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Navidad 2010

Foto: BGNES
El mundo cristiano celebra Navidad. En esta “noche de paz, noche de amor”, Radio Bulgaria vuelve a dirigirse a todos sus amigos del mundo hispanohablante con los mejores votos para estas fiestas tan entrañables.

Votos de bienestar, amor y generosidad que vienen acompañados de música.

Hay acontecimientos en la historia humana, por más discutibles que sean, que han dejado una estela imborrable a través de los milenios. Uno de ellos es el Nacimiento de Jesús, hace ya más de 2000 años. Teólogos e historiadores todavía discuten sobre la fecha exacta en que esto sucedió. Lo que se sabe con certeza es que el día de Navidad, o natividad del nuevo Dios, se celebra el 25 de diciembre desde el siglo IV, concretamente desde el año 354.

Los entendidos creen que esto fue por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno, pues la iglesia primitiva se había dado cuenta de que era mejor absorber en lugar de reprimir los ritos paganos vinculados con esta fecha, con que se celebraban el solsticio de invierno y el nacimiento del nuevo sol.
Ejemplo de ello son las celebraciones en el mundo antiguo, precisamente el 25 de diciembre, del nacimiento del dios persa Mitra o de su análogo frigio Atis; y qué decir del Saturnal romano: un bullicioso festival de 7 días en honor al dios Saturno…

Las raíces paganas de esta fiesta se observan en la tradición eslava, cuyo calendario también obedecía al movimiento del astro Rey, el Sol, y sus fases: nuestros ancestros se habían dado cuenta de que a finales de diciembre los días volvían a aumentar en extensión y creían que el Sol nacía de nuevo.

El mito del Dios Sol de los búlgaros es el punto en que convergen los mitos de los protobúlgaros, o sea los antiguos búlgaros, de los eslavos y de la población autóctona de nuestras tierras, los tracios. El día del nacimiento del Sol Joven se denomina en búlgaro “Koleda”. Hay quienes dicen que el nombre de la fiesta es derivada del vocablo búlgaro “Koló”, o sea círculo, el gran círculo del Sol.

Otros se atienen a la hipótesis de que “Kóleda” es una forma del calendae romano, la palabra con la que los romanos designaban el primer día de cada mes. Merced de la fonética, el nombre llegó a sonar en búlgaro como Kóleda, a lo que contribuyó mucho también – según dicen – la etimología popular que vincula la fiesta con el verbo Kolia, degollar, pues por estas fechas se suele sacrificar algún que otro lechoncito o plumado para servir de plato principal en el almuerzo festivo de Navidad, el día 25, cuando termina el largo período de 40 días de ayuno. Entonces, concluida la misa, comienza el jolgorio.

Según la tradición navideña búlgara, muchos elementos de la cual se han conservado hasta hoy, los preparativos para la fiesta se inician con tres semanas de antelación. Grupos de koledar – chiquillos de 6 a 12 años u hombres jóvenes, se reúnen para aprender y ensayar villancicos; a su vez las mujeres de la casa, jóvenes y de mayor edad, preparan con esmero sus vestidos festivos. Y todos, hombres y mujeres sin excepción piensan qué regalo hacer a sus seres queridos.

Las celebraciones comienzan el 24 de diciembre, Nochebuena, llamada en búlgaro Malka Koleda, o sea Pequeña Navidad. Según la creencia popular, la madre de Dios comenzó a sufrir los dolores del parto ya el día 20 y aunque dio a luz el 24 no se dio noticia del gran suceso hasta el día siguiente, como era la costumbre a la sazón.
Pues, el día 24, muy de mañana, corros de koledar, de Kóleda, Navidad, emprenden un recorrido por las casas del pueblo, entonando villancicos con los que anuncian que “Dios ha nacido”. Los dueños de cada casa visitada les obsequian con roscas navideñas, frutas secas y moneditas…

Mientras tanto las mujeres ponen todo su empeño y maestría en la preparación del pan ritual, llamado bógovets o bógovitza, de Bog, palabra derivada del vocablo búlgaro por Dios, Bógovets o sea el Pan de Dios.

En este pan se coloca una moneda como símbolo de la riqueza y, en algunas zonas de Bulgaria, también un retoño de cornejo, como símbolo de la salud y la longevidad.
Por la noche, en la cena festiva, el decano de la familia parte el pan. El primer pedazo lo separa para Dios, el siguiente para la casa y apenas después reparte el resto del pan entre los comensales según la edad de los miembros de la familia.

Y mientras amasaban este Pan de Dios, las mujeres búlgaras de antaño solían entonar canciones rituales.

¿Y qué hacen los varones en este día sagrado?

Pues ellos tienen que asegurar otro elemento obligatorio de la Nochebuena búlgara: el Budnik, es decir un buen leño de árbol robusto, como el roble o el peral, que deberá arder toda la noche navideña en el fogón de la casa.

Al entrar con él en casa, el hombre pregunta: “¿Glorifican al joven Dios?”, a lo que las mujeres responden: “¡Lo glorificamos, bienvenido eres!”, luego de lo cual el hombre agrega: “Yo entro en esta casa, y Dios va conmigo”.

El Budnik no debía apagarse durante toda la noche porque nuestros ancestros creían que este leño especial tenía fuerza mágica y curativa.

El momento más emocionante y más esperado es, por supuesto, la cena festiva de Nochebuena. Ésta debe comenzar temprano, para que maduren temprano las mieses.
Nadie debe levantarse de la mesa, para que las gallinas no se levanten del nidal, y si resulta necesario hacerlo, debe andar agachado, para que se agachen las mieses de tanto trigo, cebada o centeno en sus espigas…

Además, la mesa se servía entorno al fogón que era considerado como el lugar sagrado de la casa...

Bueno, hoy son pocas las casas que tienen fogón, salvo que sea una chimenea moderna. Casi hemos olvidado lo de sentarnos temprano a la mesa y tratar de no levantarnos, pero sí seguimos respetando la costumbre búlgara de que la mesa de Nochebuena contenga un número impar de platos y todos ellos sin carne ni grasa animal.

¿Muy saludable, verdad?

Preparamos, pues, manjares sabrosos como: rollitos de hoja de parra o de col agria o fermentada, rellenos de arroz y cocidos a fuego lento, igual que pimientos secos con relleno de arroz o de frijoles cocidos con muchas especias. Un plato obligatorio es la sopa de judías o de lenteja.

Como también la compota de frutas secas, llamada oshaf, las nueces, cebollas y ajos, la calabaza al horno o como relleno de un pastel de hojaldre…
En fin, debe haber en la mesa de todo lo que da la tierra búlgara…

Hay muchas canciones navideñas tradicionales que acompañan las faenas rituales obligatorias en la fiesta, pero hay una sola melodía instrumental que se interpreta por estas fechas: el Búenek de Navidad.
По публикацията работи: Katia Dimánova


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