«Nikulden», o Día de san Nicolás

Publicado el 04/12/09 12:57

Foto: Radio Bulgaria

El 6 de diciembre, día de San Nicolás, es una fiesta muy celebrada por todos los búlgaros. Este santo, según la creencia popular, es patrono de los pescadores y los marineros porque se considera que tiene poderío sobre las tempestades en el mar
San Nicolás es también soberano de los fríos y nevadas invernales, de los que depende la fecundidad de la tierra.
Hay más: a este santo se le considera asimismo señor de la familia y la estirpe, protector del hogar y de los animales domésticos. Por esto el día es celebrado en cada casa búlgara, además es tema de muchas canciones folclóricas.
Existen muchas leyendas vinculadas con la vida y obra de San Nicolás. Muchas de ellas explican por qué en este día el pescado es plato obligado en la mesa búlgara.
Dice la leyenda que durante los largos días de ayuno que preceden Navidad, la santa Nedelia, cuyo nombre traducido literalmente sería santa Dominga, decidió invitar a todos los santos a cenar. Cuenta de ello en detalles una canción ritual entonada en el día de San Nicolás. En la mesa preparada para los santos varones había de todo lo que da la tierra, mas de repente la santa anfitriona se dio cuenta de que el único comensal que faltaba era San Nicolás y que en la mesa no había ni un solo plato de pescado.
Se entristeció mucho Santa Nedelia y decidió invitar a parte a San Nicolás con todo su respeto. Envió un recado a casa del santo y éste asintió visitarla y cuando lo hizo trajo consigo un plato de pescado.
La tradición exige que en el día de San Nicolás todos: ricos y pobres, pescadores y agricultores, marineros y artesanos, coman pescado. Y no cualquier pescado, sino carpa. ¿Qué por qué?
Según la creencia popular justamente una carpa le ayudó una vez al santo a que salvase una lancha a punto de hundirse. Desde entonces este pez se convirtió en ayudante preferido de San Nicolás.
Hay quienes creen también que la carpa posee un signo divino, porque tiene en la cabeza un pequeño hueso en forma de cruz. En tiempos remotos se consideraba que este huececito posee una fuerza protectora y curativa.
En la mezcla de creencias cristianas y precristianas sobre la carpa, encontramos otro eco de la mitología.
Reza la leyenda que la carpa que haya llegado a los 40 años de edad, se convierte en basilisco. Y el basilisco, fíjense, es considerado protector de los sembradíos. Por esto, en su honor, el pescado que se come en el día de San Nicolás, de no ser una carpa, tiene que tener escamas.
Aunque el día cae en pleno invierno, el pasado se solía ir al río o al lago para asegurar una presa recién pescada para la mesa festiva y sólo en casos extremos se optaba por pescado salado que, sin embargo, debía ser limpiado y lavado minuciosamente para que pareciera fresco.
En diferentes zonas de Bulgaria la carpa que se sirve el 6 de diciembre, día de San Nicolás, se prepara a base de distintas recetas. Según una de ellas, el pescado se echa al horno rellenado de cebolla y nueces picadas doradas antes en aceite. Resulta más sabroso, cuando la carpa se coloca sobre un lecho de cebolla picada fina y arroz hervido.
En otras regiones la carpa se pone al horno envuelta en una hoja de pasta. La masa sigue la forma del pescado y algunas amas de casa se dan el trabajo de trazar las escamas, la cabeza y la cola. Este plato era tema de muchas viejas anécdotas en el pasado.
El día de San Nicolás el pope tenía que recorrer toda la parroquia para bendecir la comida y la gente le pagaba con un pedazo del plato ritual, dejando que el propio sacerdote cortase un pedazo del manjar. Pero teniendo en cuenta el legendario buen apetito de los clérigos, no era cosa rara que ellos separaran para sí una parte bastante grande de la carpa de la que comería luego toda la familia. Por eso las amas de casa se ingeniaron en amasar una hoja bastante más grande que el pescado, poniéndole a la carpa una cola más grande para que el sacerdote se quedara con más pasta que pescado en las manos.
En la mesa festiva en el día de San Nicolás se coloca también un pan ritual. El veterano de la familia parte el pan levantándolo sobre su cabeza como una bendición para que los sembradíos brotaran altos y que la tierra diera más trigo el próximo año.
Este mismo simbolismo obedecen algunos otros platos rituales que antes se solían poner en la mesa en este día: pimientos rellenos de arroz o bien hojas de parra o de col con el mismo relleno, maíz y trigo hervidos.

Versión en español de Katia Dimánova

По публикацията работи: Rumiana Panayotova

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