Nos despedimos hoy de Djoko Rosic, actor de cine, muy querido por varias generaciones de búlgaros, que interpretó decenas de personajes en muchas obras maestras del cine búlgaro. Djoko se quedará para siempre en nuestros corazones y en nuestra memoria por su descomunal talento y por su sabiduría que no dejaba de compartir con todos nosotros.
El vaquero del cine búlgaro, serbio y húngaro, el actor de la voz más memorable se fue hacia la puesta del sol una semana antes de cumplir 82 años. Djoko Rosic había “muerto” unas 30 veces en sus películas. Esta vez, en directo, sin derecho a toma segunda, murió el 21 de febrero. A este actor, querido por millones de personas, solo se le puede describir en una palabra – extraordinario. Algunos se preguntarían por qué. Porque incluso su fecha de nacimiento, el 29 de febrero, sugiere la extraordinaria vida de un búlgaro mágico de raíces serbias o de un serbio de raigambre búlgara. Su madre había insistido en que pusieran su fecha de nacimiento el 28 de febrero para que el niño tuviera cumpleaños cada año. Djoko nació en el año 1932, olímpico y bisiesto, en una familia de profesores. Djordje Mirko Rosic emigró a Bulgaria a los 19 años de edad por razones políticas. Era un patriota hasta los tuétanos. Obtuvo ciudadanía búlgara en 2002, después de haber residido medio siglo en Bulgaria. Dio sus primeros pinitos en el cine siendo periodista de Radio Nacional de Bulgaria, en Radio Bulgaria que entonces se llamaba Programas para el exterior. Nuestro fondo de Oro guarda sus recuerdos.
“Empecé a trabajar en la Radio a los 19 años y medio. Estudiaba economía en la universidad y trabajaba a tiempo completo en la radio. De día estudiaba y por la tarde trabajaba en la redacción, recuerda Djoko Rosic. - Luego fui traductor locutor en las programas para Yugoslavia por un largo tiempo. Después fui editor en la Redacción Central que redactaba materiales para todas las lenguas en que teníamos emisiones. En Programas para el exterior, había muchos profesionales, ya que ese trabajo lo hacían solo aquellos que dominaban a la perfección las lenguas extranjeras. Eran unos intelectuales. Por eso en esa redacción había bastantes disidentes. Desde la perspectiva actual, resulta que hacíamos propaganda de un partido o de un régimen, pero no me avergüenzo ni de una sola línea de las que había escrito en aquel entonces”.
Para Djoko Rosic, los 17 años que pasó en la Casa Vieja eran los mejores de su vida, pero terminaron con amargura.
“En otoño de 1968, después de los acontecimientos en Checoeslovaquia, llamados contrarrevolución, en la radio hicieron una purga. Yo en aquel entonces era ciudadano de Yugoslavia. Decían que un extranjero no podía trabajar en la radio aunque en Programas para el Exterior había muchos extranjeros. Creía que esa purga no me afectaría porque era un trabajador impecable. No recuerdo bien si en 1960 ó 1961 recibí el premio anual al mejor material escrito por un periodista. Tres meses después de que me echaron, despidieron también a mi esposa, Liliyana Lazarova, que trabajaba en la redacción musical de Programas para el Exterior. Su culpa era ser mi esposa”.
Mientras trabajaba como periodista en la radio, desde comienzos de los años 60 del siglo pasado, Djoko Rosic participó en siete películas. La vida cinematográfica de Djoko Rosic empezó gracias al director de la radio en aquella época, Misho Nikolov, que había recibido una invitación de los estudios de cine y le aconsejó probar suerte. El actor principiante tomó vacaciones no pagadas, participó en el rodaje de la película y volvió a la redacción. Había podido continuar esa práctica porque a Djoko le gustaba su trabajo en la radio, había trabado verdaderas amistades y gozaba del cariño de sus colegas. Al cabo de 4 años de peregrinaciones, ya que su nombre estaba en la lista negra, le contrataron a tiempo completo en los Estudios de largometrajes. En medio siglo en la pantalla, Djoko Rosic participó en más de 110 películas, entre las cuales destacan sus interpretaciones en Las Bodas de Ioan Asen, Kan Asparuh, Capitán Petko Voivoda, Tiempos de Violencia. Participó con gran éxito en una serie de producciones serbias y húngaras. En los últimos años tomó parte en Prima Primavera del húngaro Yanosh Edeleni, en Tuvalu del alemán Veit Helmer, en la producción francesa Vercingetorix junto con Christophe Lambert y Max von Sydow. Tuvo en su palmarés la medalla Cirilo y Metodio primer grado y Siglo de Oro, por su gran contribución al cine búlgaro. Hace 4 años, en Budapest, fue distinguido con el premio especial por su aporte al cine húngaro. El amor más grande de Djoko Rosic, después del que profesaba a las mujeres, eran los caballos, símbolo del espíritu libre. Después de 35 años en los estribos, él ya va montando un caballo salvaje en las praderas celestiales en un universo mejor como nos gustaría creer.
Versión en español por Ekaterina Bobeva
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