mina Karamanitsa, cerca de la ciudad y la que se encuentra en el monte de Biasna kobila.
“Las actividades en esta montaña causan su destrucción y hundimiento. Las personas allí no se sienten a salvo porque no saben dónde se producirá una nueva destrucción, señala Daniela. En la montaña ya se ha