Tres eco rutas para ver valiosas especies vegetales atraerán a ambientalistas y turistas, mas no a las montañas o al litoral de Bulgaria sino al corazón mismo de la capital búlgara Sofía, de casi dos millones de habitantes. Nuestra urbe posee un gran tesoro que, lamentablemente, es poco conocido. Son sus árboles centenarios. La mayoría han sido testigos de acontecimientos históricos emblemáticos o bien fueron plantados por eminentes personalidades de la historia búlgara. Otros llevan siglos con su ramaje rascando el cielo, haciendo caso omiso de la marcha del tiempo y de los destinos humanos a su alrededor.
Hoy estos monumentos vivientes entran en el foco de nuestra atención para contarnos las historias de que guardan recuerdo.
No habiendo aterrizado aún en Sofía, al sobrevolar nuestra ciudad, los extranjeros suelen quedar asombrados por su verdor. A quienes residimos en ella, las áreas y los espacios verdes siempre nos parecen insuficientes, pero quien visita por primera vez Sofía queda gratamente sorprendido por los hermosos parques y las exuberantes coronas de los árboles que garantizan frescor en los calurosos días veraniegos.
¿Acaso son muchas las capitales europeas en que, al pasear, uno podría tender la mano y coger de paso de un árbol una mora, una ciruela, una cereza, una guinda e incluso un melocotón? Abrumados por las tareas del día a día, los vecinos de esta capital raras veces nos fijamos en la gran diversidad de especies arbóreas que nos rodea. En medio de este verdor, si bien amenazado por los planes de las constructoras, destacan varios árboles seculares.
Podemos dar a cada paso con ejemplares centenarios, en su mayoría foliáceos: robles de Hungría (Quercus frainetto), olmos (Ulmus), Acacia Sóphora Japónica, ailanto (Ailanthus altísima), pero los más numerosos entre los árboles centenarios de Sofía son los robles comunes (Quercus robar) que abundan en los parques y jardines.
Esta riqueza natural en pleno centro de Sofía ha sido estudiada, registrada y fichada con el propósito de preservarla y difundirla entre los vecinos de la ciudad y los visitantes de ésta. Resulta que Sofía cuenta con 90 árboles centenarios. El más veterano es una morera en la Calle Iskrets No. 2. El diámetro de su tu tronco es de 4 metros con 10 centímetros y se estima que tiene 650 años. ¿Cómo no experimentar auténtica veneración ante este testigo de las vicisitudes de la historia nacional, que ha logrado sobrevivirlo todo?
Todo quien desee conocer los árboles centenarios de Sofía podrá adquirir un plano especial de la ciudad y recorrer las huellas vivientes de nuestra historia. A tal efecto un equipo joven de la Fundación EcoObstnost (es decir Eco Comunidad), conjuntamente con otras dos ONG, ha diseñado tres rutas por la ciudad. Una de ellas incluye los árboles seculares en el casco viejo de Sofía, sobre todo los concentrados en el parque de la Galería Nacional de Artes Plásticas y del Museo Etnográfico. Allí crecen acacias de la especie Sóphora, olmos, ailantos y otros, de más de 200 años de edad. Por cierto, el ejemplar más antiguo es un roble de 400 años.
Otro magnífico ejemplar, de especial interés, crece en el Jardín Botánico en pleno centro de Sofía. Es un magnífico roble cuya corona destaca por encima de las más de 1500 especies vegetales que crecen en ese jardín. Fue plantado en 1892 por el zar Ferdinand en persona, quien enterró entre sus raíces una moneda de oro.
La segunda eco ruta de los árboles centenarios de Sofía pasa por el parque Borisova Gradina, donde abundan los robles bicentenarios.
La mayoría están concentrados alrededor del estanque Ariana y el llamado estanque de los lirios, explica Lyubomira Kolcheva, directora de la Fundación EcoObstnost.
La tercera ruta conduce al turista hasta el barrio Lozenets en cuyo pequeño parque crecen los llamados Robles de Slaveikov, por el nombre del poeta Pencho Slaveikov. A comienzos del siglo XX allí se celebraban las reuniones del círculo literario Misal (Pensar) y al pie de aquellos árboles Pencho Slaveikov escribió algunas de sus mejores obras.
Otro árbol histórico más se puede ver en ese barrio capitalino. Es un roble que hoy cuenta 135 años y que fue plantado por el eminente lingüista, pedagogo y taquígrafo esloveno Antón Bezenshek, quien adaptó el sistema de taquigrafía Gabelsberger a las lenguas eslavas meridionales y, en concreto, a la búlgara.
¿Cómo serán popularizadas estas rutas verdes en el centro de Sofía?
“Nos proponemos imprimir planos turísticos de las tres rutas, que distribuiremos a través del Centro de Información Turística de Sofía y en otros puntos de la ciudad. También hemos publicado información sobre estas rutas en nuestro sitio http://vekovnite.org, explica Liubomira Kolcheva de la Fundación EcoObstnost. Se trata de un acervo natural sobre los que los propios capitalinos no estamos informados en suficiente grado, y que debemos conocer mejor y valorar debidamente. Los árboles seculares de Sofía crecen en sitios muy concurridos y a su sombra suelen descansar miles de personas, disfrutando del magnetismo que su presencia añade al ambiente”.
Versión en español por Raina Petkova
Fotos: vekovnite.org
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