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El levantamiento de Abril de 1876 pone sobre el tapete la liberación de Bulgaria

El puente del primer disparo en Koprivshtitsa
Foto: Архив
El levantamiento de Abril de 1876 fue el punto culminante en las luchas emancipadoras de los búlgaros contra los cinco siglos de dominio otomano. Estalló el 20 de abril, el 2 de mayo por el calendario gregoriano. Fue organizado por el Comité Revolucionario de Giurgiu, fundado en Rumanía por patriotas búlgaros. El comité fue continuador de la labor desarrollada por el Comité Central Revolucionario Búlgaro fundado por Vasil Levski, la figura más destacada y brillante en el movimiento de liberación de Bulgaria quien moría tres años antes de iniciarse la rebelión. En las obras científicas se recogen varias tesis sobre los objetivos que perseguía este levantamiento, precisa en entrevista para radio Bulgaria el profesor Plamen Mitev, decano de la facultad de Historia de la Universidad central de Sofía. Ocupa un puesto primordial entre ellas la tesis de que los apóstoles revolucionarios de Giurgiu se planteaban preparar un alzamiento nacional confiando que en medio de la crisis Oriental que se iba profundizando se pudiera lograr una solución del problema político búlgaro.

Sin embargo, entre los estudiosos existen ciertas polémicas sobre si aquellos apóstoles confiaban en el éxito final del levantamiento. Se conocen diferentes testimonios documentales según los cuales algunos de aquéllos consideraban que la posibilidad de que los búlgaros consiguieran solos un triunfo militar frente a la Sublime Puerta resultaba ínfima. Apostaban, más bien, en la idea de acaparar, a través del alzamiento, la atención de las Grandes Potencias y mover a Europa a intervenir en la solución de la gran Crisis Oriental dentro de la cual el problema búlgaro habría tenido una solución satisfactoria, explica el profesor y agrega.

“El plan inicial de los apóstoles no contemplaba una ficha fija para el comienzo del levantamiento. En Giurgiu ellos examinaban varias fechas posibles: el 18 de abril, el 1 de mayo y el 11 de mayo y ofrecían la posibilidad de que en el transcurso de los preparativos para el alzamiento los propios dirigentes de distritos revolucionarios eligieran la fecha en que todos estarían listos para iniciar acciones insurgentes autónomas. Los apóstoles preveían, además, una posibilidad complementaria. Los emigrantes búlgaros conocían los planes de Belgrado de emprender acciones militares de envergadura contra Turquía, en respaldo al levantamiento en Bosnia-Herzegovina. Una parte de los participantes en las reuniones en Giurgiu consideraba que sería bueno coordinar el levantamiento en Bulgaria como el comienzo de las hostilidades en Serbia. A iniciativa de uno de los apóstoles, Stefan Stambolov, en la primavera de 1876 a Belgrado fue enviado Georgi Zhivkov el hombre que debía hacer la coordinación con las autoridades serbias. Una traición, sin embargo, provocó el estallido prematuro del levantamiento. La guerra en serbia y Montenegro se iniciaría apenas en junio, o sea, dos meses después de comenzar el Levantamiento de Abril. El traidor fue Nenko Terziiski del pueblo de Báldevo quien había asistido a la asamblea en la zona serrana de Oboriste organizada por el Comité de Giurgiu para preparar el levantamiento. Al término de aquella reunión, Terziiski avisó a las autoridades turcas que tomaron medidas para arrestar a los dirigentes de la rebelión en el Distrito revolucionario número 4. Fue así como se llegó al estallido prematuro del alzamiento.

En la bibliografía científica existe otra hipótesis más, lanzada en su época por el profesor Jristo Gandev y apoyada por uno de los bulgaristas norteamericanos más renombrados Philip Shashko, señala el profesor Mitev. Se trata de la hipótesis de que las autoridades turcas preferían que el alzamiento se produjera prematuramente para verse facilitados en sus acciones por aplastarlo. Esta hipótesis descansa sobre testimonios concretos de que ya antes de la traición de Terziiski, las autoridades otomanas contaban con información sobre el levantamiento preparado en las tierras búlgaras y, en vez de tomar medidas para frustrarlo optaron por otra vía de actuación. Enviaron a un pequeño grupo de policías turcos para la detención del apóstol Todor Kableshkov, personalidad no tan relevante entre los dirigentes del levantamiento, sabiendo bien que Kableshkov contaba con los poderes de proclamar previamente el alzamiento si surgían circunstancias extraordinarias. Así fue rota la sintonía en la organización y las fuerzas insurgentes fueron fácilmente destruidas por unidades paramilitares y por el ejército regular turcos.

