En los últimos 5 años Bansko cobró una imagen completamente nueva. Contradiciendo a todos los principios del turismo sostenible, esa antigua ciudad ubicada en la frontera del Parque Natural Pirin, experimentó un crecimiento turístico incontrolado que causó daños irreversibles al paisaje local. Hace tiempo que los hoteles y pequeñas villas construidas en formas muy precipitadas traspasaron las fronteras de la ciudad y se adentraron en la montaña. Durante la temporada de invierno las calles de Bansko están atascadas de coches y grandes autobuses turísticos. Antes de llegar al teleférico los turistas deben abrirse camino a través de las pequeñas tiendas instaladas en la acera misma de las calles. Cuando se internan en la montaña les esperan pistas de 70 kilómetros de longitud así como nuevas colas al pie de los telesquí.

A juicio del alcalde del municipio, Alexander Kravarov, actualmente Bansko cuenta con más de 14 mil camas. Durante el invierno está ocupado un 70% de las instalaciones a diferencia del verano cuando muchos de los hoteles cierran por falta de clientes. La buena nueva es que en los últimos meses casi se han congelado las obras de construcción en la ciudad.
“Tal vez la crisis económica se hace sentir en Bansko pero para nosotros así es mejor porque no se sabe hasta dónde nos hubieran llevado las grandes inversiones en el campo de la construcción, manifiesta Alexander Kravarov. El estancamiento en la construcción es benéfico para la ciudad. Además, creemos que no está bien que en invierno nos visiten 800 mil turistas y en verano apenas unos 150 mil”.


A juicio del alcalde de Bansko, una de las maneras de convertir la ciudad en un centro turístico que atraiga a turistas durante todo el año es que la ciudad cobre fama de un centro deportivo. Desde principios del año, unos 20 equipos han entrenado en los estadios deportivos de Bansko. Actualmente el ayuntamiento está construyendo nuevas instalaciones deportivas. El próximo año la ciudad acogerá el campeonato Mundial de Biatlón de verano, están por celebrarse otros acontecimientos deportivos con la participación de equipos búlgaros y extranjeros. Bansko es punto de partida para el senderismo en medio del bello monte Pirin. Atraviesan los bosques seculares de ese monte senderos que llevan a acogedores chalés en el seno de la montaña. Por esto, durante las bolsas turísticas, en las que Bansko participa tradicionalmente, se popularizarán las posibilidades para descanso en la montaña durante todas las épocas del año. Los empresarios depositan esperanzas en el turismo balneológico y SPA ya que el centro cuenta con hoteles de lujo y con centros SPA modernos. Muy cerca se encuentra la aldea de Dobrinishte que ofrece a los visitantes manantiales de agua termal. Aportan un colorido especial al viaje a Bansko el folclore local y las tradiciones ancestrales, la cocina de Bansko puede satisfacer los gustos más refinados y el paladar más exigente.

“Los turistas que nos visitan se convierten en amigos de Bansko, dice Eliana Stereva del ayuntamiento. ¿Qué es lo que hacemos? Les damos un trato personalizado y no los consideramos como simples turistas. La atmósfera en el casco antiguo de la ciudad está completamente conservada, los turistas pueden pasear por las estrechas calles, visitar tabernas, escuchar música auténtica y saludar a las abuelas sentadas en los bancos delante de sus casas. Todo esto crea un ambiente inconfundible. Además, Bansko no se puede comparar con otros centros de esquí porque es una ciudad viva en que guarda sus tradiciones”.


Después del boom turístico que alteró por completo la imagen de la ciudad renacentista, acurrucada al pie del monte Pirin, los habitantes se dan cuenta de que el turismo no significa solo hoteles y restaurantes nuevos. Actualmente se presta especial atención al folclore local, a los recorridos en el seno de la montaña y a otros tipos de turismo amigable con la naturaleza.

Por Veneta Nikolova
Versión al español de Hristina Taseva