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La libertad, uno de los valores supremos del constitucionalismo búlgaro

Foto: BGNES

El 16 de abril celebramos el 135 aniversario de la aprobación de la Constitución de Tarnovo, la primera constitución de Bulgaria.  En virtud del Tratado de Berlín de las Grandes Potencias, de 1878, después de la Guerra Ruso-Turca de 1877-1878, las tierras búlgaras fueron divididas. El norte de Bulgaria y la región de Sofía formaban parte del Principado de Bulgaria. Las tierras al sur de la Cordillera de los Balcanes estaban en la provincia autónoma de Rumelia Oriental que todavía se encontraba bajo el dominio del sultán. Con esta Constitución, cuya denominación oficial es Constitución del Principado de Bulgaria, fueron echados los cimentos de la democracia parlamentaria búlgara. Innovadora y progresista para su época, de carácter liberal, reglamentaba la aplicación en la Bulgaria moderna de principios fundamentales como una representación social, separación de poderes. Establecía los derechos civiles públicamente pactados y las libertades sociales de la personalidad. La Constitución de Tarnovo acataba el principal requisito del Tratado de Berlín: que Bulgaria fuera una monarquía hereditaria y que la participación del pueblo en el gobierno se realizara mediante la Asamblea Nacional.

La elaboración de la Constitución búlgara fue encomendada a la Asamblea Constituyente convocada el 10 de febrero de 1879 en Tarnovo, antigua capital de Bulgaria. Algunos de los primeros diputados habían tomado parte en las guerras de liberación, otros eran intelectuales, otros más se habían formado en prestigiosas universidades europeas.

“La libertad se convierte en un valor supremo y en línea principal de la Constitución de Tarnovo. Habiendo sobrevivido las vicisitudes del tiempo esta libertad se transforma en el mayor testimonio de la madurez del pensamiento intelectual búlgaro después de la liberación de Bulgaria”, así lo ha manifestado el presidente de la Asamblea Nacional, Mijail Mikov, en el edificio de la Asamblea Constituyente en Veliko Tarnovo, dirigiendo un mensaje de saludo a los participantes en la conferencia científica con motivo del aniversario.

“229 búlgaros de excelente formación se reunieron y durante algunos meses llevaron a cabo una obra que echó los cimientos de la Bulgaria libre”, manifestó Mijail Mikov. Aquellas personas acudieron de las cinco regiones búlgaras de Varna, Ruse, Tarnovo, Sofía, Vidin, y se reunieron en un momento cuando Bulgaria buscaba su camino en el mapa de los Estados europeos modernos. El dolor que causó el Tratado de Berlín y la falta de una solución del problema búlgaro plantearon ante ellos el dilema de si constituir el Principado o tratar de unificar las tierras búlgaras. La Asamblea Constituyente tuvo sus peripecias y sesiones fracasadas. Quienes no estaban de acuerdo con la división de Bulgaria reclamaban que la Constitución fuera aprobada cuando el país se unificara. Primó la prudencia y así se gestó la Constitución del Principado de Bulgaria. Aquellas personas tenían la plena libertad, ya que la Constitución era un acto que no les otorgaba ni el rey ni el zar. La Constitución fue obra suya. Alejandro I, el Emperador-Libertador, dio la plena libertad a estos 229 hombres para que ordenaran su Estado del modo que consideraran mejor. Así la libertad se convirtió en un valor supremo, que se gestó en la celda del monje Paisiy de Hilendar, acompañó las luchas revolucionarias y religiosas para autodefinición de la Iglesia Ortodoxa Búlgara, y los cruentos días del Levantamiento de Abril, para llegar a esta sagrada sala. Los búlgaros recuerdan y conocen la Constitución de Tarnovo, así como aquellos imperativos que hoy en día nos otorgan libertad. Libertad de prensa, de mítines, de reuniones y concentraciones, una libertad personal para todo quien desee vivir en Bulgaria. No es casual que los autores de la Carta Magna escribieran este texto cargado no tanto de emociones, sino de fuerza: “Todo esclavo que pisa la tierra búlgara independientemente de su sexo, confesión, nacionalidad, recobra su libertad”. Esto sucedió mucho antes de 1926, cuando de modo formal y jurídico fue abolido el tráfico de personas cuando muchos países europeos modernos opinaban entonces que era normal hacer la trata de seres humanos. Evidentemente, los autores búlgaros, nuestros ancestros, se anticiparon a su tiempo”, manifestó en su intervención Mijail Mikov, presidente de la Asamblea Nacional.

La Constitución de Tarnovo se mantuvo vigente hasta 1947. Fueron aprobadas otras tres constituciones en la Bulgaria moderna: dos constituciones de la República Popular de Bulgaria de 1947 y 1971, durante el régimen totalitario, y, después de los cambios democráticos, en 1991, la Constitución de la República de Bulgaria.

Versión en español por Hristina Taseva



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