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Montaña búlgara ofrece vivencias extremas a gente de espíritu aventurero

El desfiladero de la Corneja por el que corren las verdes aguas del río Esenska.
Foto: Veneta Nikólova

Internarse en la porción central de los Montes Ródopes puede transformarse en una vivencia inolvidable para toda persona aficionada a la naturaleza salvaje y a las altas dosis de adrenalina. Lo que enardece la fantasía de los aventureros son los desfiladeros estupendos, las formaciones rocosas cuyas cimas rascan el cielo, los precipicios abismales y las cuevas sumidas en tinieblas insondables.
La mayoría de estas curiosidades naturales ni siquiera se encuentran recogidas en las guías turísticas y así aparecen más misteriosas e inaccesibles. Sin embargo, existe la posibilidad de que uno conozca esta increíble riqueza natural. Sólo necesita solicitar  la cooperación y asistencia del correspondiente club local de turismo.

Las pequeñas aldeas en la zona son el punto de partida para las travesías que llevan a la montaña.

El valle del río Arda, en los Ródopes Centrales, tiene qué ofrecer a los amantes del descanso activo. Se puede empezar por las travesías a lomo de caballo. En muchos lugares de esa zona hay instalaciones de equitación con caballos bien adiestrados. De ahí se pueden iniciar diferentes trayectos que llevarán a los turistas a los lugares más recónditos del monte. En el pueblo de Gorna Arda, por ejemplo, se organizan travesías a caballo que llevan a los turistas a la fuente del río Arda, en proximidad a la frontera con la vecina Grecia. Otra modalidad de recorrer las curiosidades de la montaña se la ofrecen al turista las travesías a bordo de vehículos todo terreno y también los trayectos hechos en bici de montaña.
Quienes deseen de veras someter a prueba su resistencia y el vigor de su espíritu deberán dirigirse sin falta a la zona del pueblo de Smilian. En sus alrededores, entre las pendientes abruptas y difíciles de transitar del monte discurre el llamado Desfiladero de la Corneja por el que corren las verdes aguas del río Esenska. En lo alto, entre las dos pendientes del desfiladero se encuentra tendido un trolley alpino de 145 metros de largo. Es ahí donde uno podría abandonar su acrofobia o fobia a las alturas viviendo instantes eufóricos:

Un tramo del trolley alpino de 145 metros de largo.

“El descenso dura unos 20 segundos”, dice Alexander Inev del club de turismo extremo “Mursalitsa” Uno “vuela” a una altura de casi siete metros sobre las aguas del río. Hasta ahora no hemos tenido incidentes”.

En la margen derecha del río, no lejos del trolley alpino, abre sus insondables fauces la cueva acuática “Golobovitsa 2”.Los turistas la pueden visitar vistiendo indumentaria especial: botas de goma, mono impermeable, casco, y acompañado de un guía. Penetran en la gruta tras breves instrucciones y van conociendo misteriosos lagos y arroyos subterráneos.
En la zona hay varias cuevas y profundos abismos. A unos 3 kilómetros del pueblo de Moguilitsa, hay una cueva en la que se pueden observar formaciones cársticas muy hermosas. Para acceder a la cueva uno deberá escalar más de 180 peldaños. Vale la pena hacer este esfuerzo ya que una vez dentro de la cueva uno se deleitará con sus catedrales subterráneas de estalactitas y estalacmitas que semejan pétreos encajes.

La cueva Ujlovitsa a unos 3 kilómetros del pueblo de Moguilitsa.

“En nuestra zona, los turistas se pueden sentir, al mismo tiempo, como espeleólogos, alpinistas y exploradores”, dice Alexander Inev. Sugiere a los aficionados a las altas dosis de adrenalina otra prueba más, la del llamado “péndulo alpino”. Se trata de una larga cuerda que desciende desde la bóveda de la cueva “Kaleto”. Los deseosos de someterse a esta prueba son amarrados sólidamente a la cuerda y comienzan a balancearse en el vacío cual péndulo de un gigantesco reloj: “La gente se lo suele imaginar como un salto en bungee pero en realidad se trata de un péndulo”, explica Alexander.” Uno se va balanceando a una altitud de 10 a 15 metros sobre el bosque y puede lograr una desviación de unos 25 metros a la derecha o a la izquierda, según el ímpetu que tome su cuerpo. Se tiene la sensación de volar pero de hecho uno no hace sino mecerse en un enorme columpio”. 

Versión en español por Mijail Mijailov

По публикацията работи: Veneta Nikólova


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