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La Unificación de Bulgaria, un magno acontecimiento en la historia nacional

“Bulgaria unificada”, litografía de Nikolay Pavlovich (detalle)
Foto: Архив
La Unificación de Bulgaria del Norte y Bulgaria del Sur, efectuada un 6 de septiembre de 1885, es uno de los acontecimientos más relevantes en la historia de la Bulgaria moderna. Fue un paso de avance en la materialización del programa de unificación nacional de los búlgaros y una continuación de la revolución nacional tras la liberación del país de la dominación otomana. Siete años después de que en 1878 Bulgaria se independizara ante la Sublime Puerta, al cabo de casi cinco siglos de dominio otomano, los búlgaros, a ambos lados de la Cordillera Balcánica, tuvieron la osadía de oponerse a las estipulaciones del Tratado de Berlín, firmado ese mismo año 1878 y, con admirable unidad y patriotismo, raras veces vistos en la historia, dar prueba de su madurez política y su voluntad de desarrollarse como una nación libre.

El Estado búlgaro fue creado en el siglo VII d. C. y tiene rancias tradiciones históricas, pero a causa de la dominación otomana, que se extendió por casi cinco siglos, el proceso de formación de la nación búlgara finalizó, en términos generales, en los años 70 del siglo XIX. Fue un proceso que comprendió el logro de una prosperidad y avance económicos, la creación de una cultura propia sobre la base la lengua búlgara unitaria, la pugna por la autonomía de la Iglesia Ortodoxa Búlgara y el afianzamiento de la mentalidad de pertenecer a una comunidad única. Formadas de modo natural, las fronteras históricas y geográficas de la nación búlgara habían abarcado las tierras de Bulgaria del Norte, desde el mar Negro hasta Nish, de Tracia hasta la costa del mar Egeo, y de Macedonia hasta Ojrid, Debar y Struga. Fruto de las luchas independentistas, del heroico Levantamiento de Abril de 1876 y de la Guerra RusoTurca que lo siguió en los años 1877 y 1878, Bulgaria se liberó de la dominación otomana. Con el Tratado de Paz, firmado el 3 de marzo de 1878 en la pequeña villa de San Stefano, hoy barrio de Estambul, el país quedaba restablecido en las mismas fronteras, aproximadamente.

“El Tratado de Berlín”, de Antón von Verter, 1881

No obstante, guiadas por sus intereses políticos y fines egoístas, las grandes potencias no aceptaron las fronteras del Estado búlgaro esbozadas por el Tratado de San Stefano. Fue así que en un congreso que celebraron en julio de 1878, las grandes potencias (el Reino Unido, el Imperio Austrohúngaro, Francia, el Imperio Alemán, el Reino de Italia, Rusia y el Imperio Otomano, bajo el sultán Hamid) revisaron el Tratado de San Stefano, firmado el 3 de marzo de ese mismo año y, adoptaron resoluciones decisivas para el destino del pueblo búlgaro y para el futuro de los Balcanes. En virtud del Tratado firmado en Berlín, la nación búlgara fue desglosada territorialmente en cinco partes. Al principado libre (aunque vasallo del sultán) le fueron asignadas las tierras de Bulgaria del Norte con la región de Sofía. El territorio de Bulgaria del Sur, denominado Rumelia Oriental, obtuvo el estatuto de provincia turca con autonomía administrativa. Macedonia y la parte de la Tracia del Edurne, liberada en la Guerra Ruso-Turca de 1877 y 1878, fueron devueltas al Imperio Otomano. Los territorios alrededor de Pirot, Niš y Vranje le fueron concedidos al Reino de Serbia, y la región de Dobrudzha del Norte fue cedida al Reino de Rumanía.

El Tratado de Berlín fue firmado por los jefes de Estado de Inglaterra, Francia, Alemania, Austria-Hungría, Italia, Rusia y el Imperio Otomano. El documento hizo caso omiso del derecho natural de todo pueblo a la autodeterminación y engendró el problema de la liberación de todos los búlgaros en el marco de un estado nacional libre y unitario.
Los búlgaros pugnaron durante decenios por resolver este problema. Su lucha pasó por el Levantamiento de Kresna y Razlog (1878), las acciones de guerrilla de VMRO, el glorioso Levantamiento de San Elías y Transfiguración (1903), las guerras por la liberación nacional y la unificación del país (1912-1913). El primer triunfo del anhelo de todos los búlgaros de lograr su ideal nacional fue conquistado el 6 de septiembre de 1885 con la Unificación de Rumelia Oriental y el Principado de Bulgaria.

