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El Templo Santísima Trinidad de Bansko

Foto: BGNES
La ciudad de Bansko, un centro espiritual, revolucionario y cultural durante el Renacimiento Búlgaro en los siglos XVIII y XIX, es hoy un famoso centro vacacional de montaña. Situada en el Suroeste de Bulgaria, en las faldas de la montaña Pirin, la ciudad está rodeada de decenas de fuentes de aguas termales. Las pendientes de la montaña ofrecen un sinfín de rutas turísticas con vistas impresionantemente bellas. Bansko es el punto de partida hacia una única pista de esquí de 16 kilómetros, iluminada por la noche, y con una cobertura de nieve garantizada. El verano y el otoño en aquella zona son dedicados a muchos eventos culturales, el más famoso de los cuales es el Festival Internacional de Jazz.

© Foto: Albena Bézovska


El único sitio desde que Bansko se ve como en la palma de la mano es el campanario con reloj del Templo de la Santísima Trinidad en esa ciudad. La escalera de madera que lleva al desván es coetánea de esta impresionante torre, símbolo de la ciudad. Fue construida en 1850 y el mecanismo del reloj fue montado en 1865. La iglesia es aún más antigua y ha dado el nombre al complejo. Fue consagrada en 1835, al cabo de dos años de obras. El de la Santísima Trinidad, en Bansko, es uno de los templos cristianos ortodoxos más grandes de los Balcanes. El significado de este hecho es reforzado por las circunstancias en que apareció la iglesia. En aquella época Bulgaria estaba bajo el dominio otomano. La edificación de templos cristianos estaba permitida sólo en sitios donde antes habían existido edificios de culto, templos y santuarios, y sólo bajo la condición de que el punto más alto del nuevo edificio no superase la altura de una persona a lomo de caballo.

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© Foto: Albena Bézovska
Las autoridades turcas, primero dieron la orden de que la iglesia fuera demolida, pero al ver las medialunas, se quitaron los feces haciendo reverencia, así la iglesia fue salvada.

Los vecinos de Bansko querían mucho tener una nueva iglesia. La antigua, que se conserva hasta hoy, estaba situada lejos del centro poblacional en aquella época. Lazar German, un comerciante adinerado, que en aquel entonces ejercía de alcalde de Bansko, era el más activo y decidido. Según relatos de vecinos de Bansko, junto con un amigo, Lazar German enterró en su jardín una cruz, un icono y otros objetos religiosos. El Abuelo Lazko, como le llamaban con respeto los demás habitantes de la ciudad, pidió a una mujer anciana “ver en sueños” que ahí había existido un templo. La señora anuncio su presunta visión y representantes del ayuntamiento y de las autoridades turcas encontraron las “pruebas” y escribieron una solicitud al gobernante turco. El Abuelo Lazko reunió a su gente y les dijo que iban a necesitar mucho dinero y mucho trabajo voluntario. A los más ricos comentó: “El dinero nos ha sido proporcionado por Dios para nuestra alegría y a favor del pueblo!”. Empezaron a reunir dinero para el templo y cada uno daba lo que podía. Lazar German donó su jardín, y este fue el sitio en el que fue construida la iglesia de la Santísima Trinidad de Bansko. Sin embargo, el permiso de las autoridades no llegaba. Una circunstancia feliz “abrió” una oportunidad inesperada: en la familia del gobernador de la región en Tesalónica nació un hijo varón. El Abuelo Lazko reunió dinero de los vecinos más adinerados de Bansko y les dijo que prepararan regalos grandes para la mujer y el hijo del gobernador. Entre los regalos pusieron una bolsa con monedas de oro. El gobernador turco se conmovió por el respeto que le habían rendido los vecinos de Bansko y firmó el permiso.

