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La oveja karakachan, predecesora de las ovejas europeas

Foto: karakachan.org
Con frecuencia olvidamos que las especies locales de animales domésticos son parte del patrimonio “viviente” del mundo, constituyen un importante elemento de la diversidad biológica que tanto peligra en nuestros días, y representan un valioso fondo genético. En la actualidad las especies locales van entrando en el renglón de “razas raras en extinción”. Las razas locales son particularmente valiosas por el hecho de que al cabo de miles de años de selección natural o artificial, se han adaptado perfectamente a las condiciones de su hábitat. Son resistentes a enfermedades y cambios climáticos. La Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la Agricultura, FAO, advierte, sin embargo, que existe una tendencia sostenida al decrecimiento drástico de la diversidad de razas locales.

Desde comienzos de este siglo hasta el año 2007, cada mes en el mundo ha desaparecido una raza local. Otro 20% de las razas locales de animales domésticos están al borde de la desaparición. En otras palabreas, el mundo va perdiendo valiosísimos recursos genéticos capaces de dotar la ganadería moderna de una mayor vitalidad natural. Se estima que en Bulgaria se han conservado una treintena de razas locales de animales domésticos. Entre ellas ocupa un lugar especial la oveja Karakachan, la raza más próxima al predecesor salvaje de las actuales ovejas domésticas: el muflón europeo. Es, de hecho, una de las razas de oveja más antiguas en Europa. Es heredera de la oveja de la especie tsakel que criaban en la Antigüedad los tracios, los antiguos pobladores de las actuales tierras búlgaras, que tenían mucha fama por sus rebaños que servían de medida de riqueza y de la posición social en su comunidad.

No cesan las discusiones en torno a si la oveja karakachan es la predecesora de las ovejas europeas modernas, o lo son otras razas antiguas conservadas en Escocia y Alemania. Esto dice el ganadero Atila Sedefchev de la Unión de Ganaderos Struma (por el nombre del homónimo río en el sudoeste de Bulgaria), y miembro de la organización ecologista búlgara Semperviva.

Atila Sedefchov es uno de los pioneros de la preservación y recuperación de las razas locales en Bulgaria. Dedica especial atención a la oveja karakachan, el perro karakachan y el caballo karakachan, los tres animales característicos de la etnia Karakachan que practicaba antaño la ganadería nómada en las zonas limítrofes de Bulgaria y Grecia:
“La oveja karakachan es, con toda certeza, la raza más antigua del sudeste de Europa porque es la forma más antigua de la oveja primitiva de los tracios, puntualiza el ganadero. El área en que se da en la actualidad esta raza ovejuna coincide íntegramente con los territorios que habitaron los tracios en la Antigüedad. Es una oveja de montaña, tocada de cuernos en espiral y cubierta de lana basta. Es una raza primitiva. Ha sido comprobado que es muy similar al muflón y que es una de las más antiguas de Europa. No se puede afirmar con total certeza que sea la más antigua de todas ya que en Escocia y Alemania existen otras razas, diferentes de las nuestras, pero que también son muy primitivas”.

Según los criterios establecidos por la Comisión Europea, una raza local es considerada amenazada de extinción si su hato disminuye a menos de 7 mil cabezas en toda la UE. Lamentablemente, la mayoría de las razas locales búlgaras caben justo en esta categoría.

“De la treintena de razas locales que se han conservado el 80% están amenazadas por la extinción. Son muy pocas las que se mantienen en buen estado y con suficiente población, dice Atila Sedefchev. Por ejemplo la oveja de Plevna tiene mejor población, pero la oveja típica de la región de Sofía está al borde de la desaparición. La oveja de las riberas del Maritsa, caracterizada por sus manchas negras alrededor de los ojos, ora entra en la lista de razas locales amenazadas, ora sale de esta lista. Todas las demás razas locales están por debajo del mínimo crítico de 7 mil cabezas. Según estadísticas oficiales, la población de la oveja karakachán oscila en los últimos años entre 9 mil y 7 mil cabezas. En esta cifra se incluyen también los animales de tipo auténtico, pero también algunos que no lo son en absoluto, porque hay rebaños que no son íntegramente típicos sino que tienen muchas mezclas ajenas. Es preciso diferenciar los rebaños típicos de los que son integrados también por ejemplares atípicos, para conocer qué es lo que debemos preservar con carácter prioritario. Lo más valioso de una raza antigua son sus genes originales, que debemos conservar. Un día tendremos necesidad de estos genes para poder introducir en alguna raza seleccionada altamente productiva cualidades de la raza primitiva como son, por ejemplo, su resistencia a condiciones naturales adversas y otras. La idea de conservar las razas antiguas estriba precisamente en conservar el valioso fondo genético local. En la práctica, de las ovejas karakachán antiguas, originales, descritas en los años 30 del siglo pasado, en estos momentos tenemos en Bulgaria no más de mil ejemplares”.

