El lugar de la bondad humana en nuestro agitado día a día

Publicado el 21/12/12 09:29

Foto: EPA/BGNES

En la víspera de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo siempre nos preguntamos si las personas serán más bondadosas y más responsables ante la vida que el destino les ha obsequiado. ¿Seguirá aflorando la parábola sobre Abel y Caín en la insensatez, los asesinatos y la envidia de los humanos? ¿Se volverán los ricos más sensibles a los problemas del prójimo; los pobres menos pobres; los insensatos más sabios, y los sabios más atentos a transformar su sabiduría en actos de bondad para los demás?

Seguimos buscando la respuesta a estas interrogantes milenios después del nacimiento del Salvador, que nos enseña a amar al prójimo. Nuestros tiempos han destrozado los criterios de bien y mal a tal punto que difícilmente podríamos dar una respuesta unívoca a la pregunta de qué es la bondad humana. Por esto el catedrático Georgi Kapriev, profesor de Historia de la Filosofía de la Universidad San Clemente de Ojrid, de Sofía, nos invita a volver la mirada a Platon y su discípulo Aristóteles, que hablan del Bien y el bien común.

Durante la Edad Media y hasta hoy, no solo en la filosofía política sino también en la metafísica, el bien ocupa un alto lugar central, explica el catedrático Kapriev. Para Aristóteles y sus discípulos guarda relación con el llamado fin de la existencia del individuo. Decía Aristóteles: mi construcción es tal que mi existencia aspira, por su naturaleza, a la perfección. Si la lograré o no es otro tema. Este fin -la perfección- era llamado por el filósofo el bien. En la filosofía europea este es un argumento sólido compartido por una gran mayoría de los filósofos.

¿Cuáles son las dimensiones del acto humano o de la persona que cabrían en el concepto de bondad humana? Agobiados por el quehacer del día a día, nos acordamos de ésta apenas cuando nos veamos en apuros, o solo con determinado motivo. Cierto que en días festivos uno busca a otra persona a su lado a la que sonreír, una persona ante la cual no cerraría su puerta y con la cual se tomaría una copa de vino. Por otro lado, poseídos por el temor y las dudas, no sabemos cuál es la persona mala o peligrosa. Lo sabemos todo sobre los robos y asesinatos, pero casi nada sabemos de la persona normal y buena. Ésta no suele estar en el foco de la atención de los medios de comunicación, no interesa a la prensa amarilla y no es protagonista de las películas de taquilla. Procura vivir de un modo natural, acatando las leyes de la naturaleza, el Estado y su propia moral.

El que la bondad escape a nuestra atención en el día a día se debe al nivel de la moralidad de la sociedad búlgara en la última treintena de años. Muchos son las causas por las que se han visto socavados los cimientos de la coexistencia humana. Una de ellas, aunque no la única, es la pobreza, destacada continuamente. Por otro lado, la curiosidad humana está más abierta al mal. Y lo que los periodistas llaman noticia que vende es precisamente la noticia sobre el mal. Sin embargo, últimamente vemos que las cosas van cambiando y la atención va tomando otro rumbo: quién es una buena persona, qué acto es bueno, cuál es la buena noticia… Al parecer ha quedado claro que no se puede vivir solo con rabia y rencor. Éstos desgastan a la persona, la carcomen, la matan. Al parecer, la gente ha entendido que la salud moral es más importante que cualquier otra salud. Quisiera creer que es así y que no se trata de una simple campaña más, continúa diciendo el catedrático Kapriev. El bien genera bien. El bien, decían los antiguos, ensancha el alma, le da un mayor volumen. Quien haya tomado conciencia de esto intenta hacer bien, y si no, al menos no hacer daño. No hacer daño es el primer paso para hacer bien.

Uno de los grandes secretos de la vida es que para vivir bien, hay que ser un puente, tendido por uno mismo hacia los demás. Si sentimos tierra firme bajo nuestros pies, es que estamos en el camino certero.

Debemos hacer bien. Debemos pensar sobre el bien, afirma convencido el catedrático Kapriev. Debemos amar a los demás porque son personas humanas. A veces éstas son capaces de rompernos los nervios y requiere un esfuerzo inhumano aguantar la insolencia y las infamias a nuestro alrededor, pero debemos ser capaces de no perder nunca de vista el bien. Debemos recordar siempre que el hombre puede cambiar y que debemos ayudar a que ello suceda.

Sería bueno si la bondad fuera para las personas un modo estar presentes en la sociedad y no un mero gesto material de donar, apoyar, vestir o calzar a alguien. La bondad consiste en aspirar a que el otro también viva bien, y reconocer su derecho a existir. Si buscamos la bondad en la vida, primero debemos mirarnos a nosotros mismos y preguntarnos ¿habrá más sitio para la bondad en nuestro día a día? ¿Seremos capaces de ver el mundo con otros ojos?

Me gustaría responder sí pero soy historiador y sé que no hay buenos tiempos para vivir, responde el catedrático Kapriev. No hay tiempos en que el bien haya sido entronado, o por lo menos haya predominado en la vida. Pero si perdiéramos la esperanza de que esto suceda un día, no seríamos personas humanas.

Versión en español por Raina Petkova

По публикацията работи: Iliana Ráicheva

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