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Vacaciones en el monte Strandzha

Foto: Veneta Nikólova
En pleno verano las playas del litoral sur del mar Negro parecen unos enormes hormigueros de los que se eleva el bullicio de las multitudes de veraneantes. Aprovechando la sombra escasa que les deparan sombrillas y carpas o bien tendidos directamente en la calurosa arena, los veraneantes procuran broncearse disfrutando de la inmensidad del mar y del soplo serrano vivificador de la vecina montaña Strandzha. Esto ocurre en los balnearios de Primorsko, Tsarevo, Ajtopol, Sinemorets. En verano estas pequeñas localidades costeras en el litoral sur del mar Negro parecen despertar para una vida nueva. Son muchos los veraneantes que prefieren pasar sus vacaciones allá no sólo por las hermosas playas sino también por los umbríos bosques del monte Strandzha.


La franja en el litoral meridional por sus instalaciones hoteleras densamente construidas e hiperpobladas, en temporada alta, tiene una ventaja importante frente al resto del litoral y es su proximidad a la montaña. A pesar de los voraces apetitos de los inversores y de la despiadada ofensiva del hormigón, esas pequeñas ciudades marítimas no han perdido su encanto de antaño conservándose como lugares de veraneo sumidos en verdor y frescor. Además de tomar baños de sol, los veraneantes pueden en este verano practicar submarinismo y pesca submarina y hacer cruceros de varias horas de duración a bordo de los pequeños barcos que zarpan del puerto de Tsárevo.


Últimamente, sin embargo, los veraneantes parecen despreciar cada vez más las atracciones marinas para internarse en el monte Strandzha. Toda persona enamorada de la hermosura de la montaña preferirá sumirse en su regazo para conocer sus pliegues más recónditos. Uno tiene la sensación de internarse en zonas de otras latitudes geográficas ya que se mueve a través de una vegetación de lianas y bosques perennes. Se abren camino a través de este verdor exuberante las perezosas aguas del río Veleka que desemboca en el mar negro a la altura de la ciudad de Sinemorets. Allá podrá uno embarcarse en un bote que irá río arriba, y podrá observar raras especies de aves que anidan en sus orillas, tortugas acuáticas, libélulas y una increíble variedad de nenúfares. En este trayecto fluvial los turistas se internas unos 8 kilómetros en el monte Strandzha y llegan al pueblo serrano de Brodilovo.


”Son cada vez más numerosas las personas que pasan sus vacaciones de verano en las pendientes de la montaña”, dice Todor Gondov, gerente del Museo de Historia de la ciudad de Tsárevo. “En las inmediaciones de nuestra ciudad hay otro mar, conformado por las verdes colinas de la montaña Strandzha. Sumirse en su frescor es una vivencia extraordinaria. Strandzha es una montaña antigua en la que hay numerosos vestigios de los primeros monumentos históricos, testimonios de la presencia humana. Me refiero a los dólmenes, o, las casas de dragones, como los llama la gente de la comarca. Nuestros ancestros que vivieron en la montaña desde hacía milenios esparcieron en todos los montes sus monumentos megalíticos, túmulos tracios, santuarios, capillas. Hay fuentes históricas que demuestran que la zona de Strandzha aledaña al mar forma parte de la historia más antigua del mundo y que los tracios vivieron allá aún antes de crearse el orbe helenístico y pasaron a ser ellos mismos parte de la cultura helenística”.


En plena temporada estival numerosos viajeros y personas de espíritu aventurero dan la espalda a los balnearios de la costa y se internan en el monte recorriendo los senderos montañosos con el deseo de asomarse a la magia de los vestigios de civilizaciones antiguas, diseminados por el monte. Si la noche adviene durante estos recorridos uno puede alojarse en una casa de huéspedes de algún pueblo serrano. La gente de la montaña suele habitar casas vetustas construidas ya a comienzos del siglo XIX. Algunas de ellas han sido restauradas y convertidas en acogedores hoteles familiares que se ajustan a todas las normas europeas de turismo ecológico. Nos referimos a los pueblos de Brashlian, Bulgari, Kosti, entre otros. Vale la pena que uno combine sus vacaciones a orillas del mar con una escapada por varios días de la civilización, para disfrutar de la belleza indómita de la montaña.


Todor Góndov expresa en este sentido. “Hay en la montaña Strandzha un sinfín de rutas turísticas y recorrer cualquiera de éstas ofrece unas vivencias inolvidables. En el territorio de nuestro municipio hay varias reservas. Una de estas llamada Uzunbacak está inscrita en la lista de las reservas biosféricas protegidas por la UNESCO. Parece que allá la naturaleza y la historia se dan tendido las manos para decirnos: ”Bienvenidos”. El veraneante, tras pasarse un par de días tumbado en la playa, se siente aburrido, se pone a recorrer las curiosidades de la villa y al tercer día ya desea ver algo nuevo. Es el momento en que se fija en las estribaciones onduladas de la montaña Strandzha y decide internarse en ella”. 

Versión en español por Mijaíl Mijailov
Fotos: Veneta Nikólova
По публикацията работи: Veneta Nikólova


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