La uva y el vino en el folclore búlgaro

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La uva y el vino ocupan un digno puesto no sólo en la mesa de nuestro compatriota sino también en su mundo espiritual. En algunos textos apócrifos no era el manzano sino precisamente la vid el árbol para discernir entre el Bien y el Mal que crecía en el Edén y motivó la tentación y el pecado original de los primeros seres humanos. Según una leyenda fue Dios quien creó la uva, y el Diablo, al intentar infructuosamente a imitar a Dios creó la zarzamora. Las dos frutas maduran en una misma época del año, a finales del verano. No obstante, existe la creencia de que no hay que comer zarzamoras antes de haber catado uva ya que, de hacerlo, sucumbirá uno al poder del Diablo.
En los cuentos tradicionales son evocadas uvas milagrosas que transformaban a los humanos en burros, y otras capaces de restituirles su aspecto humano. Se aprovechó de esas uvas un joven astuto para darle una buena lección a una pérfida hija de un rey que habían intentado engañarlo.

Las uvas milagrosas no sólo están en los cuentos y así, hasta hoy en día, en el patio del Monasterio de Rozhen de La Natividad de la Virgen María crece una vetusta vid de cuyas uvas se cree que al comerlas una mujer estéril ya podrá concebir.
Es testimonio de la importancia ritual de la uva el hecho de que todo el ciclo de su producción se encuentra marcado por festividades y vedas. Así no hay que comer uvas antes del 6 de agosto, día de la Transfiguración. Ese día los primeros racimos de uva son llevados a la iglesia para ser consagrados y después ya se permite comer uva. El 29 de agosto, día en que es conmemorada la decapitación de San Juan Bautista rige la prohibición de comer alimentos rojos y bebidas del mismo color por la derramada sangre del santo y así se ponen en la mesa únicamente vino blanco y uvas blancas.
Por tradición la vendimia se inicia el 14 de septiembre pero el día de San Trifon, celebrado el 1 o el 14 de febrero, en el cual se inicia la poda de las vides es el que ocupa el puesto más importante en los ritos de los viticultores. Posiblemente por una proximidad en el calendario, el santo cristiano ha cobrado los rasgos de una antigua deidad pagana, patrona de la uva y el vino, del tipo de Dionisos. De esta manera el joven manso y pío, muerto como mártir en defensa de la fe cristiana, recibe del pueblo apodos como Trifon el Podador y Trifon el Ebrio. La festividad transcurre con mucho jolgorio y toma de vino.

La posición con respecto al vino en el folclore es ambigua. Esto se nota en un refrán que reza “Bendito el vino pero maldita es la embriaguez” y también en dos nombres jocosos dados al vino “alegra casas” y “partecrismas”. Por un lado, el vino es concebido como símbolo de la sangre de Jesús y por esto el búlgaro lo respeta y venera como el pan. Se cree que con pan y vino se pueden hacer conjuros para ahuyentar a los diablos. Antes de tomar vino cada uno debe santiguarse y luego ya coger el vaso o la cantimplora. No por casualidad el vino acompaña al hombre en los momentos más importantes de su vida. Sabido es que en unas bodas la presencia del vino es imprescindible como lo es también bailar la tradicional danza joró. Antes de traspasar el umbral de su nuevo hogar los recién casados toman vino para vivir con amor y bien avenidos. A la parturienta se le da de beber un poco de vino para tener un parto más fácil. El vino también esta presente en los ritos funerarios, y así la tumba es rociada de vino para que la tierra sea más clemente y acoja al difunto en sus entrañas.
Por otra parte, hay textos escritos en la tradición folclórica que recogen también advertencias sobre el hábito de empinar el codo desmesuradamente. Esto se ha plasmado en algunos dichos populares como por ejemplo:” hasta el loco huye de un hombre bebido”, “El hombre borracho es como un saco roto”, o bien, “Se tomó vino la cabra y luego se fue a buscar el lobo para pelear con él”.

La contradictoria naturaleza del vino encuentra también su explicación en la leyenda del abuelo Noé quien plantó los sarmientos del primer viñedo. Roció los sarmientos de sangre y por esto el vino tiene el color de ésta. Recogió la sangre de tres animales: cordero, león y cerdo. Por esta razón quien beba poco vino se volverá manso y jovial como cordero, quien tome más se hará valiente y temible como un león y quien empine el codo excesivamente se comportará como un puerco, se revolcará en el fango y será el hazmerreír de todos. Posiblemente por la naturaleza “leonina” del vino, éste es bebida obligada para los hombres apuestos, gallardos y valientes de los cuentos y canciones tradicionales. Muchas de éstas evocan a su comienzo cómo esos hombres están sentados en tabernas frescas y toman vino tinto antes de emprender camino y protagonizar heroicas hazañas en las que triunfan sobre dragones, pelean contra temibles forasteros o rescatan a unos esclavos encadenados. En ocasiones la rivalidad entre los protagonistas se traduce en una especie de competición para ver quién se tomará la mayor cantidad de vino. De uno de los protagonistas de los cuentos y canciones tradicionales, llamado Kralí Marko, se afirma que es capaz de beberse “tres toneles de vino” y comerse, como tapas, una vaca entera más tres hornadas de pan.
El puesto importante de la vid y de la uva como símbolos de la hermosura y la fertilidad está resaltado en Bulgaria en algunos nombres de pila de hembras y varones y también se ha reflejado en los nombres de numerosos centros poblacionales del país.

Versión en español por Mijaíl Mijailov

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