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Rabanitos y lechugas del espacio, fruto de las tecnologías espaciales de Bulgaria

Foto: Архив

Ensalada de rabanitos y lechugas frescas, varios tipos de sopa, guisados de ternera y pollo, postres de yogurt, fresas y frambuesas, frutas frescas… Es el menú que ofrece el “restaurante” espacial creado por científicos búlgaros. Sus comensales son los astronautas de las estaciones espaciales en órbita. Son los afortunados que tuvieron la suerte de probar primeros el sabor de las verduras espaciales del invernadero celestial búlgaro SVET.

Ya en 1990 los científicos búlgaros comprobaron que la ciencia ficción puede hacerse realidad. Las plantas no solo pueden volar al espacio sino también reproducirse en las estaciones espaciales. Al cabo de largos años de infructuosos experimentos de los investigadores rusos y norteamericanos, científicos búlgaros lograron crear un invernadero para cuatro especies de verduras, incluidos los rabanitos y la lechuga…

Con el desarrollo del programa MIR-NASA de 1992 al 2000, el invernadero de segunda generación ya está dando incluso gérmenes de trigo. Por primera vez los investigadores búlgaros lograron obtener espigas de trigo y granos de ellas. El propio invernadero estuvo volando 10 años en el espacio. Así la Humanidad dio sus primeros pasos en el aseguramiento de alimentos frescos para el largo viaje al Planeta Rojo, que dura dos años. Hay más: Cuando el hombre empiece a “domar” la Luna, necesitará verduras y hortalizas, y el huerto imprescindible para este fin será asegurado por los invernaderos espaciales búlgaros.

Arroz con carne de ternera picada, envuelto en hojas de parra, goulash, musaka , frijoles y alubias sin carne, hortalizas al horno con carne de ternera… Esta es solo una parte del menú espacial que han elaborado los investigadores búlgaros que incluye, además, yogurt con harina de avena, varios tipos de frutos secos, fresas, duraznos, manzanas, albaricoques, melones y otras frutas.

Bulgaria es conocida en la elite espacial por su producción de magníficos alimentos para los astronautas. En el país se producen una treintena de alimentos espaciales que se emplean no sólo en el espacio cósmico sino también en las expediciones a la Antártida o al Himalaya.

Para que una sopa se convierta en un paquete de polvo, se somete a un tratamiento especial con la tecnología de sublimación. Se congela a temperatura de 35 grados centígrados bajo cero y se deshidrata. Así sus propiedades nutritivas se conservan.

De hecho es un concentrado alimentario exento de toda humedad, que se prepara de productos frescos, sin conservantes ni colorantes. La sopa se envasa al vacío, en folio de aluminio de tres capas, y está lista para el vuelo espacial. En cuanto el astronauta sienta hambre, añade al polvo un poco de agua y los productos secos recuperan su sabor natural.

Lo mismo ocurre con los demás manjares y exquisitas verduras. Los maestros del arte culinario que los han preparado son los investigadores del Instituto de Criobiología y Liofilización de la Academia de Ciencias de Bulgaria, que pueden preparar más de 50 tipos de comida para los astronautas. Las mismas pueden estar hechas en tabletas y, al no disponer de agua, el astronauta puede masticarlas directamente.

El menú contiene muchas frutas y hortalizas, y los manjares con carne llevan sólo ternera y pollo. La dieta espacial prohíbe el consumo de carne de cerdo a causa del gran estrés a que están sometidos los astronautas en el espacio y del riego de que suba el nivel de su colesterol.

Hay otro éxito importante que han logrado los investigadores búlgaros de cara a la exploración del espacio. Hace 28 años en Bulgaria fueron desarrollados los primeros alimentos prebióticos con Lactobacillus bulgaricus destinados para el programa espacial Intercosmos. Son alimentos con la bacteria láctea que hace cuajar el yogurt búlgaro. Hasta el año 2000 estos productos estaban clasificados como secretos y se producían como alimentos especiales.

En el lejano año 1979, cuando voló al espacio el primer cosmonauta búlgaro, Georgi Ivanov, los investigadores búlgaros le proporcionaron un paquete experimental de frutos y frutas secas y lyutenitsa, una salsa típica búlgara hecha a base de tomate i pimiento. Para el vuelo del segundo cosmonauta búlgaro, Alexander Alexandrov, en 1988, ya habían sido desarrollados 25 tipos de sopas, manjares y postres. Cabe mencionar que en el espacio se come cuatro veces al día: hay dos desayunos, un almuerzo y una cena.

En el Día Internacional del Hombre en el Espacio, que celebramos el 12 de abril, los búlgaros sentimos especial orgullo por pertenecer al club de los países espaciales. Bulgaria se incorporó a los programas espaciales ya en 1969. Desde entonces miles de desarrollos búlgaros han volado al espacio. Somos la décimo octava nación espacial del planeta y la sexta en enviar a un astronauta propio al espacio… Además, Bulgaria es el tercer país, después de EE UU y Rusia, que ha mandado alimentos al espacio cósmico.

La palma de la primacía en esta labor de los investigadores búlgaros pertenece a los huertos de verduras. Bulgaria ha sido la primera del mundo en cultivar en condiciones espaciales trigo, rabanitos y lechugas en un invernadero espacial, sin parangón.

Versión en español de Raina Petkova

Fotocolage: Vergil Mitev

По публикацията работи: Tania Harizanova


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