Soles de barro

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La elaboración de recipientes y objetos de barro es un oficio antiguo. Las más antiguas piezas de cerámica encontradas en nuestras tierras son de 7000 A.C. Tracios, romanos y, más tarde, eslavos y protobúlgaros desarrollaron técnicas propias, añadieron colores y ornamentos. El búlgaro moderno apenas se puede dar cuenta de la rica historia de la alfarería en Bulgaria. Parte de esta historia son los rituales secretos, las antiguas prácticas y creencias.

Según cuenta la leyenda, hace muchísimos años, el primero en intentar a hacer un recipiente de barro fue San Espiridón. El trabajó duro pero no consiguió hacer nada porque el barro se negaba a obedecerle. El santo se puso a llorar y sus lágrimas cayeron sobre la arcilla. Así él se dio cuenta de que necesitaba agua. Al final, consiguió hacer un recipiente y lo coció. Desde entonces, se considera que San Espiridón es el patrono de los alfareros. Antaño había alfareros en cada centro poblacional más o menos grande.
Conforme la tradición, las particularidades de la profesión se trasmitían de padre a hijo. Cada artesano tenía sus secretos que no salían fuera de la familia. La depuración de la arcilla se hacía de una manera especial. Solo después de eliminar las impurezas visibles e invisibles, ésta podía servir a la gente. Aparte de los profesionales de la alfarería, en algunas regiones del país las mujeres elaboraban por sí mismas recipientes de arcilla para preparar pan. Estos recipientes representan una bandeja redonda en la cual se ponía la masa. La bandeja tine una tapa, tambien de arcilla. En tiempos más recientes hay tapas de metal también. En las creencias tradicionales la bandeja y la tapa simbolizan la Tierra y el Cielo. El pan que se tuesta entre “la tierra y el cielo” simboliza la vida.

En las vísperas de la fiesta tradicional de Eremía se realiza un rito para proteger la casa y a las personas de serpientes y lagartos. Otra tradición, característica para ese día, está relacionada con el barro del que se elabora la bandeja para el pan. Muy pronto, por la mañana chicas y mujeres jóvenes salían fuera del pueblo para recoger arcilla, cantando. La amontonaban, añadían agua y empezaban a amasarla con sus pies descalzos. Se separaban en grupos y se turnaban. Cantaban conjuros contra las serpientes. Creían que estos ritos mantendrían lejos de la gente a los peligrosos reptiles. Después de acabar con los ritos, se repartían la arcilla y se iban a sus casas. En cada casa la mujer con más experiencia elaboraba una nueva bandeja para el pan. El resto de recipientes, necesarios para el hogar, las mujeres rara vez elaboraban por sí mismas. Los compraban en ferias en los abigarrados puestos de los alfareros.

Según los investigadores, durante el Segundo Reino Búlgaro, en los siglos IX y X, se vivió un gran auge en la cerámica decorativa de Preslav. Llamada así por el nombre de la antigua capital búlgara, Preslav. La cerámica de Preslav nos ha proporcionado los mejores ejemplares de la época medieval. Después de la caída de Bulgaria bajo el dominio otomano, la producción de cerámica decorativa decayó. Se conservó sólo la producción de objetos de barro necesarios para el día a día de las casas búlgaras. Durante el Renacimiento Búlgaro, siglos XVIII y XIX, el oficio de la alfarería empezó a desarrolarse de nuevo y a expandirse. Se fundaron centros de producción de cerámica, el comercio con productos de la alfarería cobró nueva vida. A mediados del siglo XIX las ciudades de Troian, Gábrovo, Razlog, Busintsi y otras ganaron fama por los artesanos que trabajaban ahí.

A pesar del intenso intercambio de mercancías, se han conservado algunas características regionales y las preferencias en cuanto a colores y técnicas. Los tintes que utilizaban los alfareros eran minerales: amarillo, verde, marrón, rojo. Cada gremio tenía sus rasgos característicos en la decoración de los recipientes. Estas diferencias se han conservado hasta hoy en día. La cerámica hecha en Chíprovtsi esta pintada en amarillo y verde iridiscentes. Los artesanos de Troian decoran su cerámica con gotas de pintura marrón y blanca que fluyen libremente sobre el recipiente. En el pueblo de Búsintsi, donde todavía funciona uno de los talleres de cerámica más antiguos del país, prefieren el amarillo, el verde y el rojo. En muchas ciudades y pueblos de Bulgaria hoy todavía funcionan tornos de alfareros. Los alfareros a menudo exhiben sus obras cerca de las carreteras más concurridas. Uno no puede pasar por alto de estas exposiciones al aire libre y no puede sino sentirse fuertemente atraído por los preciosos recipientes que brillan cual auténticos soles que reúnen en sí una experiencia milenaria y un amor infinito a la belleza.

Versión en español por Ruslana Válcheva

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