Hoy en día, igual que hace más de 2000 años, una pequeña ciudad al pie del monte Sredna Gora, ofrece tratamiento de diferentes enfermedades y servicios de Spa que rejuvenecen. Esa ciudad es Hisaria, uno de los centros balneoólgicos más famosos de Bulgaria que da la bienvenida a las personas que se identifican con el lema Mente Sana en Cuerpo Sano. Еn Hisaria los inviernos son suaves, la primavera desprende un aroma de flores, en verano hace fresco. La mayor riqueza de Hisaria son las aguas minerales.
© Foto: Veneta Nikólova
Más de 22 manantiales de diferente composición química fluyen en el territorio de la ciudad actual. Las leyendas que versan sobre sus cualidades curativas se remontan a la Antigüedad cuando los romanos atraídos por esta riqueza decidieron fundar su ciudad fortaleza y denominarla Dioklecianopol a nombre del emperador Diocleciano (285-305). Hoy en día evocan su esplendor los vestigios de bellos palacios, cuarteles, basílicas del cristianismo temprano, edificios administrativos. Están conservadas las murallas de la antigua ciudad que permiten ver el modo de construcción de los romanos que utilizaban piedras labradas con filetes de terracota. Paseando por la reserva arquitectónica encontramos restos de termas romanas excelentemente conservadas. Los baños de Hisaria eran un lugar para recrearse y reponer la salud. Sus visitantes se sometían a tratamientos curativos de embellecimiento llevados a cabo por sacerdotes. En nuestros días los centros balneológicos, junto con los nuevos centros Spa, no pueden quejarse de falta de clientes no sólo de Bulgaria, sino del extranjero.
© Foto: Veneta Nikólova
Yana Hristózova lleva largos años trabajando en uno de los hoteles locales que disponen de un centro balneológico dotado de equipos modernos. La fisioterapeuta afirma que el interés hacia los servicios ofrecidos es tan grande que a veces los centros balneológicos apenas logran atender a todos los deseosos. El agua de Hisaria es apropiada para el tratamiento de enfermedades renales, así como del sistema digestivo. La ciudad recibe a mayor número de visitantes en los meses calurosos.
“El verano es la temporada más concurrida. Desde el mes de mayo comenzamos a recibir a grandes grupos de turistas israelíes. A veces llegan unas 400 personas al día”, explica Yana Hristozova. “Ha habido momentos cuando hemos hecho 900 tratamientos balneológicos al día, lo cual es un trabajo muy duro. Ofrecemos terapia caliente, procedimientos con parafina o con barro del Mar Muerto. Tenemos tradiciones en el campo de la acupuntura. Para las personas que desean mejorar su apariencia física hay diferentes tipos de talasoterapias para adelgazamiento, programas contra la celulitis, etc. Hacemos masajes bajo el agua. Aparte de los israelíes recibimos a muchos visitantes de Gran Bretaña, Alemania, Francia, etc.”.
© Foto: Veneta Nikólova
Para luchar contra la crisis durante el invierno que despedimos, los hosteleros locales rebajaron los precios de las pernoctaciones y de los paquetes de tratamientos Spa. Por esto hacia finales de febrero algunos hoteles estaban a tope de turistas. Las nevadas inusitadas para la región y las temperaturas bajo cero no lograron disuadir a los visitantes a aprovechar las piscinas exteriores de agua mineral caliente. Sumergirse en el agua de Hisaria surte el mismo efecto que tomar un cóctel vitamínico. El agua local cura y relaja a la vez, y ni hablar que después del primer tratamiento la piel se vuelve suave como seda.
© Foto: Veneta Nikólova
Confíen en los rehabilitadores, los masajistas y los terapeutas de Hisaria. Ellos harán todo lo posible para que se sientan como renacidos. Después de aprovechar sus servicios pueden dar un paseo entre las ruinas de la antigua ciudad de Dioclecianopol que están impregnadas de historia milenaria. Hagan una escala en alguno de los restaurantes locales para probar deliciosos manjares del centro de Bulgaria y gocen de la tranquilidad. Tras el invierno y el frío, la ciudad les encantará con sus verdes parques donde se oyen coros de aves y donde se respira el aroma de raras especies arbóreas. A cada paso encontrarán una fuente de la cual brota agua mineral de diferentes cualidades curativas y composición química.
Allí cada manantial tiene su historia. El más famoso es conocido bajo el nombre de Momina Salza, o sea Lágrima de Moza, y está vinculado con la leyenda de una bella búlgara que durante el dominio otomano fue llevada a la fuerza al harén del bey local. Una noche el señor la hizo servir desnuda la comida a sus huéspedes. Cuando apareció con la bandeja, la moza humillada asestó un golpe en la cabeza del bey y él murió. La castigaron quemándola en la hoguera. Cuando las llamas se apoderaron de su cuerpo desnudo de sus ojos se desprendieron dos lágrimas calientes de las cuales brotó un manantial curativo. Hoy la escultura de una moza que lleva una bandeja sobre su cabeza embellece el centro de Hisaria y se ha convertido en lema turístico de la ciudad. Hisaria posee un encanto irresistible por sus numerosas villas de principios del siglo XX cuando el turismo balneológico experimentó un verdadero auge. Llaman la atención los hoteles nuevos que ofrecen lujo y servicios Spa. Estos centros modernos saltan a la vista sobre el telón de fondo de las bases de tratamiento médico de la época del socialismo. Las últimas son parte del colorido de la ciudad y evocan recuerdos de una época pasada. Hoy Hisaria es como un imán para los aficionados a la serenidad y el recreo saludable y está camino a ensombrecer la gloria de la ciudad de Velingrad, proclamada capital Spa de los Balcanes.
Versión en español por Hristina Táseva
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