Es difícil creer que en el siglo 21 todavía existan lugares como la aldea de Kovachevitza, que parece el decorado de una película histórica; algunos la llaman el Hollywood búlgaro. Sobre el telón de fondo de sus casas de piedra antiguas y callejuelas empinadas han sido rodadas algunas de las producciones nacionales más populares. Hay algo mágico en este pueblo. Aquí el tiempo se mueve en cámara lenta trasladando a vecinos y visitantes siglos atrás y ni la afluencia de turistas, ni las aspiraciones de los empresarios locales, puede cambiar esto. A pesar de que en los últimos años la pintoresca aldea se ha convertido en un lugar de atracción turística, su ambiente ha quedado intacto por el tiempo y su aspecto, conservado. Kovatchevitsa es un cuento de hadas petrificado en el tiempo que uno nunca se cansa de releer.Se supone que el origen de Kovatchevitsa se remonta al siglo XV, cuando esta parte de los Balcanes estaba bajo el dominio otomano. La gente local insiste en que la aldea fue fundada por los arnaútas (colonos cristianos que adoptaron el Islam, llegados de las que hoy son tierras albanas). Ellos se establecieron en la parte baja del pueblo llamada hoy Barrio Arnaút. Más tarde arribaron otros colonos y la aldea comenzó a crecer y a prosperar. El aspecto actual de Kovatchevitsa data del siglo XVIII. En aquella época los varones de esta aldea tenían fama de ser maestros en albañería. En verano se iban a ganarse la vida en Francia, España e Italia, y en invierno volvían al terruño, se arremangaban y se ponían a trabajar, a despecho de las ventiscas y del frío glacial. En la construcción de las casas implementaban algunos de los últimos avances de la arquitectura y la construcción europea. El milagro más grande de la época era el complejo sistema de alcantarillado.
“Aquellos hombres trajeron el oficio que practicaban allende fronteras – dice Vladimir Zhúglev, descendiente de una de las primeras familias que se afincaron en Kovatchevitsa – . Por eso paralelamente a la edificación de la primera casa, en la aldea comenzaron obras de infraestructura y cada casa tenía baños en todos los pisos, como también lavabo y horno para hacer pan. Esta infraestructura de cinco siglos funciona a la perfección hasta hoy”.
En Kovatchevitsa los edificios son sólidos, altos, de varios pisos, que es algo inusual de la arquitectura renacentista búlgara. Las casas, escalonadas sobre el escaso terreno montañoso, procuran ocupar un mínimo de espacio. Desde las terraza de algunas se abre una hermosa vista hacia los montes Ródopes. El aire es cristalino, y por la noche las estrellas parecen estar al alcance de la mano.
La zona ofrece una gran abundancia de alojamientos para pasar el fin de semana: se pueden alquilar chalés, casas de huéspedes o habitaciones en hoteles familiares. Por fuera éstos no se diferencian en nada de las demás casas del pueblo, lo cual no significa que los huéspedes se vean privados de las comodidades modernas. Además de tener acceso a Internet, televisión vía satélite, etc., los alojamientos están provistos de todo tipo de extras, en medio de un mobiliario de estilo antiguo. Por lo general éste es de madera maciza, como antaño, y los propietarios de establecimientos compiten en la decoración de su chalé, hotel o restaurante con tejidos y artículos auténticos. La aldea de Kovatchevitsa es famosa también por sus platos típicos locales. El kachamak (una especie de polenta amarilla), preparado de distintas maneras, los frijoles en olla, los kebapche (hechos a la parrilla a base de carne picada), el sudzhuk casero (una especie de salchicha seca condimentada) y una serie de delicias más atraen a la clientela multilingüe en las tabernas locales. Los alrededores de la aldea abundan en atractivos naturales e históricos, hermosos parajes y senderos de montaña que conducen a sitios no afectados por la presencia humana.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Veneta Nikólova
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