Hace sólo una veintena de años parecía una utopía la cooperación regional global en los Balcanes. Los países de la zona eran muy diferentes y había entre ellos unos que eran miembros del Tratado de Varsovia, y otros, de la OTAN. También existía Yugoslavia que presidía el Movimiento de los Países No Alineados y una Albania que se había impuesto el aislamiento.
Lo inconcebible ayer resulta una necesidad hoy, expresó en entrevista para Radio Bulgaria Liubomir Kiuchukov, director del Instituto de Economía y Relaciones Internacionales.
“El arranque de la cooperación regional se produjo en medio de una situación sumamente difícil, en una época de crisis, guerras, desintegración de la ex Yugoslavia. A iniciativa de Bulgaria, después del año 1996 cuando se convocó en Sofía la I Conferencia Ministerial con la participación de ministros de Exteriores, se procedió a conformar de manera activa una red de estructuras de colaboración regional muy variadas. Me refiero al Proceso de Cooperación en el Sudeste de Europa, organización que dirige todas estas estructuras, el Consejo de Cooperación Regional que sirve de enlace con la UE, diferentes organizaciones sectoriales, de empresarios, medios informativos, de instituciones científicas para llegar al final al sector no gubernamental. En la práctica se realizó algo que en la concepción búlgara sonaba como la “creación de una red de redes” en los Balcanes. A mi juicio, lo más importante que sucedió es la consolidación del sentimiento de pertenencia regional. Ya existen fundamentos suficientes que nos dan pie para afirmar que los Balcanes son una región en la acepción política de esta palabra”.
Mientras tanto, una buena parte de los países de la región fueron accediendo a la UE y a la OTAN y, así apareció en el orden del día el tema del paso subsiguiente: la formación de un nuevo ámbito para la cooperación a semejanza del Grupo de Visegrado, formado en 1991 por tres países centroeuropeos post socialistas –Polonia, Checoslovaquia y Hungría. Tras el “divorcio de terciopelo” entre la República Checa y Eslovaquia el grupo se convirtió en el Cuarteto de Visegrado. Durante la conferencia en Cracovia el 5 de octubre de 1991, de los primeros ministros de los países miembros del grupo, se fijaron 5 ámbitos prioritarios para la cooperación: política exterior, economía, transporte, medio ambiente y ciencia. No es ahora la primera vez que se lanza al espacio público la idea sobre un Visegrado en los Balcanes. La idea, muy familiar y cercana para la mente dista, sin embargo, mucho de poder ser materializada.
“Se trata de los procesos que ahora no trascurren en la península Balcánica, sino en Europa. Cuando decimos que el B5, o el grupo Balcanes 5, sea creado siguiendo el modelo del Cuarteto de Visegrado, tenemos en mente a los países que son a la vez miembros de la UE y la OTAN: Grecia, Eslovenia, Rumania, Bulgaria, Croacia. Lo más importantes es que esto no debería ser un formato cerrado, sino más bien abierto desde el punto de vista de que cada país siguiente que se convierta en miembro de la UE, y si hay voluntad política para eso, debería ser también parte del B5. No debe haber ningún tipo de procedimientos para la adhesión, ni tampoco derecho al veto de alguno de los países promotores”.
Para participar en el B5 hay un criterio único, que es además muy claro: pertenecer a la vez a la UE y a la OTAN: Tanto la actividad del Grupo de Visegrado, como también las tradiciones de la cooperación multilateral en el marco del Proceso de Cooperación en el Sudeste de Europa demuestran que semejante forma de organización simplificada es posible y, a la vez, también eficiente. B5 sería una plataforma para consultas, coordinación y cooperación, en el marco de la UE, basándose en los principios de la UE, obrando por el interés de los países que participan en esta plataforma, pero también de todos los demás países de los Balcanes y de la UE en su totalidad. Unir los esfuerzos en esferas como la energía, las infraestructuras, la ecología, el transporte, las comunicaciones, la cultura, entre otras, en las que los problemas trascienden las fronteras de los países y encontrar soluciones eficientes a nivel regional, en plena observancia de las características específicas y las prioridades nacionales, ayudaría a conseguir los objetivos comunes.
B5 no se debe percibir como un formato excluyente. No se trata de trazar nuevas líneas divisorias en la región. Todo lo contrario, se busca el resultado del esfuerzo común mediante la unión de los países que ya han recorrido su camino de la integración euroatlántica y en apoyo a los que ahora cumplen los criterios para la adhesión.
Mediante la creación del B5, los Balcanes realizarían el siguiente paso importante en su cooperación mutua: una transición de la “cooperación en la región” a la “cooperación por la región”. Además, el B5 puede ser representante de los Balcanes en Bruselas que proteja los intereses regionales de los formatos euroatlánticos. En 1996 Bulgaria ha desempeñado un papel decisivo para el inicio y la estructuración de la cooperación regional en los Balcanes. Quizás haya llegado la época de lanzar, debatir, y también realizar el siguiente paso lógico en edificar la estructura de la cooperación multilateral en la región: la creación de un “Visegrado de los Balcanes”.
Versión en español por Ruslana Valtcheva
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