Una de las mayores riquezas de Bulgaria es su gente, con su idiosincrasia, peculiaridades y características específicas. Y una de las características específicas de Bulgaria es la existencia en su población de un gran número de centenarios. ¿Que cuál es el secreto de su longevidad? Hemos decidido preguntárselo a algunos longevos. Les invitamos a acompañarnos al pueblo de Peshtera…
El verdor primaveral ha inundado al pueblo de Peshtera, distante unos 80 kilómetros de la capital Sofía y situado en proximidad a la frontera con Serbia. Los árboles, los claros, las flores conforman allí un hermoso cuadro policromo que alegra la vista. El verdor está por doquier. Rompen el silencio únicamente el zumbido de las abejas, el canto de las aves y el coro de las ranas al atardecer. Los vecinos de este pequeño pueblo, surgido en el siglo 11, son casi exclusivamente pensionistas. Llegar a los 100 años en Peshtera no es nada raro. Por cierto, hoy el pueblo tiene solo un vecino centenario, al que sin embargo le están pisando los talones varios que hace tiempo celebraron sus 90 abriles…
En opinión de la gente de este pueblo, la principal razón de su longevidad es la tranquilidad del ambiente de Peshtera, que les permite hacer su vida con calma, disfrutar de sus acogedoras casitas, labrar sus pequeños huertos o parcelas de mayor extensión. En ambas orillas del río Treklianska, que cruza el pueblo, ellos cultivan patatas y todo tipo de hortalizas y frutas. La Casa de Lectura local complementa su vida con su intensa labor. Hay quienes tienen otra explicación. En proximidad al pueblo está el monasterio de Zemen, fundado en el siglo 11 y declarado museo nacional. Se considera que el sitio en que fue construido este monasterio y sus inmediaciones se caracterizan por un alto nivel energético que también aporta a la longevidad de los moradores de estos lares.
Sin embargo, según Stefan Eftimov, alcalde de Peshtera y presidente de la Casa de Lectura local, la vitalidad de la gente de Peshtera se debe a…
“La naturaleza, el silencio, el aire puro y la tranquilidad de la vida rural… Posiblemente tenga que ver también el gen de nuestros centenarios, agrega el alcalde. Actualmente tenemos varios vecinos con más de 90 años que se gozan de buena salud y no han dejado de trabajar. Labran sus huertos y cultivan hortalizas para consumo propio. Aquí lo de estar con los brazos cruzados no existe. Se descansa un poco más en los días feriados, cuando vienen de visita los hijos y los nietos que residen en la ciudad. El resto del tiempo se trabaja en el huerto, en la casa, y en cualquier otra cosa…”.
© Foto: Archivo del pueblo Peshera
No hay otro pueblo en nuestra zona que haya tenido a cinco centenarios a la vez, continúa diciendo el alcalde y nombra a cuatro de ellos que, lamentablemente, fallecieron no hace mucho. Ahora ha quedado sólo el abuelo Parvan Stanoev, con más de cien años. Los cumplió en marzo pasado. Para celebrarlo se reunieron en un generoso convite familiares y vecinos del pueblo para felicitar al abuelo Parván y desearse a sí mismos llegar a su edad. Con motivo de tan señalado aniversario, el abuelo Parván recibió sendos mensajes de felicitación del presidente de Bulgaria y del gobernador de la región.
El alcalde Stefan Eftimov continúa razonando sobre la vida rural: “Peshtera es uno de los pueblos de mayor número de habitantes permanentes en la zonas. En la actualidad suman 148. En la temporada veraniega su número llega hasta 200 personas. Se han construido varias casas nuevas y las antiguas están siendo remodeladas por sus dueños. Es así que en los días feriados el pueblo se llena de gente y se ve muy animado. Tenemos un grupo de folclore auténtico, otro grupo que se dedica a rescatar y reproducir los ritos y costumbres tradicionales de la zona, y un grupo folclórico infantil”.
En Peshtera no existen el estrés ni la contaminación atmosférica propia de las ciudades grandes. No se escucha el rugido de las caravanas de automóviles. El día comienza con el canto del gallo y de los pájaros, sin prisa, tranquilamente, y al atardecer en primavera y en verano irrumpe en el ambiente el canto de los grillos bajo un cielo lleno de estrellas.
El pueblo tiene una sola tienda comercial, que vende todo lo necesario, según los vecinos. Está justo entre la alcaldía y la Casa de Lectura. Sentados a la mesita solícitamente montada en la tienda por el vendedor, los vecinos pueden tomarse un cafecito y charlar, intercambiar noticias y comentar los sucesos del día.
En proximidad a la tienda, en una callejuela que se vuelve difícil de transitar en cuanto llueva, rodeada de frutales, está la casa del centenario abuelo Parvan y su “joven” esposa, la abuela Stanka, de solo 85 años. La historia de su matrimonio es un poco especial. Se conocieron a través de los hijos que tuvieron en sus respectivos primeros matrimonios, y éstas son las segundas nupcias del abuelo Parván y la abuela Stanka . En cuanto ambos se jubilaron, optaron por volver al pueblo de Peshtera y sus hijos y nietos se quedaron en la capital Sofía. De eso hace ya varios años. Comparten en su encantador pueblecito tanto la alegría como las dificultades de la vida rural.
© Foto: Del archivo del pueblo Peshtera
Nuestra visita coincide con un catarro del abuelo Parvan, pero en cambio la abuela Stanka se encuentra muy bien, vital como siempre, y dispuesta a narrar la historia de su vida. Para ella el pequeño pueblo de Peshtera es un rincón paradisíaco. Con el abuelo Parvan llevan una vida humilde, muy a la usanza búlgara.
“Aquí el aire es muy puro, y el pueblo es una preciosidad, dice la abuelita. Me siento magníficamente aquí. La vida es difícil si no te alcanza el dinero pero mi pensión y la del abuelo Parván suman lo suficiente para cubrir los gastos indispensables. Lo importante es que uno sepa administrar bien su dinero. Nunca nos hemos visto en crisis, siempre hemos tenido lo suficiente para cubrir nuestras necesidades. Estamos habituados a ser ahorrativos, lo hemos sido siempre, desde muy jóvenes”.
En el pueblo de Peshtera la vecindad es un valor primordial. Cada cual ayuda al vecino en lo que pueda. Las puertas de los patios nunca se cierran con llave y el vecino es siempre bienvenido, sea para pedir o prestar ayuda, sea simplemente para conversar. Quien no tiene familiares puede contar con el apoyo de los vecinos y puede vivir tranquilo. Esta es una razón más para la longevidad de la gente del pueblo. El alcalde, pletórico e infatigable, genera continuamente ideas e iniciativas para hacer más variada la vida de los vecinos.
El año pasado organizó el Primer Festival de Ritos de Bodas y de Canciones de Casamenteros. Participaron grupos folclóricos de 23 casas de la cultura de todo el país, con 420 integrantes. A comienzos del próximo mes de julio se celebrará la segunda edición de este festival.
Versión en español por Raina Petkova
Fotos: Milka Dimitrova
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