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Malko Tarnovo, un paraíso por descubrir

El Museo de Historia y de Arqueología
Foto: Wikimedia Commons

En el extremo sudeste de Bulgaria, a lo largo de la frontera con Turquía, se eleva la montaña Strandzha. En medio de sus laderas, por el sudeste, está acurrucada la pintoresca población de Malko Tarnovo.
Para los aficionados al turismo ecológico esa zona es una verdadera tentación, sobre todo en el otoño, que suele ser suave y benigno. Entonces los extensos bosques, coloreados de amarillo dorado, ocre y naranja, invitan a interminables paseos.
Malko Tarnovo fue fundada por tribus tracias, que establecieron en nuestras tierras la primera importante civilización. De aquellas lejanas épocas quedan hasta hoy numerosos hallazgos arqueológicos. Las zonas aledañas a Malko Tarnovo están sembradas de necrópolis y dólmenes, sepulcros formados por dos hasta cuatro piedras verticales rematadas por otra horizontal. Además, aquí se ha descubierto un singular túmulo tracio abovedado de los siglos IV a III a. de C. Entre los siglos I y IV d. de C. cuando esas tierras pasaron a formar parte del Imperio Romano, la población pasó a ser posta militar.

La población, tal como la conocemos ahora, fue creada por familias de señores feudales que tras la invasión otomana a nuestras tierras en el siglo XIV, se vieron obligadas a abandonar la capital, Veliko Tarnovo, y buscaron refugio en los recónditos pliegues del monte Strandzha.
En los siglos XVIII y XIX, conocidos como Renacimiento nacional, Malko Tarnovo ya era animado centro artesanal y comercial.
Un recuerdo de la historia de Malko Tarnovo es el templo de la Asunción de la Virgen, del siglo XIX, como también varias casas de la misma época, de arquitectura tradicional. En la casa Popikonomov se puede visitar la colección etnográfica con trajes típicos de la zona y muestras de las costumbres locales.
La arquitectura de esas casas se distingue por la amplia terraza, la planta baja de piedra, donde está instalado el taller del dueño del hogar, o bien su comercio, si tenía esa ocupación; la planta superior era la parte residencial y se elaboraba enteramente de madera de haya. Los visitantes de hoy quedan embelesados por el profuso tallado en madera de los espaciosos interiores.
Si recorremos la calle principal de Malko Tarnovo llamará nuestra atención la casa de Veliko Gueorguiev, cuya hermosa fachada, de 18 m de largo, es elocuente muestra del esplendor que vivió esa localidad en la época del renacimiento nacional.
Malko Tarnovo y su zona son conocidas por el original folclore y tradiciones bien conservados. Las demostraciones del folclore musical y danzario son uno de los grandes atractivos turísticos del lugar.
El pueblo de Balgari, por ejemplo, a pocos kilómetros de Malko Tarnovo, es el único lugar donde todavía se practica la danza ritual sobre brasas ardientes, un rito arcaico, que perdura desde tiempos paganos.
Los bailadores sobre brasas, llamados en búlgaro nestinari, transmiten como herencia su arte, inspirado en poderes vedados a la mayoría de nosotros. Suelen practicarlo mujeres de edad, que enarbolan durante el rito el icono de los santos Constantino y Elena.
El pueblo de Balgari es famoso también por la fabricación de instrumentos musicales, sobre todo de la gaita, elemento infalible del folclor local.
Además la zona es un verdadero paraíso para los amantes del turismo ecológico. Aquí se han descubierto especies vegetales únicas, muchas de ellas endémicas, es decir que se dan solamente en esos lugares. Tal es por ejemplo, la azalea que lleva el nombre de Rhododendron ponticum o Indico. A ese arbusto, de la familia de los laureles, las gentes de aquí dedican todo un festival, que se celebra en primavera para exaltar la hermosura del paisaje, el patrimonio histórico y cultural y las tradiciones de esa extraordinaria región búlgara.
Son inolvidables los paseos por las inmediaciones de Malko Tarnovo donde impresiona la variedad de la flora: abundan aquí el roble blanco, el haya, el álamo temblón, y hay bosques enteros de aromáticos tilos. A lo largo de los riachuelos se inclinan los sauces, crecen robustos nogales, ceñidos por el abrazo de las enredaderas.
Por entre los bosques del monte Strandzha se abren paso los ríos Veleka, Ropotamo y Rezovska, y en sus aguas se puede encontrar sabroso pescado: truchas, barbo, siluro. Los estuarios están casi ocultos por tupidos manglares, y entre el intenso verdor brillan serenamente blancos nenúfares. Malko Tarnovo, un paraíso en el sudeste de Bulgaria, le invita a descubrirlo.

По публикацията работи: Ludmila Petra


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