El país con el mayor número de géiseres en Europa es, sin duda, Islandia, el pequeño país insular famoso por los centenares de termas que posee, por sus paisajes cubiertos de nieve y por sus volcanes, muchos de ellos activos.
El agua hirviente y el vapor que brotan del subsuelo y se elevan a unos 40, 50 y más metros de altura, son una atracción muy pretendida por los turistas. Contrariamente a lo que se pudiera esperar, el géiser más caliente de Europa no se encuentra en Islandia sino a unos 3.700 kilómetros al sur del país de los, concretamente en la pequeña ciudad búlgara de Sapareva Bania, acurrucada en las faldas de la montaña Rila.
Los vecinos de Sapareva Bania están muy orgullosos de su géiser, considerado la mayor atracción de la zona. Por tal motivo han creado un parque especial en torno a él, en el que han habilitado áreas de ocio y paseo, para que la gente pueda disfrutar observando cómo brota y sube hacia el cielo el agua hirviente. El géiser de Sapareva Bania brota de una profundidad de 73 metros y pareciera bailar siguiendo un ritmo propio. Periódicamente la columna de agua erupta, expulsando nubes de vapor caliente.
En comparación con los géiseres más conocidos en otros sitios, el de Sapareva Bania en Bulgaria no es tan atractivo porque la columna de agua sube a no más de 18 metros de altura, pero en cambio esa agua es muy, pero muy caliente, y si hace viento hay que mantenerse a una buena distancia de su columna porque las gotas que salpica queman.
La temperatura del géiser búlgaro es de 103 grados centígrados: 20 grados más que la de sus “hermanos” islandeses. La población de la zona de Sapareva Bania aprovecha desde tiempos remotos las características de esta agua. Nada más fácil, por ejemplo, que hervir los huevos para el desayuno en un minuto, sumergiéndolos en el agua del géiser.
Radka Georgieva, teniente de alcalde de Sapareva Bania, comenta: “Las abuelas lo practican también hoy. Suelen cocer en el agua del geiser la patata que dan de comer a los animales domésticos en invierno. Llenan de patatas unos cubos metálicos y los colocan en el agua hirviente. Al cabo de algún tiempo las patatas están cocidas. De la misma manera se pueden esterilizar los potes de cristal con salsa, curtidos y otras delicias caseras preparadas para el invierno. Utilizamos el agua también para la agricultura ecológica. Fumigamos con ella las parras y los viñedos contra diferentes enfermedades que dañan sus hojas. Para nosotros esta agua es una fuente inapreciable de energía. Hemos construido una pequeña central geotérmica que permite dar calefacción central a casi todos los edificios públicos en la ciudad: las guarderías y círculos infantiles, las escuelas, la casa de cultura, la policlínica de salud, el sanatorio de la ciudad y el nuevo centro SPA”.
La columna de agua hirviente se ha convertido en el emblema de la ciudad. Su transfiguración culinaria, la especialidad local llamada géiser, se puede probar en uno los restaurantes locales. Es un pincho largo con trozos de diferentes tipos de carne que, según los dueños del establecimiento, simbolizan la erupción del géiser caliente. Además de muy caliente, el agua del géiser de Sapareva Bania es curativa. Esta su propiedad era conocida por los romanos y fue la razón por la que ellos fundaron en proximidad a la terma una ciudad. En los años 50 del siglo pasado, durante las obras de construcción del sanatorio local, fueron descubiertos vestigios de aquel poblado. Desde entonces en la actual ciudad comenzó a desarrollarse y a practicarse el turismo balneológico.
El agua de Sapareva Bania es hipertermal, escasamente mineralizada y con olor a hidrógeno sulfurado. Tiene buen efecto en el tratamiento de enfermedades del aparato motor, del sistema nervioso, cutáneas y ginecológicas.
El sanatorio local ofrece procedimientos de saneamiento y tonificantes a base de agua termal. Cuentan con magníficos centros SPA también los dos mayores hoteles de la ciudad y el nuevo baño público, inaugurado recientemente. Los turistas pueden alojarse asimismo en alguno de los múltiples hoteles familiares de la ciudad.
Sapareva Bania es una villa tranquila, sumida en el silencio.
En sus inmediaciones hay varias rutas turísticas que conducen a parajes vírgenes en la montaña. Una de estas rutas sigue las orillas del río Valiavitsa, cruza el centro de esquí de Panichishte, y conduce al turista a “Las lágrimas del sol”. Es el nombre poético de los siete lagos situados en lo alto de la montaña Rila y considerados uno de los lugares de mayor interés turístico en Bulgaria.
Cerca de Sapareva Bania está la aldea de Saparevo, con su pintoresca iglesia de la Santísima Virgen, construida entre 1861 y 1864, que reproduce en miniatura la forma de la iglesia del Monasterio de Rila. Fue construida sobre un antiguo santuario luego de que a un vecino del pueblo se le presentó la Virgen y le recomendó construir allí un templo. Le sugirió, además, dónde cavar la tierra para encontrar un tesoro con el que costear la obra.
La caldera de cobre en que el aldeano encontró el tesoro enterrado se guarda hasta hoy como una reliquia en la Iglesia de la Santísima Virgen de Saparevo.
En la zona hay múltiples monasterios e iglesias, cada uno con su historia y leyendas, que merece la pena conocer. Más detalles sobre las posibilidades de encontrar alojamiento en la zona ofrece el flamante Centro de Información Turística de Sapareva Bania, situado en el centro de la villa, en proximidad inmediata al géiser.
Versión en español por Raina Petkova
Fotos: Veneta Nikolova, archivo
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