Sabores y aromas de Bulgaria

El irrepetible olor a pimiento asado que se eleva sobre las calles de pequenas y grandes ciudades al acercarse el otono, el acerbo aroma de orujo casero de ciruelas o uvas que va siempre junto con la deliciosa ensalada “Shopska”, hecha de verduras frescas con queso búlgaro, el divino aroma a licor o dulce de rosas, el apetitoso olor de “banitsa” (pastel salado de queso búlgaro) recién hecha y , por supuesto, el olor a carne a la braza característico para los centros turísticos … Todos estos aromas son típicos de Bulgaria y encienden la imaginación de los turistas que tienen hambre después de los paseos y desean sorprender su paladar con algo agradable.

Un estudio de marketing, ordenado por el Ministerio de Economía, Energía y Turismo muestra que junto con la tranquilidad y la bella naturaleza los turistas valoran sobre todo la cocina tradicional búlgara. ¡Y hay razones para esto! Nuestro país está situado en un cruce de caminos entre Oriente y Occidente habiéndose convertido en el transcurso de los siglos en centro de distintas culturas y grupos étnicos.

Esto, sin embargo, se ha reflejado también en la cocina búlgara enriqueciéndola con una abundancia de sabores exóticos mezclada con especias típicas búlgaras que gustan no solo a los búlgaros sino también a los turistas europeos. Lamentablemente, los filetes de carne picada, la ensalada “shopska” y las patatas fritas que se ofrecen de forma masiva en los centros vacacionales no son capaces de traducir la diversidad culinaria de Bulgaria. Así que, si uno desea comer bien y de manera sana es mejor que se quede en alguna de las casas pueblerinas para huéspedes donde podrá probar comida casera preparada según antiguas recetas y con productos ecológicamente puros. En Bulgaria, el así llamado turismo gourmet es preferido sobre todo por los turistas de Francia, España e Italia. Y como es de suponer, sus rutas no pasan por los centros vacacionales abarrotados de gente y plagados de sitios de comida rápida y restaurantes con una larga carta de comida europea y asiática. El destino del típico turista gourmet es el pueblo búlgaro.

“No es de sorprender que el turismo rural en Bulgaria está estrechamente relacionado con el cada vez más popular turismo gourmet, por esto recomendamos a sus aficionados alojarse en una casa para huéspedes en algún poblado”, explica Penio Ivanov de la Asociación para Desarrollo de la Cultura y las Artesanías. Ahí el comer empieza desde la mañana cuando se ofrece un desayuno especial: pastel de queso y otros bollos y crepes caseros con mermeladas caseras. Después, a la hora de comer, les preparan distintas sopas como, por ejemplo, una sopa de pollo de corral. Se ofrecen excelentes sopas de verduras también. Y por supuesto el tarator búlgaro que es una sopa fría de yogur y pepino. Siendo Bulgaria un productor tradicional de verduras, se pueden preparar una infinidad de comidas a base de legumbres. También les pueden ofrecer distintas aves rellenas, carnes asadas o estofadas…Todo esto lo podemos probar cuando estamos en una casa de pueblo. Ahí hacen las cosas de manera tradicional. Las amas de casa disponen del tiempo y la imaginación de diversificar la comida. Pueden ofrecer yogur y quesos caseros… Ahí el menú es realmente especial”.

En algunos sitos para los invitados prepararán carne de cordero asado que va bien con ensaladas frescas y aguardiente casero que sube el ánimo. O, asarán cochinillo relleno con arroz y hierbas aromáticas criado con amor y cuidados en la chiquera adyacente a la casa. Sólo de esta manera uno puede estar seguro que la carne que consume es de un animal “feliz”, limpio, sin antibióticos, hormonas y otros ingredientes dañinos característicos de los productos que se ofrecen en las tiendas. Sin embargo, la carne de cerdo disfruta de gran estima en este país y forma invariablemente parte de la carta de cualquier establecimiento gastronómico nacional.

Penio Ivanov, sin embargo, recomienda comer más platos a base de verduras: “Los búlgaros tienen tradiciones milenarias en el cultivo de hortalizas. Por esta razón, somos tan hábiles en diversificar nuestra dieta”. Calabacines, pimiento rojo, col, puerros, cebolla, berenjena, tomates, frijoles y muchas otras verduras entran en la composición de suflés, musaka, pasteles y muchas más especialidades que traen al paladar sensaciones inolvidables. Hay que mencionar también la riqueza de especias frescas y secas que añaden un sabor típico búlgaro a las comidas. Entre estas en el primer lugar está la ajedrea, llamada la “reina” de las especies búlgaras que se utiliza sólo en Bulgaria. Muy extendidos son el perejil, el eneldo y la brutalia que se han impuesto como un suplemento obligatorio de sopas y distintas comidas de carne o verduras. Y al final los postres: los distintos tipos de dulces en almíbar que se pueden encontrar también en los demás países balcánicos, que son un verdadero reto para cada gourmet con el paladar curioso. Sin embargo, Penio Ivanov nos aconseja a probar el más simple pero más saludable sabor de las frutas que crecen en abundancia por nuestras tierras y que entran en la composición de dulces y compotas caseros que representan una verdadera tentación.

Versión en español por Ruslana Váltcheva

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