¿Qué se vislumbra entre el sufrimiento y la alegría? Se puede ver la respuesta en 55 fotos de campos de refugiados en el territorio de Siria. Son obra del fotógrafo Vasil Karkelanov que ha contado con la ayuda del periodista y director de cine Nidal Khlaif y están expuestas en la Biblioteca Nacional Santos Cirilo y Metodio. La exposición fotográfica que lleva el nombre simbólico de” Los ojos de la esperanza” está dedicada a los niños refugiados de Siria y se organiza bajo los auspicios del Alto Comisionado de ONU para los Refugiados en Bulgaria. En la inauguración, entre los invitados estuvieron el presidente Rosen Plevneliev y la alcaldesa de Sofía, Yordanka Fandakova. Les acogieron niños sirios con rosas búlgaras, símbolo de este país, un letrero que decía “Esperanza” y una canción búlgara.
“Hoy en día, en Siria hay 6 millones de personas desalojadas, la mitad de las cuales son niños – informó el representante del Alto Comisionado en Bulgaria, Roland FrancoisWeil. – A todos, no solo a los que están en Siria, sino a los forzados a abandonar su patria, la ONU está obligada a ayudarles y asegurarles un futuro. Tenemos que ayudarles a recibir educación y recuperar la infancia robada”.
Para el fotógrafo Vasil Karkelanov, la propuesta de hacer esta exposición ocurre de forma inesperada, casi incidental. Él no se ocupa de hacer fotografía periodística, sino de fotografía de moda y publicitaria. No dudó mucho y 2 semanas después viajó a Siria.
“La idea es mostrar a los niños tal y como son en todas partes – dijo para Radio Bulgaria Karkelanov. – Son niños que tienen sueños y deberían tener futuro. Lo que están viviendo es una terrible injusticia. Se les castiga sin que tengan la culpa. Quería mostrar que son los que más sufren por los conflictos absurdos, dejar ver sus ganas de vida, la alegría, el amor en sus ojos. A pesar de las terribles pérdidas de sus familiares, hogar, escuela, no han dejado de creer y de tener esperanza, que es algo muy alentador.
El ayudante de Vasil en esta hazaña, Nidal Khlaif, es un sirio que vive en Bulgaria desde hace mucho. “Hace un año y medio, visité el campo de refugiados Atma en la frontera turco-siria. Rodé una película documental. El protagonista fue Fariz, de 10 años de edad. Al despedirnos le pregunté: ¿Qué quieres que te traiga la próxima vez? Dijo que no tenía zapatos para el invierno. Hacía frío y estaba lloviendo. Pregunté qué número calzaba. Me dijo que un 34, pero su madre dijo: “Tráiganos un 36, señor, no sé cuánto tiempo nos quedaremos aquí.” Al segundo día, después del rodaje, el chico nos dijo: “No le haga caso a mi mamá, tráigame el número 34, porque pronto volveremos a casa.” Nos llenó de esperanza. Los niños creen que la grave crisis humanitaria acabará y volverán a su vida de antes. Lo que ocurre en Siria es una prueba moral para todos nosotros. Debemos hacer algo y no quedarnos de brazos cruzados. Esa gente debe tener una vida digna y normal. Siria no está muy lejos de Bulgaria y Bulgaria tiene interés en tener en proximidad a sus fronteras a comunidades democráticas y en las que haya paz: en su propia casa y en la de los vecinos”.
Versión en español por Ekaterina Bobeva
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