Trifon Zarezan

Publicado el 01/02/11 09:44

Foto: Archivo

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Una de las fiestas búlgaras más populares es la de Trifon Zarezan o Trifon el Podador, el día del vino y la vid. Hoy lo celebramos el 1 de febrero, pero en muchos lugares las festividades se desarrollan como en el pasado, el 14 de febrero. Hay muchas canciones y melodías folclóricas dedicadas a esta fiesta muy popular búlgara.

En este día tiene que haber vino en abundancia para que sea bien rica la próxima cosecha, por lo cual – por qué decirlo, – la fiesta de Trifon Zarezan es símbolo del jolgorio y del buen beber. A continuación, les hablaremos de los tradicionales ritos y creencias, vinculados con esta festividad búlgara. Patrono de la fiesta es el santo cristiano Trifon, considerado como sucesor del dios tracio de la fertilidad y el vino Sabasio, análogo a Dionisio de la mitología griega.

Los ritos folclóricos en honor a San Trifon tienen elementos simbólicos como el sacrificio de un animal: una gallina asada, un pan ritual, vino y agua bendita. Los viticultores suelen montar una mesa festiva en medio de los viñedos, honrando así a su protector y llamándolo, en un diálogo ritual, a que asista al festín. Hoy en día este diálogo suena un poco cómico, pero al comienzo estaba llamado a bendecir la buena cosecha de los viñedos durante la nueva temporada. Dos viticultores se ponen a buscar a Trifon en medio de los viñedos. El uno grita: ¿“Trifon, donde estás?” Y el otro responde: “Aquí estoy, debajo de las vides, pero no me puedes ver por tanta abundancia de racimos”. Luego el primero bendice: “Ojalá que el próximo año te podamos ver aún menos por tanta uva”. Así los dueños ya ven en sus sueños los viñedos cargados de uva, aunque en el día de la fiesta, por caer ésta en invierno, las vides no tienen siquiera hojas.

Cosa obligatoria del día es podar alguna vid, un inicio simbólico del ciclo agrícola. Por eso al nombre del santo protector se ha agregado también el apodo de El Podador. Se elige también un Rey de los viñedos para que el santo Trifon tenga su delegado en la tierra. Se trata, por lo general, del viticultor más conocido, hábil y acaudalado, cuyo éxito debe transmitirse a los demás. Este rey goza del respeto general no solo durante el día de la fiesta, sino a lo largo de todo el año. Y si su reinado ha traído suerte y buena cosecha para toda la aldea, al año siguiente será reelegido. La corona real se hace de las estacas recién cortadas. Y todo el largo día se le invita con copas de vino, lo cargan en brazos y lo montan en el carruaje al frente del desfile de viticultores.
El rey debe recorrer y bendecir las casas de todas las familias que poseen un viñedo y estas quieren manifestar a toda costa su respeto por él. La fiesta comienza en el campo y acaba en ruidoso festín en casa del propio rey.

El día de San Trifon el Podador que, como decíamos, se celebra el 1 de febrero, simboliza el inicio de la nueva temporada agrícola y es motivo para que los agricultores se pongan a pensar no sólo en los viñedos, sino en toda la cosecha en general. Por eso en este día se suelen hacer diferentes vaticinios rituales llamados a presagiar cómo será el rendimiento de los campos sembrados de maíz, trigo, centeno o cebada, si habrá heno suficiente para el ganado, etc. Un papel central en todos estos ritos juega el arado, símbolo ritual del sol y de sus fuerzas vivificadoras.

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