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Hristo Boichin, sacristán de la iglesia de la Santísima Trinidad, cuenta la continuación de la historia:

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Hristo Boichin, el sacristán de la Iglesia de la Santísima Trinidad

Para construir esta iglesia grande, la gente de Bansko obró con diplomacia. El permiso que obtuvieron era para la construcción de una capilla pequeña. Sin embargo, ellos eligieron una táctica muy buena: edificaron primero un muro alto y luego empezaron a excavar y echar los cimientos. Cada noche ampliaban poco a poco los fundamentos. Cundo éstos estaban listos para proceder a las obras de construcción en sí, resultó que el dinero se había acabado. Entonces el Abuelo Lazko se fue a Nevrokop (hoy, la ciudad de Gotse Delchev). Tenía relaciones comerciales con el Mehmed Bey, llamado Altan Bey, o sea, el bey de oro, por su gran riqueza. Le pidió al bey dinero prestado, mintiendo que lo necesitaba para su negocio. Tomó prestada una cantidad bastante grande para aquel entonces y lo invirtió hasta el último céntimo en la obra de su vida. Pronto la mentira fue descubierta, le arrestaron y le desterraron a Diarbekir, en Turquía, donde murió. La entrada del templo ostenta unas medialunas. Éstas fueron una idea del abuelo Lazko. Ya que él tenía el presentimiento de que no vería el fin de las obras, para proteger la obra en construcción, ordenó que este símbolo del islam fuera cincelado en la piedra. Fue un acto muy inteligente, ya que cundo llegaron las autoridades turcas, primero dieron la orden de que la iglesia fuera demolida, pero al ver las medialunas, se quitaron los feces (un tocado masculino que llevaban los turcos) de sus cabezas e hicieron reverencia. Así la iglesia fue salvada.

© Foto: www.pravoslavieto.com

El trabajo voluntario continuó. El tejado del edificio alto requirió mucho tiempo. Toda la arquitectura estaba pensada de manera que el templo pareciera más pequeño. Pero es una sensación engañosa. La bóveda en su parte más alta tiene 20 metros de altura, el largo del edificio es de 44 metros, y el ancho, 24 metros. Las paredes, de más de 1 metro de grosor, fueron construidas de bloques de mármol blanco. Según una leyenda, el mortero lo preparaban con aceite de aceitunas para que fuera más liso y duradero.

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En el templo se entra por puertas gruesas de madera, hechas de enormes pinos. Las doce columnas que sostienen el techo simbolizan a los 12 apóstoles de Jesucristo. Los murales son obra de pintores de la escuela de Debar. Los iconos fueron hechos por los famosos maestros Dimitar y Simeón Moleros, de la escuela de Bansko. Velian Ognev pintó un cielo poblado de estrellas en el cielorraso, con nubes y ángeles celestiales. Del cielorraso penden gruesas cadenas con lámparas y candelabros. El púlpito también está cubierto de dibujos estilizados. Por la bella escalera de caracol que sube al mismo, un 5 de octubre de 1912 subió el gran poeta búlgaro Peyo Yávorov, comandante de un regimiento durante la Primera Guerra Balcánica de 1912 – 1913. Aquella guerra tenía como objetivo la liberación de territorios poblados principalmente por cristianos que se habían quedado bajo dominio otomano. Desde ese púlpito Yávorov proclamó la liberación de Bansko con las siguientes palabras: “Hermanos, de hoy en adelante sois búlgaros libres.” Más tarde, los vecinos de Bansko pusieron esta inscripción sobre el monumento erigido a este gran poeta nacional, situado en el patio junto al campanario. El complejo incluye también el pequeño templo de Paisii de Hilendar.

© Foto: Albena Bézovska

Si pasan por Bansko sin duda escucharán el sonido de las cuatro campanas que fueron hechas 60 años después de construida la iglesia por los hermanos Veleganov. Las autoridades permitieron la instalación de este símbolo cristiano gracias a otra astucia: sobre la mayor de las campanas los artesanos escribieron “Hecha durante la época del sultán Hamid II”. La inscripción está ahí hasta hoy en día pero difícilmente puede ser vista. Sin embargo, con toda seguridad los visitantes sentirán la tranquilidad del templo. Es una tranquilidad cargada de fe y amor por la patria, conseguida con mucho sacrificio y confianza en las fuerzas del bien. 

Versión en español por Ruslana Váltcheva

По публикацията работи: Albena Bézovska


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