Lo diré en forma directa, sin que mi propósito sea atemorizar al lector de estas líneas: en Bulgaria existen serios fans del Estado Islámico. Lo afirmo tras haber echado una somera mirada a los sitios en Internet. La insinuación es tan evidente, incluso donde las cosas son ofrecidas con máxima delicadeza, que se impone la conclusión de que algo va mal.
La época de la medialuna, que comenzó en los Balcanes allá por los años 90 del siglo pasado en Bosnia y Herzegovina, Macedonia y Albania, por no mencionar a Kosovo, un nuevo Estado islámico surgido en medio del mundo ortodoxo, superó con éxito la expansión islámica y continúa su avance a través de Irak para llegar hoy hasta Siria. La ofensiva contra el mundo cristiano se efectúa en todos los frentes, lo mismo que contra los países de Islam moderado, sean estados de régimen autoritario o países de Asia Central.
Los representantes del Estado Islámico no tienen nada que ver con la religión islamica, y sus actuaciones no son sino actos terroristas violentos.
No son inofensivos ni mucho menos los clips que han aparecido en Youtube, de gitanos de la ciudad búlgara de Pazardzhik vociferando “Alá es Grande”. Vuelvo sobre mi idea inicial: en estos momentos el Estado Islámico está presente en Macedonia, Albania, Kosovo y Bosnia. De alguna manera, sin que las autoridades de Bulgaria les ofrecieran una seria resistencia, se ha hecho posible el asentamiento de partidarios de esta organización terrorista también en territorio búlgaro.
En las redes sociales búlgaras se hace propaganda de los símbolos yihadistas del Estado Islámico. Estas últimas semanas este fenómeno no es sino clara propaganda del yihad, la violencia y el terrorismo con participación de ciudadanos búlgaros que profesan la religión musulmana. Son personas que, evidentemente, apoyan la aplicación del Islam radical. En facebook hasta no hace mucho había un clip en el que se veía con claridad cómo ciudadanos pertenecientes a las minorías de la ciudad de Pazardzhik celebran una reunión en que lanzaban consignas aguerridas en apoyo al Estado Islámico.
Como diáspora, los musulmanes son gente simpática, siempre que no vivan en comunidades cerradas en las que su vida íntegra esté centrada en la mezquita con un imam radical que, cual gerente, deba mantener bajo control a los fieles y a los patrocinadores, y asegurar amplios contactos con el mundo exterior, es decir con países o grupos islamistas hacia los que se haya orientado, lo cual, dicho sea de paso, esto último es una fuente más de ingresos permanentes para el funcionario religioso.
En la República de Kosovo han aparecido suicidas shahid. Los medios de comunicación balcánicos informan que Belgrado dispone de una lista de al menos 20 combatientes albaneses formados especialmente para acciones suicidas del Estado islámico, comunica el sitio ruso topwar.ru remitiéndose a un informe del servicio de inteligencia militar. Se señala que “terroristas de esta agrupación están en contacto permanentes con aliados suyos en Serbia, Bosnia, Montenegro, Albania y Macedonia, que tienen instrucciones de prepararse para actuar”.
El Estado Islámico no afronta ningún tipo de problemas al abastecerse de armas, misiles, lanzadoras de granadas, cañones antitanque, chalecos blindados y medios de comunicación, de Bulgaria, Croacia, Rumania y Ucrania. No cesa el flujo de “combatientes yuhadistas” al Estado Islámico procedentes de Serbia (las aldeas de Kosovo y Sandzhak), Bosnia-Herzegovina, Macedonia, Albania y Bulgaria. El 1 de septiembre el servicio de inteligencia croata COA calificó el yihadismo que ha echado raíces en el sudeste de Europa como uno de los mayores riesgos para la seguridad de estos países.
En Grecia hay unos 500 mil musulmanes ilegales, que han cruzado la frontera turca ilícitamente. Su presencia crea fuerte tensión en el país heleno que no acaba de salir de la crisis económica. Los ciudadanos de Atenas se han manifestado activamente contra los intentos de construir una mequita en la capital griega.
Los musulmanes de Europa del Este son, en su mayoría, población que ha quedado de los tiempos cuando los Balcanes y las regiones europeas colindantes formaban parte del Imperio Otomano. En Hungría hay unos 15 mil musulmanes, en Rumania más de 50 mil, en Eslovenia llegan a los 60 mil, en Serbia son 400 mil, y en Bulgaria son casi un millón, constituyen el 12% de la población y son en su mayoría turco-búlgaros.
De modo que no solo Israel tiene problemas con los islamistas radicales, aunque al parecer precisamente el quasi Estado Islámico, surgido en las encrucijada de Siria e Irak, que en el verano de este año fue encabezado por Abu Bakr al-Baghdadi que se autorpoclamó califa, ha forzado a los patrocinadores de Occidente y a los radicales a reconsiderar la situación creada. Me pregunto si no es tarde para ello porque el espíritu de la botella ha sido soltado y ahora el problema consiste en cómo meterlo de vuelta en la botella.
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