Según el plan confeccionado por los apóstoles de Giurgiu a los efectos del alzamiento, las tierras búlgaras fueron divididas en cuatro distritos revolucionarios: El de Tarnovo, el de Sliven, el de Vratsa y el de Plovdiv - con sede en la ciudad de Panaguiriste -. En los diferentes distritos el cuadro de la evolución de la rebelión fue distinto.

Las acciones más activas se desarrollaron en el distrito número 4, el de Panaguiuriste, donde los apóstoles habían hecho muy buen trabajo y habían logrado restablecer toda la red de comités creados antes por Vasil Levski. En las localidades donde no había comités crearon nuevos. Se hizo una preparación previa de la población masculina y se elaboraron planes concretos sobre las futuras hostilidades. Se habilitaron almacenes de municiones y de víveres. Se prepararon planes para socorrer a los habitantes pacíficos para evitar gran número de bajas. Para levantarles los ánimos de la población se hacía propaganda de cómo Rusia y Serbia respaldarían a los insurgentes búlgaros. En el distrito revolucionario número 4 el levantamiento se produjo en numerosos pueblos y ciudades y, en él participó activamente casi toda la población búlgara local, dice el estudioso Mitev y agrega:

Lamentablemente fue muy distinto el cuadro en el resto de distritos revolucionarios. En el distrito dos, el de Sliven, desde el mismo comienzo entre los apóstoles se desataron polémicas sobre la táctica a seguir. Unos propugnaban la tesis de una sublevación masiva en las aldeas, otros apostaban por la guerra de guerrillas, o sea, por la formación de destacamentos armados. Tales destacamentos comenzaron a actuar en el distrito Uno, el de Tarnovo donde hubo varias formaciones importantes. Gracias a la excelente pluma de Zajari Stoyanov, el mejor cronista del Levantamiento de Abril, hemos podido conocer más sobre el levantamiento en el distrito número 4 pero menos sobre la sublevación en la región de Sevlievo donde en numerosas aldeas realmente se produjo la sublevación masiva de la población local. Se llegó a hablar incluso de la llamada república de Novo Selo que existió varios días durante el levantamiento. La sublevación más floja se produjo en el distrito número 3, el de Vratsa, en el que los apóstoles no consiguieron una coordinación con las acciones de los emigrantes revolucionarios búlgaros y cuando por allá cruzó el destacamento de Jristo Botev, los activistas de Vratsa, privados de unos dirigentes serios, no lograron ofrecer ayuda a aquel destacamento ni ésta logró tampoco aportar a que se decretara la sublevación en esa región noroccidental de Bulgaria.

El levantamiento estallado prematuramente fue bañado en sangre. Fueron masacrados más de 30 mil búlgaros. Destacados intelectuales y políticos europeos abogaron en defensa de la causa búlgara.

En el verano de 1876 se produjo una enorme repercusión internacional motivada por el levantamiento y que se fue traduciendo en numerosos debates en diversos parlamentos europeos, escritos en la prensa, reuniones y mítines multitudinarios en los que personas comunes y corrientes patentizaban su compasión por los búlgaros y su apoyo a la causa nacional de éstos, dice el profesor Mitev. Desde luego, el cuadro es diferente en los distintos países. En Inglaterra, por ejemplo, el problema búlgaro fue aprovechado por la oposición para arremeter contra el gobierno conservador de Disraeli. Uno de los líderes de la oposición Gladstone escribió uno de los panfletos más vehementes contra la política de apoyo a la Sublime Puerta. Su famoso folleto ”Lecciones para la masacre” fue muy vigoroso y contribuyó a la popularización de la causa búlgara. También movió a la opinión pública europea a ejercer presión sobre los gobiernos de las Grandes Potencias para que intervinieran en la solución de la Crisis Oriental. En los meses de septiembre y octubre la diplomacia europea se vio forzada de ocupar una manifiesta postura condenatoria de las acciones de las autoridades otomanas. Se fue llegando paulatinamente a la idea de convocar en Estambul la conferencia de embajadores que fue un intento por lograr una solución pacífica de la crisis.

La Sublime Puerta, empero, se negó a cumplir las resoluciones de aquella conferencia sobre cambios territoriales y la creación de regiones autónomas. Se arribó así a la guerra ruso-turca de 1877 a 1878 al cuyo término se produjo la liberación de Bulgaria. 

Versión en español por Mijaíl Mijailov
По публикацията работи: Miglena Ivanova


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