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Segundas nupcias

En otros tiempos se casaban por segunda vez sólo los que habían quedado viudos cuando jóvenes.
Foto: Veneta Nikolova
El divorcio era desconocido en la cultura búlgara de antaño. Pero incluso las costumbres conservadoras de los búlgaros tradicionales permitían que tanto el hombre, como la mujer, volvieran a formar familia. ¿Qué cómo ocurría esto?

Las primeras nupcias son como el primer sueño, el más dulce, decían los búlgaros de antaño. Según una creencia popular, los cónyuges casados por primera vez se reunirían de nuevo en el Más Allá.
En otros tiempos se casaban por segunda vez sólo los que habían quedado viudos cuando jóvenes. Pero ni a ellos les resultaba fácil, porque se acataba la regla de que un viudo no se podía casar con una soltera, ni una viuda, con un soltero. A veces, un viudo o una viuda debían esperar 10 o hasta 15 años para lograr crear una nueva familia.

Una canción búlgara cuenta que hubo casos en que uno se casaba por tercera vez. En esta canción, el marido se dirige a su mujer, de la que él era el tercer marido. Y le decía: “María, ¿con quién lo has pasado mejor, con tu primer marido, con el segundo, o ahora conmigo, que soy el tercero?”
A lo que ella contesta: “El primero era pobre, pero me gustaba y yo lo quería. El segundo era más rico y con él también lo pasé bien. Pero con quien mejor vivo es contigo, porque tú eres el más rico”, afirma la mujer.
Lo cual no le impide recordar un suceso a primera vista insignificante de su vida con él. Fueron invitados a una boda. La costumbre exigía que ella preparara un pan ritual para obsequiar a los novios. Pero su marido, rico, mas tacaño, le dijo que hiciera la hogaza de harina de centeno, de baja calidad. Y es que para los panes festivos era usada la harina de trigo más blanca y más fina.
La mujer obedeció sin decir palabra. Fueron a la boda y llegó el momento en que toda mujer debía desatar el paño en que traía envuelto el pan que había preparado para los novios. Y todos vieron que el pan de ella era el más feo.
Diciendo esto a su marido, cobró coraje para espetarle: “Por eso tú eres el peor, con ninguno de los otros dos había sentido tanta vergüenza y me había dado tanta rabia”.
Entonces, el esposo se le abalanzó encima, pero en ese instante sus brazos quedaron paralizados: un castigo de Dios por una falta grave, según la moral tradicional de los búlgaros. Sigue la moraleja: a pesar de sus reveses y penurias, la vida de los viudos y las viudas es preferible a la que uno debe llevar si sus segundas nupcias resultan un fracaso.

“Las canciones populares búlgaras relatan diversas historias de hombres que abandonan a su primera esposa para casarse con otra mujer. En una de ellas aparece un hombre que busca otro amor, porque su mujer ya no es tan bonita como durante el primer año de su matrimonio, porque había tenido con él 9 hijos.
En otro caso ocurre todo lo contrario: un hombre quiere casarse de nuevo, porque no tiene hijos con su primera mujer.
En ambos casos el hombre se va muy lejos para hallar una nueva mujer, pero cuando regresa con ella, resulta que su primera esposa está transformada. En el primer caso, aconsejada por su suegra, se ha ataviado con sus mejores vestidos y ha recuperado su encanto. Cuando el hombre la ve, enseguida se enamora y vuelve con ella.
En el otro, la mujer estéril ha tenido un hijo por arte de birlibirloque, por lo menos así afirma la canción, y cuando se entera de esto, su marido decide volver con ella.
En fin, los búlgaros también tienen un dicho que reza: “Si no lo veo, no lo creo”. Y otro, que reza que si no es cierto, por lo menos está bien inventado.

Versión en español de Venceslav Nikólov
По публикацията работи: Rumiana Panayotova


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