En Bruselas tres ex republicas soviéticas firmaron sendos Acuerdos de Asociación a la UE, acompañados por convenios para la creación de una zona de libre comercio de gran alcance y profundidad. “La UE os apoya más que nunca”, declaró el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, antes de que el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y los jefes de gobierno de Georgia y Moldavia, Irakli Garibashvili y Iurie Leanca, estamparan sus firmas en el documento que constituye su primer paso hacia el sueño llamado UE.
La asociación a la UE se había convertido en la manzana de la discordia una vez que el anterior presidente ucraniano, Viktor Yanukovich, se negara a finales del año pasado en Vilna a firmar semejante acuerdo. Ya entonces Rusia, en la persona del presidente Vladimir Putin, había advertido que la negativa significaba confrontación comercial y había ofrecido como alternativa ayuda por valor de 15 mil millones de dólares, más precios bajos del gas.
Siguieron la exacerbación de las protestas en la que se pasó a llamar Plaza Euromaidán de Kiev, tiroteos en las calles, un golpe de Estado en el seno del Partido de las Regiones de Yanukovich y la separación de éste de la presidencia de la Rada suprema.
Desde entonces Ucrania se ha visto sumida en una crisis sin parangón, con referendos separatistas y guerrilla en las regiones orientales de rusoparlantes. A pesar de ello, el Acuerdo de Asociación fue firmado con solemnidad y calificado de acto “histórico”, tanto por Poroshenko como por los líderes europeos. La respuesta de Moscú no se hizo esperar: “Rusia adoptará medidas en defensa de su economía”, advirtió Dmitri Peskov, portavoz del presidente Putin.
La firma del Acuerdo de Asociación a la UE es una buena noticia para nuestro país, comentó a Radio Bulgaria el politólogo Vladimir Shopov: “Lo es debido a que, en primer lugar, cuanto más pronto evolucione el proceso de europeización de los países vecinos a Bulgaria, mejor será para nosotros. Así disminuyen los riesgos para la seguridad de Bulgaria, se sincronizan las bases legal e institucional, y se amplían las posibilidades de potenciar las relaciones bilaterales. Desde mi punto de vista es una buena noticia, en concreto, el acuerdo firmado con Ucrania, porque pone fin, en buena medida, a las ambiciones de crear, de cara al Viejo Continente, una Unión Euroasiática realmente operante. La forma en que ésta fue ideada no tiene nada que ver con la colaboración institucional económica y política moderna. En lo personal veo solo noticias positivas. No olvidemos que en Ucrania y en Moldavia existen grandes diásporas búlgaras. Para mí la firma del acuerdo es un paso más y una oportunidad de que nuestras relaciones con aquellos estados tengan un fundamento más sólido y más europeo”.
“Bulgaria no se beneficia mucho que digamos de esta situación porque durante años no concibió a aquellos estados como socios estratégicos”, es la opinión de otro comentarista cuya opinión consultamos: el politólogo Iván Nachev.
“Bulgaria se había centrado de alguna manera en los Balcanes”, continúa diciendo el experto. “Miraba hacia Macedonia y Turquía, que son candidatas en potencia a ser miembros de la UE, y también miraba más hacia los Balcanes Occidentales. Estos países, empero, experimentan otras influencias geopolíticas. Este hecho tuvo su repercusión en la política exterior búlgara, que se proyecta hacia Moldavia y Ucrania solo en la medida que en esos países hay población de origen étnico búlgaro. Es muy difícil que nos beneficiemos en lo que sea, aunque estos acuerdos suelen durar unos diez años y en el proceso de asociación podríamos desarrollar algunos lazos comerciales. Sin embargo, esto también es bastante relativo, ya que surge la pregunta qué exportaríamos a esos países y cuáles son las necesidades de sus economías. Lamentablemente, Bulgaria ha perdido algo más. Somos el único país miembro de la UE que emplea el alfabeto cirílico. Éste hubiera podido servir de puente y mediador, y desempeñar un papel rector con respecto a los países no pertenecientes a la UE que lo utilizan, y aprovechar este nexo cultural milenario. Bulgaria hubiera podido ser mediadora en las relaciones de la UE con Rusia. En la actualidad estas relaciones están tensas, pero el socio estratégico más próximo en aquella región es precisamente Rusia. En este sentido, por muy tensas que sean, las relaciones mejorarán tarde o temprano, porque existe una interdependencia. Cuando hablamos de mercados conviene que los estados no compitan entre sí, sino que se ayuden recíprocamente. Tarde o temprano, estos procesos desembocarán en la europeización de Rusia, un vasto país dotado de enormes recursos que no deben ser subestimados, en especial en el siglo XXI, en el que las economías son de alta intensidad energética y precisan de recursos para desarrollarse”.
Versión en español por Raina Petkova
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