En el corazón del Parque Natural Pirin se encuentra la aldea de Vlahi. Hace un siglo, su población era de unos 2000 vecinos, pero hoy en día de la gente local han quedado solo dos personas: la abuela Kira y el abuelo Mite. El clima cálido y la rica biodiversidad son dos de las causas por las que en los últimos años de la ciudad ha venido una decena de “bichos raros”. No se trata de aventureros sino de naturalistas, para los cuales la noción de futuro sostenible es una consciente opción de manera de vivir.
En esta aldea sin Internet a uno podría molestarle solo el potente ladrar de los perros Karakachan, una raza local. Estos “leones” de montaña cuidan de un rebaño de ovejas de la raza Karakachan, cabras de pelo largo de Kalofer y caballos de la raza Karakachan. Sus dueños son un matrimonio joven, que se ha trasladado de la gran ciudad al pueblo. Los últimos 15 años se ha consagrado a la causa de la Asociación de Protección de la Biodiversidad Semperviva, cuya actividad incluye identificar y criar razas antiguas en vías de extinción.
Bajo un proyecto científico adoptan también depredadores de zoológicos y empresas cinegéticas. Los animales están acostumbrados a los humanos y no sobrevivirían solos en medio de la naturaleza, por lo cual son criados en amplios recintos en condiciones muy similares a su hábitat natural.
Así, Vlahi se ha convertido en hogar para los osos Medo y Masha, y también para el lobo Baito. Acompañados por el coordinador del proyecto, los visitantes pueden acercarse a esos animales preciosos. Cuando la pequeña Masha se pone de pie para verles mejor, sentirán cariño por ella y hasta ganas de abrazarla. Visitar a los animales salvajes es gratis, pero si el turista lo desea, puede donar fondos para su comida. Para los más curiosos, la Sociedad de Naturaleza Silvestre Balkani (Balkani Wildlife Society) ha fundado un centro formativo en el que mediante una exposición interactiva se puede tomar conocimiento del origen y la vida de los depredadores.
Cuando el sol abrasador canse al visitante, éste puede buscar el sendero hacia Vlahinskoto Praskalo, la Cascada de Vlahi. No hay nada más refrescante que la cristalina agua de la montaña de la cascada que cae desde los 25 metros de altura. Sin duda, la bella y limpia naturaleza de Valí le tentará a emprender una caminata de 8 horas partiendo de la aldea, pasando por el pico Baba para llegar al refugio de Sinanitsa.
A la aldea de Vlahi se llega en coche pronto, en aproximadamente media hora por la carretera parcialmente pavimentada desde la ciudad de Kresna. Sin embargo, el viaje de vuelta es más largo…Tras sentir el aroma de menta silvestre, el sabor del queso fresco de cabra y el cálido trato de los nuevos vecinos de la aldea, uno siente ganas de hacer un paso de avance de la fácil existencia consumista hacia la vida sostenible en medio de la naturaleza salvaje.
Versión en español por Ekaterina Bobeva
Fotos: María Peeva
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