Métodos tradicionales búlgaros para embellecimiento

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Dicen que la bella mujer es la que sabe subrayar su hermosura natural y disimular sus defectos. Dicen, además, que la belleza natural es la que más se aprecia. Nuestras bisabuelas no debatían problemas similares pero sin lugar a dudas utilizaban cosméticos. Según mandaba el buen comportamiento en la sociedad patriarcal, los esfuerzos por acicalarse no debían notarse. Pero igual que las canciones y otras destrezas femeninas, de madre a hija se transmitían los secretos de luchar contra lo procesos naturales.
¿No sabes, amor mío, qué se compra para una joven? Para su rostro blanco, una crema, para sus bellos labios, un pintalabios”. Este es un fragmento de una canción de la región de Tracia pero podemos encontrar textos similares en todas las regiones folclóricas. En algunas canciones se habla de un pintalabios turco. Cabe decir que este medio que se usa para subrayar los labios provenía de las tierras al sudeste de Bulgaria. Según algunas estadísticas actuales, un hombre come unos 6 kilos de pintalabios en su vida. En este sentido los búlgaros de otrora estaban protegidos de las influencias nocivas de algunas de las sustancias ya que sus mujeres utilizaban solo colorantes naturales, entre los cuales estaban, por ejemplo, las cerezas y las guindas.

Según la creencia popular, las jóvenes que consumen grandes cantidades de estas frutas en primavera conservan largo tiempo el color rojo de sus labios. Para adquirir un agradable efecto marrón utilizaban nueces verdes con gran cautela ya que el alto contenido de yodo puede no solo colorear, sino dañar los labios. La crema que se menciona en las canciones era una especie de pomada con la cual las jóvenes trataban de adquirir una tez más igual del rostro. Sobre todo en verano, cuando se desarrollaba una intensa labor en el campo, las muchachas y las esposas jóvenes trataban de cubrir sus caras con pañuelos para protegerlos de los rayos de sol. La tez oscura era señal de otra nacionalidad, y las búlgaras tenían la fama de tener los rostros blancos.

En las recetas populares se habla de diferentes plantas que ayudan para mejorar el aspecto de la cara. Es consabido que el zumo de limón está entre los medios más universales para mejorar la tez. En las regiones de Bulgaria donde se cultiva esta planta aplicaban el zumo de limón por separado o en combinación con infusiones de hierbas curativas. Esto es muy idóneo para manchas en la piel. En casos similares utilizaban también raíces de perejil. Tiene un efécto benéfico lavarse la cara con agua de lluvia en que ha permanecido en remojo perejil. Según el curandero, Petar Dimkov, para logar el mismo efecto se puede utilizar zumo fresco de hojas trituradas de perejil, así como una infusión de flores de diente de león.

Para logar un buen cutis, la medicina tradicional recomienda untar la cara con miel con un poco de agua. En esta receta el agua se puede sustituir por leche no hervida. En las regiones donde se cultiva rosa oleaginosa las mujeres utilizan el agua de rosa oleaginosa con fines cosméticos. El método más simple de mantener el aspecto fresco de la cara sigue aplicándose hoy en día. Primero la cara se unta con aceite etéreo, aceite de oliva, etc. Después se le hace un masaje con agua de rosa oleaginosa. El resultado es una emulsión muy tierna que no cede en nada a muchos productos cosméticos fabricados.

Tal vez con la aparición de los primeros especialistas de farmacología en Bulgaria, se hicieron famosas diferentes cremas preparadas en casa según una receta determinada. La más popular entre ellas es la crema de cera blanca, aceite de almendro o agua de rosa oleaginosa. Esta última es mejor que sea obtenida a principios del procesamiento de las rosas. En condiciones caseras se preparaba un ungüento de pepinos y aceite de aceitunas, un excelente medio para blanquear la piel. Para obtener una buena consistencia se requerían destrezas especiales. No todas las mujeres lograban preparar cremas. Habitualmente se dedicaban a la tarea curanderas que conocían la aplicación de otros medios, aparte de los enumerados.

Hoy en día muchos búlgaros utilizan los productos naturales si tienen problemas con la piel. Tal vez los más populares son los aceites de caléndula o hierba de san Juan. A juicio de Petar Dimkov, las proporciones son las siguientes: 10 gramos de caléndula se mezclan con 50 gramos de aceite de oliva. Se deja reposar una semana, se filtra y se guarda en un lugar frío. En los Ródopes se prepara la misma receta pero se usa grasa de cerdo en vez de aceite. Las mujeres dicen que producen una magnífica crema para la cara que guarda del frío y hace que desaparezcan los diminutos defectos cosméticos. Es idónea para la tierna piel de los niños.

La huma también está entre los populares medios en la medicina popular. Se usa para limpiar la cara, fortalecer el cabello o en vez de jabón. Nuestras abuelas conocían muchas otras recetas para mejorar el aspecto del pelo, considerado uno de los atributos femeninos más importantes. Con la infusión de cortezas de roble prevenían que el pelo engrasara. Si el pelo es más seco le aplicaban una máscara de aceitunas trituradas o grasa de cerdo, yema y aguardiente. Era una niña cuando una abuela casi de cien años de edad me pidió que le ayudara que preparara la mixtura. A pesar de su avanzada edad la abuela tenía trenzas muy bellas que cubría con su pañuelo.

Son muy populares los métodos de conservar el color natural del pelo. Para mantener el pelo rubio en la práctica popular hay infusiones de heno o flores de mirasol. Para el pelo castaño, hervían la coraza verde de las nueces mientras estaban frescas, antes de que hubieran cambiado de color. Dicen que la ortiga protege el pelo de las canas. La infusión se aplica directamente en el pelo pero es bueno que esté presente también en la comida.

Para lavarse el pelo se prefería el agua de las lluvias. Los conocedores afirman que a todos los medios cosméticos que se aplican en la cara es bueno añadir un poco de miel. Lo mejor es que uno labore bien, no contenga malos pensamientos en la mente, guarde los ayunos y duerma bien. Porque la maldad se refleja primero en la cara y el sueño es más dulce que la miel, solían decir otrora.

Versión en español por Hristina Táseva

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