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Bulgaria en la Primera Guerra Mundial

En las trincheras...
Foto: wikipedia.org
El 1 de octubre se cumple un aniversario más desde la entrada de Bulgaria en la Primera Guerra Mundial. Las consecuencias de esta decisión son catastróficas para el país: un número enorme de víctimas, pérdida de territorios, pago de duras reparaciones después de la guerra. ¿Cómo se llegó a ese desastre? Comenta el tema el Dr. Konstantin Sabchev, historiador y periodista del diario “Standard” de Sofía.
“Cuando la guerra comienza el 1 de agosto de 1914, la mayoría de países europeos no se apresuran a decantarse por uno de los dos bandos beligerantes: esperan a ver al lado de cuál de ellos se inclinará la balanza de la victoria. Entre los países que se ponen a la espera figura Bulgaria. Pero no se puede decir que la sociedad búlgara no ha sacado las debidas conclusiones de la catástrofe de 1913, cuando, como resultado de la desastrosa guerra entre Bulgaria y sus antiguos aliados en otra guerra, contra Turquía, nuestro país pierde prácticamente todas sus conquistas territoriales. Nuestra sociedad está dispuesta a contentarse con recuperar sólo una parte de los territorios poblados mayormente por búlgaros que pierde como resultado de la mencionada Guerra entre los Aliados.
Así empieza un regateo que continúa más de un año, sobre las eventuales concesiones territoriales que deberían hacer Belgrado y Atenas, si Bulgaria entra en la Primera Guerra Mundial del lado de la Entente.
En cuanto a la reacción de los países miembros de la Entente, o sea Rusia, Inglaterra y Francia, para ellos la importancia de Bulgaria depende de la situación en los frentes. En el caso, el factor determinante del cambio de actitud de la Entente hacia Bulgaria es el paso de Turquía al bando de las Potencias Centrales. El ministro de exteriores de Francia Theophile Delcassé enseguida se da clara cuenta de la importancia de Bulgaria como clave hacia Estambul y los Estrechos. Éste quiere restablecer la Alianza Balcánica, incluyendo en ella a Rumanía. Ello alentaría a Bulgaria y Grecia a emprender acciones militares de cara a potenciales ampliaciones territoriales hacia Turquía, y Rumanía, hacia Austria-Hungría.
Esto mismo espera Londres. El Imperio Británico no quiere ver en ningún caso a Rusia como dueña de los Estrechos y procura mucho retener a Turquía como país neutral en el conflicto. A Turquía y, de ser posible, a Bulgaria.
Pero tanto Londres, como París cuentan ante todo con su aliado ruso para atraer o al menos neutralizar a Bulgaria.
La política rusa hacia Bulgaria es la más incongruente. San Petersburgo teme, por cierto no sin fundamento, que Bulgaria puede ser usada por Londres y París como contrapeso de las excesivas aspiraciones rusas en los Balcanes.
Pero el principal problema con que tropieza la diplomacia rusa es cómo hacer a Serbia consentir en conceder territorios a Bulgaria en Macedonia. El gobierno búlgaro del primer ministro Vasil Radoslavov y el rey Fernando son categóricos en que sin garantías de que será devuelta a Bulgaria la llamada zona incuestionable en Macedonia, ni se puede hablar de que Bulgaria entre en la guerra del lado de la Entente.
Pero también se hace claro que las concesiones territoriales de parte de Serbia y Grecia no pueden llegar inmediatamente, sino apenas después de la guerra. Este es el sentido de la primera nota conjunta de la Entente entregada a Bulgaria el 9 de diciembre de 1914. En ella se prometen, a cambio de la neutralidad búlgara, adquisiciones territoriales en Macedonia y restablecimiento de la frontera con Turquía desplazada al territorio turco después del triunfo militar de los países balcánicos cristianos contra el Imperio Otomano en 1912. Sin embargo, el primer ministro búlgaro Radoslavov no hace sino agradecer a secas la nota en cuestión.
Desde luego, Berlín y Viena no se quedan con los brazos cruzados. Sus promesas son generosas y directas, al menos en lo que se refiere a la Macedonia del río Várdar: nada de zonas cuestionables e incuestionables, los búlgaros la recibiréis entera.
Así, pues, el primer invierno de la Gran Guerra transcurre en concreciones de las pretensiones recíprocas. Pero el 25 de febrero de 1915 comienza la operación de la Entente en los Dardanelos, que se propone tomar los Estrechos y Estambul y sacar Turquía del juego.
“No obstante, el desembarco en Gallípoli se transforma en una extenuadora guerra posicional y ello induce a la Entente a formular en mayo de 1915 su primera propuesta verdaderamente seria a Bulgaria, continúa Konstantin Sabchev. La propuesta contempla el restablecimiento incondicional de la frontera búlgaro-turca a lo largo de la mencionada línea avanzada y garantías, aunque no del cien por cien, de que la zona incondicional en Macedonia le será devuelta a Bulgaria. Sin embargo, en cuanto a las pretensiones búlgaras hacia Grecia y Rumanía, todas las promesas al respecto van en torno de “ya veremos, cuando llegue la hora”.
No obstante ello, en Sofía se ponen a pensar seriamente. Tanto más que el 23 de mayo de 1915, se suma a la guerra contra Alemania y Austria-Hungría también Italia. Pero en el verano de 1915 comienza la gran ofensiva germano-austríaca en el Frente Oriental. Los rusos se doblegan y retroceden, abandonando las actuales tierras de Polonia Oriental, Bielorrusia Occidental y Lituania.
Berlín y Viena hacen una última oferta a Sofía. Esta incluye toda Macedonia, y si Rumanía entra en la guerra al lado de la Entente, toda la región de Dobrudzha. Y obligan a su aliada Turquía a ceder previamente a Bulgaria un territorio de unos 2000 kilómetros cuadrados en la zona de Edirne: hecho sin precedentes en la historia universal.
Así pues, el 12 de septiembre de 1915 Bulgaria formaliza dos acuerdos secretos. Uno es con Turquía y concierne la referida concesión, y el otro es un convenio militar con Alemania y Austria-Hungría. El 1 de octubre de 1915, un ejército búlgaro de 300 000 hombres invade Serbia. La suerte está echada.
Bulgaria, en una encrucijada de la historia, opta por la dirección incorrecta. Desde el punto de vista de hoy, nada justifica al rey Fernando y al gobierno de Radoslavov por la elección fatal que hicieron hace 90 años. Sin embargo, aunque no la podemos justificar hoy, la podemos explicar, desde el punto de vista de aquel entonces“, termina diciendo el historiador Konstantin Sabchev. 

Versión al español de Venceslav Nikolov
По публикацията работи: Konstantín Sabchev


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