En sus palabras, hay también dos razas raras de cabras cuya población es críticamente baja. La cabra de pelo largo de la región de Kalofer suma unos 600 ejemplares, mientras que la cabra de pelo largo y cuernos corvos suma unos mil ejemplares. El presupuesto destinado a la Política Agraria Común de la UE cuenta con un rubro especial de fomento a la cría de razas locales raras. En Bulgaria los ganaderos que las crían reciben una ayuda de 25 euros por cabeza de ganado ovino y cabruno, y hasta 200 euros por cabeza de ganado bovino y caballuno. Justo este subsidio da lugar a ciertos problemas. En muchos sitios las autoridades hacen la vista gorda ante la impureza racial de los rebaños para que los ganaderos puedan cobrar esta ayuda.

En la vecina Serbia, por ejemplo, que ni siquiera pertenece a la UE, el Estado concede un subsidio dos veces mayor: 50 euros por cabeza de ganado menor de raza local. Hay otro hecho curioso y es que en los años de la economía socialista planificada la orientación de la ganadería búlgara consistía en importar razas altamente productivas del exterior y menospreciar las razas locales. A finales de los años 60 del siglo pasado se procedió a un cruce en masa de las razas locales del ganado cabruno con la cabra saanen de Suiza, que daba más leche que las razas locales. Entonces el parque zoológico de Erfurt, en Alemania, compró algunos ejemplares de razas antiguas búlgaras para preservarlas como valioso material genético”.
En palabras del ganadero Atila Sedefchev, hay muchos problemas también en torno a la pureza de la bella raza del caballo karakachán.

“Hasta hace unos 7 u 8 años el caballo Karakachán oficialmente se consideraba desaparecido. Entonces comenzamos dos proyectos cuya finalidad era buscar y rescatar su población. Ahora se ha llegado al otro extremo: todo caballo que se encuentre pastando en libertad en el monte es considerado caballo karakachán. En los años 30 el investigador búlgaro Petrov describió dos tipos de caballos en las zonas montañosas: el caballo Karakachán y el caballo Balcánico, cada uno con sus rasgos específicos. Hoy, en lugar de buscar ejemplares originales del caballo Balcánico y hacer lo procedente para reproducir esta raza en forma pura, la misma se mezcla y confunde con la población de los caballos Karakachán. Evidente padecemos una especie de “enfermedad del crecimiento”, comenta el ganadero. Es una enfermedad que superaremos pero ojalá lo logremos antes de que las razas auténticamente locales hayan desaparecido. Los caballos karakachán de raza pura que se han conservado no son más de 300 ejemplares en todo el país. Antaño hermosos rebaños de esta raza pastaban en la localidad de Belmeken, en Bulgaria del Sur, pero la gente mayor a que pertenecían ha ido desapareciendo de este mundo, los hatos quedaron sin dueños y los herederos de éstos los vendieron a los mataderos porque Italia importaba en aquel período carne de caballo. Es un hecho trágico. Algo similar ocurrió con el búfalo de la raza local, del que se podían identificar algunos ejemplares sueltos, pero que de hecho ya ha desaparecido”.

La organización ecologista Semperviva se opone al rescate de las razas antiguas para funciones que no les son propias, por ejemplo la cría de perros Karakachán como mascotas y no para que cumpla su función natural de perro guardián de rebaños. Los ecologistas búlgaros apoyan la preservación y conservación de las razas locales idóneas para la ganadería de alta montaña porque los pastizales en las zonas montañosas de gran altura son el hábitat natural de muchas especies raras de animales y plantas, y desempeñan un papel importante para mantener el equilibrio ecológico.

Además de los subsidios directos para la cría de semejantes razas, que no son muy cuantiosos por cierto, los ecologistas recomiendan elaborar una estrategia global para la cría de semejantes razas, que comprenda también el turismo rural y alternativo, los cual beneficiaría estas zonas de escaso desarrollo económico. Tal es la práctica en Italia. Allí la gente acude con gran interés a los pueblecitos perdidos en lo alto de la montaña para conocer los productos locales auténticos, observar la forma en que se cultivan y producen y, sobre todo, conocer a las personas que cuidan de las seculares tradiciones locales. Nuestro interlocutor cita también un buen ejemplo de Bulgaria:

“La cabra de pelo largo de la zona de Kalofer fue preservada gracias a un hecho curioso, y es que la piel de esta cabra se emplea para las máscaras de los Babuger o Kuker en la región del monte Pirin: Se trata de las temibles máscaras para el tradicional carnaval de los Kuker o Babuger: personajes que en primavera recorren el pueblo con estas máscaras y con enormes cencerros atados a la cintura, para ahuyentar las fuerzas del mal invernales y abrir paso a la primavera. Precisamente la demanda de estas pieles para tales máscaras ayudó a que se conservara la raza local”. 

Versión en español de Raina Petkova
По публикацията работи: María Dimitrova


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