A pesar de que el Tratado de Berlín dejaba a Rumelia Oriental en la situación más privilegiada frente a los demás territorios, no liberados aún, también allí se mantuvo vivo el movimiento por la unificación nacional, surgido ya a comienzos de 1878. Fueron elementos del anhelo común de la nación búlgara de lograr su ideal unitario las iniciativas en este sentido emprendidas en diferentes momentos por los gobiernos búlgaros (1880) y los círculos gobernantes de la región de Rumelia Oriental (1884). La unificación era un postulado de los programas de los partidos políticos, un tema central de la prensa y motivo para acciones patrióticas de las asociaciones cívicas.
El 10 de febrero de 1885, en Plovdiv, fue constituido un Comité Revolucionario Secreto, presidido por Zahari Stoyanov, destacado publicista y apóstol del Levantamiento de Abril de 1876 que dio pie para la Guerra Ruso-Turca de 1877 y 1878, libertadora para Bulgaria. La finalidad inicial de aquel comité era luchar por la liberación de Macedonia y por “la unificación de todo el pueblo búlgaro, fragmentado por el Congreso de Berlín en cinco partes”.

La directiva del Comité Revolucionario Secreto Central
Unos meses antes, sobre la base del análisis realista de la desfavorable situación internacional y de su potencial, el Comité Revolucionario Secreto Central limitó su actividad a la preparación de la unificación de Bulgaria del Norte con la del Sur, bajo el cetro del Príncipe Alejandro I de Battenberg. El Comité Revolucionario Secreto desplegó una vasta labor organizativa. El 28 de mayo de 1885 apareció el primer número del periódico Borba (Lucha) redactado por Zajari Stoyanov. Era un periódico pequeño con un gran objetivo, más que claro: el de difundir y argumentar la necesidad de que el país se unificara. Aquel periódico se convirtió en estandarte de la lucha de los búlgaros.
El 6 de septiembre de 188,5 el Comité Revolucionario Secreto Central de Plovdiv, con apoyo del Ejército y de la comunidad local, proclamó la unificación de Rumelia Oriental con el Principado de Bulgaria. El gobernador de Rumelia Oriental, Gavril Krastevich, fue destituido como indicio de que la provincia se independizaba del Imperio Otomano.
El 8 de septiembre de 1885, el Príncipe Alejandro I de Battenberg reconocía la unificación mediante una proclamación especial y declaraba su aceptación a que de aquel momento en adelante fuera denominado Príncipe de Bulgaria del Norte y del Sur.

“Visita del Príncipe Alejandro I a Plovdiv el 9 de septiembre de 1885”, de Pietro Montani

La Unificación fue aprobada y apoyada incondicionalmente por los búlgaros, pero afectó directamente los intereses de Turquía, al incumplir drásticamente el Tratado de Berlín, lo cual significaba que su reconocimiento dependería de la aprobación de las grandes potencias. Los estados europeos condenaron el acto de autonomía de los búlgaros y ninguno se declaró categóricamente en su apoyo. La más descontenta era Rusia, puesto que la Unificación había sido proclamada sin su conocimiento ni consentimiento.
La postura negativa de Rusia motivó la positiva de Inglaterra, que vislumbró una oportunidad de socavar la presencia rusa en Bulgaria. Los gobiernos europeos resolvieron que la cuestión búlgara debía ser debatida en una Conferencia de Embajadores en Constantinopla.

En septiembre y octubre de 1885, el gobierno de Petko Karavelov desplegó una labor tan amplia como polifacética para consolidar el proceso de unificación. Sin embargo, no logró prevenir la guerra que Serbia, contraria a la Unificación, le declaró a Bulgaria.
El 2 de noviembre de 1885, las tropas serbias, al mando del Rey Milan, invadieron Bulgaria. Ese mismo día, por manifiesto especial, el príncipe Alejandro I llamó a los búlgaros a alzarse en defensa de “su patria y su libertad”. La ofensiva Serbia duró apenas cinco días: justo el tiempo necesario para que las unidades búlgaras se retiraran de Bulgaria del Sur y se desplegaran en el frente occidental. El día decisivo para aquella guerra fue el 7 de noviembre de 1885, cuando las tropas búlgaras derrotaron a las divisiones serbias en la localidad de Slivnitsa. Durante la semana siguiente, el Ejército Búlgaro emprendió una ofensiva a lo largo de todo el frente. Serbia se vio forzada a reconocer su derrota y a firmar un tratado de paz con Bulgaria.

“Los serbios oran por la paz”, tarjeta postal de 1885

El triunfo de los búlgaros en aquella primera Guerra Patria les mereció el respeto y la admiración de la comunidad europea e hizo imposible la división del país nuevamente en Bulgaria del Norte y Bulgaria del Sur. El 24 de marzo de 1886, los embajadores de las grandes potencias firmaron en Constantinopla un acto por el que el gobierno de Rumelia Oriental era conferido al príncipe búlgaro. La Unificación, de hecho realizada, pero reconocida en una forma condicional, tuvo consecuencias muy positivas a largo plazo para el futuro avance político, económico y cultural de Bulgaria. Para los búlgaros modernos es un inapreciable ejemplo del triunfo de una causa, largamente defendida, realizada en forma autónoma y, sobre todo, materializada gracias al esfuerzo solidario del pueblo, los políticos y el Ejército. 

Versión en español por Raina Petkova
По публикацията работи: Vasilka Tánkova


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