“El verbo es la quintaesencia del alma humana, es lo que nos hace hombres, nos ayuda a purificarnos y a conocernos mejor, toca el alma de quien está a nuestro lado”. Es el credo de Petko Jínov, traductor, poeta, escritor y profesor búlgaro.
Petko Jínov nació en 1972 en la ciudad meridional de Plóvdiv. Es de los primeros búlgaros que osaron adentrarse en el vasto mundo de la lengua y cultura chinas. Se graduó en filología china y rumana por la Universidad de Sofía. Traduce libros del inglés, ruso, rumano, chino y eslavo eclesiástico al búlgaro, y del búlgaro al inglés, al ruso y al chino. Escribe poemas, cuentos cortos y artículos. Ser a la vez traductor, poeta, escritor y docente es para él una vocación.
Jínov dedicó unos quince años de su vida al monacato. “La razón por la que una persona se convierte en cristiano es Cristo – es comoexplica qué fue lo que le indujo a emprender el camino de la búsqueda espiritual –. Llevar una vida monacal es la manera de tener mayor intimidad con Dios. Creo, sin embargo, que se puede ser monje aun sin vestir hábitos”. A pesar de estar consciente del papel positivo que tuvo este período en su vida, decidió abandonar la morada espiritual y no tomar los votos monásticos. Su siguiente paso fue marcharse a la China como profesor de inglés. A la pregunta de si éste no había sido un giro muy brusco, responde: “La cultura china es multifacética, es decir, en China hay cristianismo occidental, y también oriental. El idioma, sea chino o cualquier otro, y el monacato no se contraponen, al contrario, el monacato está en estrecha conexión con la cultura verbal. Desde la más tierna infancia me siento relacionado con el verbo; servirle da sentido a mi vida. El Lejano Oriente me atrajo precisamente con la profundidad, amplitud y riqueza inimaginables del idioma. Me refiero concretamente a la lengua china”.
Actualmente, Petko Jínov escribe un libro sobre su vida en China y el surgimiento de su amor por el Oriente. Dice que su primer contacto con el idioma chino fue a través del cine. “Vi una película china, me encantaron las artes marciales. Luego vi otra, pero en la segunda ocasión me fascinó la melodía de la lengua, sobre todo al hablar las mujeres; suena como una canción, como música, como trinar de pájaros”. Le atraen además los caracteres chinos, que encierran un contenido rico en semántica. El especialista en esta lengua asiática trabaja asimismo en la traducción de la novela El sueño de la cámara roja, obra emblemática de la literatura china. “Cuanto más difícil es un texto, más me encanta traducirlo, porque las cosas fáciles me aburren”, explica, aunque constata con cierto pesar que hoy en día poca gente lee obras de la alta literatura, cosa que lo obliga a obedecer a la demanda del mercado.
En Bulgaria los estudios sobre China todavía están en sus albores; las personas que se arriesgan a traducir del chino son pocas. Muchas de las obras chinas editadas en este país son traducciones por intermediarios, a través de una tercera lengua. Gran parte de la literatura búlgara es traducida al chino del ruso o del inglés. “La gente en China no sabe casi nada sobre Bulgaria”, dice Petko Jínov. Esto le ha hecho asumir la ambiciosa tarea de hacer un portal de Internet, llamado Bulgaria de cara a China, que haga de puente entre las dos culturas. El portal ofrecerá gran cantidad de información sobre la cultura y las tradiciones búlgaras, así como sobre las oportunidades de hacer turismo en este país y de potenciar la cooperación económica.
Los desaciertos que impiden a los búlgaros ser unidos como nación, un pensamiento surgido de repente al amanecer, el esplendor de la naturaleza, las cosas pequeñas que le dan sentido y valor a cada momento de nuestra vida, son algunos de los temas que estimulan la pluma poética de Petko Jínov.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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